////// Año XVIº /// Editor Anónimo: Daniel Ares /// "Prefiero ser martillo que yunque", Julio Popper ///

jueves, 1 de febrero de 2018

¿PARA QUÉ QUEREMOS LOS DIARIOS?

Concentrados en Facebook, Twitter, Instagram, Youtube, Netflix –y siguen las firmas-, asistimos con alegre indiferencia a la agonía de los medios de comunicación masiva. 
Como quien los ve morir sin mirarlos siquiera. 
No hay noticia. 
Pero nos llueve en la cabeza una pregunta impostergable…


¿PARA QUÉ QUEREMOS LOS DIARIOS?




Que asistimos a la hora terminal de los medios masivos de comunicación, ya no es un delirio recurrente de este blog, es un grito planetario, una realidad cada día más evidente tal y como lo demuestran, además de los hechos, la profusión de ensayos, libros, informes y artículos sobre el tema. Todo concluye al fin.
Cae el encendido de la televisión abierta y satelital, caen y se cierran cada vez más revistas, caen las ventas de las ediciones en papel de los diarios, y con un agravante: todavía ningún diario en el mundo consiguió hacer rentable su edición digital, por lo cual todos aún se financian con la de papel, cuyas ventas, fue dicho, caen y caen. Algo se acaba, todo lo indica.
Si alguna vez no hace tanto el fin de los medios masivos de comunicación sonó a delirio, fue porque nacimos en esto, con ellos. Pero la cruda realidad es que esos medios masivos, tal y como los conocemos, aún no cumplieron ni siquiera cien años de existencia. Vale decir, la humanidad vivió toda su vida sin ellos. Perfectamente. Progresando incluso.
Sin embargo nada de esto significa que se acabe el periodismo, al contrario. Se diluye en la masa, ahí el final.
Hoy cada individuo lleva en sus manos un medio masivo de comunicación gráfico y audiovisual, con distribución propia, gratuita, mundial, intantánea. Puede filmar, fotografiar, relatar, escribir y publicar en directo para todo el mundo. Hoy no es periodista el que no quiere.
Maravillados por dicha maravilla, y siempre listos para abaratar costos, los dueños de los medios van reemplazando así la producción propia por la réplica de lo que produce y difunde su propio público. Como en un raro restorante donde te cobran lo que comés porque lo llevaste vos. Eso no dura mucho.
Desde el nuevo romance de Pampita a la muerte de Nisman, desde las filtraciones de Wikileaks hasta los Papeles de Panamá, hace rato que las grandes noticias que difunden los famosos grandes medios ya no surgen de investigaciones o fuentes propias, sino de las redes, de la web… que se lo come todo. Todo.
Cada día cada vez más vemos cómo la televisión, los diarios, los portales, replican lo que se viraliza en las redes sociales, convirtiéndose así, en el acto, en meros intermediarios. Lo que en sí fue la esencia del periodismo: llevar las fuentes al público, o viceversa. Sólo que ahora el público tiene acceso directo a esas fuentes, y entonces aquellos intermediarios se vuelven también innecesarios ¿Cuánto aguantarán así?
Porque a los tremendos cambios de paradigmas que supone la actual revolución tecnológica, se agregó la inercia de una desidia inexorablemente trágica.
Los diarios, sus ediciones en papel, envejecieron en una sola noche el día que se inventó la radio. Sufrieron otro golpe mortal cuando nació la televisión. Fueron arrasados por las cadenas de noticias de 24 horas, y ahora llegó la web con todas sus redes para darles el tiro de gracia.
Sin embargo, aún así, aún hoy -como esos japoneses del Pacífico que ignorantes del fin de la guerra se mantuvieron durante décadas en sus posiciones-, aún hoy los diarios en papel anuncian en sus títulos. Renunció Mengano, Murió Zutano, Ganó Perengano. Como si ni siquiera la radio hubiese nacido. Es decir: diarios cerrados anoche gritarán mañana lo que la tele ya dijo ayer ¿Cuánto más podrán durar?
Este cronista vivió los últimos años de una era de gloria cuando la redacción proponía y la administración pagaba.
Días dorados cuando los medios tenían dueños, personas con nombre y apellido, cuerpo físico y vida propia, y por consiguiente, un prestigio en juego. El Crónica de García, el Ámbito de Ramos, la Atlántida de los Vigil, la Abril de los Civitta, el Clarín de Noble, La Nación de los Mitre, La Prensa de los Gainza Paz... Pasado pisado: hoy son todos propiedad de sociedades anónimas como tales anónimas.  Detectamos más o menos en el horizonte el perfil de algún CEO, sí, pero nunca queda claro quiénes son sus verdaderos dueños. Son conglomerados. Holdings. Grupos. Asociaciones privadas con fines de lucro, y nada más. Días finales.
Porque en esa avanzada las administraciones ganaron por fin su batalla y sometieron a las redacciones imponiendo los números por encima de las letras, el presupuesto por encima de las ideas, y el negocio por encima del oficio. Entonces la obediencia relevó a la eficiencia, y el mejor periodista pasó a ser el más barato.
Con honrosas excepciones que no hacen más que confirmar la regla, toda la técnica periodística actual fue reducida al “corte y pegue”. La mejor investigación de los grandes medios rara vez trasciende las barreras de Google, cuya fuente nos pertenece a todos. Y por el mínimo trámite de un rápido un clic.
Entonces la nube de la duda rompe, y llueve la pregunta impostergable: ¿Para qué queremos los diarios?



* * *

martes, 23 de enero de 2018

ESCUPIDAS AL CIELO: UN TEXTO VIRAL…



Todo lo que publico en El Martiyo lo difundo por Facebook, pero no viceversa. Hay cosas cortas, espontáneas, que suelto por Facebook, y no quedan en el blog. Esta es la excepción que viene a romper esa regla. Publiqué este texto en Facebook, y para mi sorpresa, se hizo viral. No sé por qué. Pero por las dudas  aquí lo publico también en El Martiyo y que siga rodando. 
Por algo será.  



ESCUPIDAS AL CIELO

Una pileta sin agua
Un submarino perdido
Un muerto (pero artesano)
Un choreo a los jubilados
Un tarifazo sin luz
Un blanqueo por decreto
Un negocio presidencial que no se entiende
(y otro y otro)
Una inflación que no para
Una deuda por cien años
Una Justicia inverosímil
Un Estado ausente
Un presidente otra vez de vacaciones
Una fábrica cerrada
(y otra y otra)
Un militante encarcelado
(y otro y otro)
Un genocida excarcelado
(y otro y otro)
Un déficit fiscal que sólo sube
Un déficit comercial que es récord en nuestra historia
Un pobre más
(y otro y otro)
Un ministro de economía que por las dudas tiene toda la guita afuera
Un presidente con más de 30 empresas offshores y cuentas en guaridas fiscales
Un gabinete ahogado en conflictos de intereses
Un ministro denunciado por corrupto por su propia hermana.
Un jefe de gabinete que es jefe de un centro de trolls para multiplicar la mentira hasta que parezca verdad.
Una turba aturdida que lo vota
Un inglés amigo del presidente que se queda con un lago de la Patagonia.
Un italiano amigo del presidente que se queda con media Patagonia.
Un mapuche asesinado
Un coro de economistas neoliberales que sin embargo advierte el abismo
Una noche negra que al decir de Shakespeare no habrá de aclararse sin una tempestad.
Una represión cada vez más feroz
Una grieta llena de odio
Un “corralito” en la manga
Un pueblo abusado en su paciencia
Una prensa que no cubre pero encubre
Un trueno como un escarmiento
Una historia que se repite
Una lección que no se aprende
Una gran escupida al cielo
que ya empezó a caer.




* * *

lunes, 15 de enero de 2018

EL ODIO Y LOS PELOTUDOS...



Un odio nacido con la patria alcanza en estos días una nueva consagración. 
El odio que echó a patadas a San Martín, el que encumbró a Sarmiento, degolló al Chacho y emboscó a Facundo; el que bombardeó la Plaza, fusiló y asesinó para por fin desaparecer más de 30 mil personas; ahora vuelve por nosotros. 
El gobierno y sus medios –o viceversa- lo cultivan. 
Millones lo consumen.


EL ODIO Y LOS PELOTUDOS




En 1952, mientras agonizaba Eva Perón, un autor anónimo pintó en las paredes porteñas una frase memorable que pronto se propagó por la fuerza de su síntesis: “Viva el cáncer”.
En sólo tres palabras alguien lograba comprimir una cantidad de odio suficiente como para justificar en breve un bombardeo contra la Plaza de Mayo con más de 300 civiles muertos y más de 700 heridos, luego el fusilamiento sin juicio de obreros y militantes, largos años de persecuciones públicas y mediáticas, detenciones políticas, destierros y asesinatos, y por fin una dictadura genocida con más de 30 mil desaparecidos. Un odio inmenso en sólo tres palabras. Un verbo, un artículo, y un sustantivo. Eso es genio.
Esta semana, 65 años más tarde, Federico Andahazi, quien se pretende escritor, ante la negativa ejecutada contra Héctor Timerman para tratarse un cáncer en Nueva York, precisó más de 40 palabras para expresar el mismo odio. Eso es falta de genio.
Pero el odio es el mismo.
Un odio tan grande que hoy sirve para justificar la propia miseria, el choreo a los viejos, las mentiras más obvias, las corporaciones abiertamente en el poder, y un cinismo que ni siquiera los genocidas de la dictadura llegaron a permitirse… Un odio tan grande que lo entraña todo: la matanza, el bombardeo a civiles, el terror, el destierro, la cárcel, la tortura, la desaparición de personas, el tráfico de niños… Nada más hay que darle tiempo.
Mientras tanto el gobierno y sus medios -o los medios y su gobierno, como sea-, cultivan ese odio. Es su alimento. Saben que el odio enceguece como el amor, pero incapaces del amor, eligen el odio, y lo propagan. Agitan a la turba en favor de Barrabás, y así vienen creciendo desde el principio de los tiempos.
Junto a la pobreza cero, el fútbol para todos, y no habrá tarifazos ni devaluación, una de las grandes mentiras de la campaña de Cambiemos fue cerrar la grieta. Cuando es la grieta lo que los sustenta. La revancha, la venganza. El odio. El resto es fracaso.
Porque la turba puede amar, pero también odiar. Es cuestión de hacerle creer que sabe mucho de lo que ignora todo, y a la vez ofrecerle un buen enemigo sobre el cual proyectar su propio fracaso personal, sus miedos y sus resentimientos. Ora pueden ser los judíos, ora los musulmanes, los negros, los latinos, los verdes, los azules o los colorados, lo importante es odiar. Una vez que odia, la turba se enceguece y entonces cualquier tuerto es rey, y cualquier gato lazarillo.
Porque bien cargada de odio, la turba está dispuesta, incluso, a la autodestrucción. Absorberá tarifazos, endeudamientos, despidos, mentiras, atropellos, palos, balas de goma, de plomo, lo que venga. El odio basta.
La turba no es el total de la gente, pero es un número significativo. O hubiésemos gritado Cristo, y no Barrabás.
Y la turba siempre tiene ganas de putear, aunque no siempre sabe a quién. Pero para eso están los productores de odio, que se lo “informan”. Y la turba no sólo lo agradece, sino que encima lo paga. Así también crecieron los grandes medios argentinos, por el odio.   
El odio que echó a patadas a San Martín primero y a Rosas después, el odio que encumbró a Sarmiento, degolló al Chacho y emboscó a Facundo, el que fusiló a Dorrego, el que amasó en el oprobio a Yrigoyen, el que bombardeó la Plaza, el que fusiló obreros y militantes al grito de “se acabó la leche de la clemencia”, para por fin desaparecer más de 30 mil personas… Un odio nacional, inmenso, profundo, antiguo, padre de todos los fracasos, y que ahora vuelve por nosotros mientras los Macri y los Magnetto se frotan las manos. Ellos viven de eso.
Pero vos atento.
Vos no te engañes.
Porque más antes que después, el odio siempre estalla y ese día sabrás que vos no sos ellos, que volvieron a mentirte, y que odiaste como un pelotudo. 




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miércoles, 10 de enero de 2018

Crónicas & Blues - Hoy: ELEGÍA DEL CONSERJE

ELEGÍA DEL CONSERJE



No volverán las oscuras golondrinas, olvidate.
No puedo escribir los versos más tristes esta noche,
ni mucho menos los más alegres.
No puedo escribir versos esta noche.
Y no me gusta cuando callas, al contrario, me asusta.

Comer chocolate no es ninguna verdad, niña, no te engañes.
Y no todo pasa ni todo queda.
Y si hay caminos, caminante, está lleno de caminos.
(Comprate una guía y vas a ver)
Pero de ninguna manera basta el mar.

Tampoco el albatros es el príncipe del cielo,
podrá atascar una turbina y derribar un avión
pero la turbina a su vez lo destroza.

En cuanto a mí, espero no tener que volver a dormir borracho sobre la arena.
No siempre hay mujeres que se ocupan de los condenados que vuelven de las tierras cálidas, ojo.

Y es falso de toda falsedad que yo no supiera que ella era casada cuando me la llevaba al río.
Lo sabía, más bien.
No sólo lo sabía, sino que tan luego por eso me la llevaba al río.

Seguramente no me moriré en París,
Aunque quizá haya un aguacero ese día, por qué no
(todo siempre se complica).

Pero que nadie se haga ilusiones con el árbol talado que retoña…
Retoña, sí, es decir, le salen algunos brotes, pero ni ahí lo que era.

Tampoco la juventud es un tesoro
¿Cómo vas a atesorar algo tan volátil?
Despertate.

Y no todas las rosas son la misma rosa.
Más bien al contrario.

La princesa está triste, y bueno…
Imaginate los que encima tienen que laburar para mantenerla

Se equivocó la paloma
¿Y quién no, a ver?

La poesía no es un arma cargada de futuro.
Es una cosa escrita cortita y pa´bajo,
me explicó una vez un conserje. (*)



(*) AGRADECIMIENTO: Estos versos –de alguna manera hay que llamarlos- fueron posibles gracias a la colaboración inconsulta -y acaso desinteresada-, de los siguientes poetas por orden de aparición: Gustavo Adolfo Becquer, Pablo Neruda, Fernando Pessoa, Antonio Machado, Luis Cernuda, Charles Baudelaire, Jean Arthur Rimbaud, Federico García Lorca, César Vallejo, Miguel Hernández, Rubén Darío, Juan Ramón Jiménez, Rafael Alberti y Dámaso Alonso. A todos ellos, gracias y que se jodan.

* * *