////// Año XVIº /// Editor Anónimo: Daniel Ares /// "Prefiero ser martillo que yunque", Julio Popper ///

sábado, 21 de noviembre de 2015

BALOTAJE: VENCER O GOBERNAR...

Mañana en las urnas no se enfrentan dos candidatos, dos modelos de país, dos proyectos distintos, dos miradas ni nada de eso. Se enfrentan dos sentimientos: los que quieren un modelo, y los que no quieren ese modelo. Unos buscan gobernar, los otros vencer. Pero todos pagarán por todos.

QUERER Y NO QUERER






Mañana los argentinos decidirán cómo sigue la historia del país.
Una mitad todavía imprecisa cree que vale la pena continuar las políticas que nos alinearon con Latinoamérica, que nos enfrentaron a la usura internacional, que llevaron la justicia social de los discursos a los hechos, que buscaron la verdad sin renunciar a la memoria, que supieron plantarse ante los monopolios del papel y los medios, y como consecuencia, de la prensa nacional. Las políticas que permitieron jubilar a más de dos millones de personas para las cuales no había otro destino que la locura de la miseria en la vejez.
Los de la otra mitad, también imprecisa aún, creen mejor en la alternancia sin más, en un cambio que no precisan detallar; se hartaron de las cadenas nacionales, de la presidenta, de la Campora, del curro de los derechos humanos y de un programa de televisión que se llama 678 (y que sin embargo ellos mismos dicen que no mira nadie); es la mitad que piensa que los planes sociales son un criadero de vagos, puro clientelismo; que ya está bueno de universidades por todos lados, que la Argentina es para los argentinos y que los extranjeros deberían volverse a su país, -excepto, en tal caso, los que vienen de Francia, de Inglaterra, de la Europa central preferentemente-; son los que aspiran a una Argentina de regreso a Washington con el caballo vencido pero los dólares libres; se hartaron de Maduro, de Evo Morales, de Correa, de todos esos negros comunistas que llenaron el país de colombianos.
Es mentira que les importa la corrupción. La distribución de fondos públicos por parte del gobierno de Macri en pautas publicitarias cuyos destinatarios –en los papeles- nunca recibieron; las muchas adjudicaciones inconsultas; Fernando Niembro con las manos en la lata, nada importó. Se rasgan las vestiduras con sólo oír el nombre de Boudou, pero votan para presidente a un tipo procesado en dos instancias. Nada importa. Todo es mentira menos el sueño recurrente del antiperonismo argentino: ¡vencer al peronismo, e doppo morire!. 
Es un sueño de una sola noche, sí, pero les resulta suficiente. Gobernar no es preciso, vencer es preciso. En tal caso siempre estará el peronismo para echarle la culpa del fracaso propio.
Detrás del flash de esa sola noche, esa mitad imprecisa logró la victoria de Raúl Alfonsín el 31 de octubre de 1983, para abandonarlo apenas a la mañana siguiente. Incluso esa misma mitad en 1999 se abrazó desesperada a Fernando de la Rua, cuyos muchachos aquí están de regreso. Y todos tan contentos.
Infelizmente, la historia nos recuerda que desde el surgimiento del peronismo, ningún gobierno de otro signo logró concluir su mandato. Ni Frondizi, ni Illia, ni Alfonsín, ni De la Rua.
Básicamente, por impericia, por inconsistencia, porque excluir es lo contrario de incluir.
Mañana en las urnas dos sentimientos se enfrentan. Los que quieren un proyecto y los que no quieren ese proyecto, pero tampoco precisan otro para vencerlo.
Que el candidato que votan un día diga una cosa y después todo lo contrario -según le marquen las encuestas (de convicciones ni hablar)-, no importa. Que muchos de los integrantes de esta alianza sean los mismos que integraron aquella otra alianza que los llevó hace catorce años a la noche fundacional de las cacerolas, tampoco importa. Que el equipo económico que Macri esconde detrás de la estatua de un tipo parecido a Perón sea el mismo equipo económico de aquella alianza que los dejó golpeando las puertas de los bancos para que nadie les abriera nunca, tampoco importa. No importa nada. Importa el rechazo que les ha inspirado esa otra mitad que tiene un proyecto, un modelo, una idea… pero que tal vez ya tampoco importe.
Mañana en las urnas se enfrentan los dos sentimientos: querer y no querer.
El vencedor gobernará.
Pero lo sentiremos todos.


sábado, 14 de noviembre de 2015

ARDE PARÍS: CUANDO MATAR ES LO DE MENOS…



Un caño roto de lugares comunes inunda desde el viernes las redes sociales. Con fervor colonial, políticos, artistas, deportistas, vedetongas, nadie quiere quedar afuera de la supuesta conmoción que deberían provocar los atentados de París. Pero jamás ni un tuiter apurado por los muertos que mata Francia todos los días de la vida en Siria, en Libia, en Iraq, en Mali, en la República Centroafricana…


MENTIRA ESE LAMENTO




“Yo mataría porque no tiene importancia”.
Charles Bukowski




Muy compadrito y bien campante, Francois Hollande, presidente de Francia, se pavoneaba públicamente pocas semanas atrás, el 27 de setiembre -tan luego desde la sede de las Naciones Unidas, en Nueva York-, confirmando el éxito de las incursiones de su Fuerza Aérea en territorio sirio. "Nuestras fuerzas consiguieron sus objetivos: el campo fue destruido en su totalidad", guapeaba el hombre.
Pocos días después el ministro de defensa francés repetía el número anunciando una segunda incursión, no menos exitosa que la primera. “Los objetivos fueron destruídos”, decía Jean-Yves Le Drian, el ministro.
Los objetivos a los que en uno y otro caso hacían referencia uno y otro –el presidente y su ministro-, eran en los hechos lugares llenos de gente que, según los informes de la inteligencia francesa –la misma inteligencia que ayer se comió lo que se comió en pleno París- decía, porfiaba, esa inteligencia, que dichos lugares llenos de gente, eran campos de entrenamiento de terroristas destinados a atacar Francia. Basado en tal información, el gobierno francés consiguió blandir la bandera de la “legítima defensa”, y se mandó al ataque.
Los objetivos destruídos del presidente y su ministro son, en los hechos, seres humanos. Quizá entre todos ellos haya uno o varios terroristas inmersos en esta guerra. Pero también hay niños y otros inocentes. Los populares daños colaterales que a nadie nunca le importan.
Sólo que las blancas no juegan solas, las negras también mueven.
Ayer, viernes 13, Francia consiguió más razones para explicar mejor su legítima defensa, y una cadena de atentados sembró de muertos París en menos de dos horas. 
Y entonces  de vuelta, las masas ilustradas –ilustradas por los grandes medios (Hollywood incluído)- cayeron en la trampa de los grandes asesinos, coincidiendo una vez más en que matar no está mal. Depende, como siempre, de dónde se mate, a quién se mate, porqué se mate...
Con fervor colonial, desde ayer una melaza de lugares comunes se derrama por las redes sociales monocorde, previsible, insustancial. Políticos, artistas, deportistas, vedetongas, lo que venga, todo el mundo se lamenta por los muertos de París.
Buscamos en los diarios de la época, en Google, por todos lados reacciones similares cuando los incontables por constantes bombardeos franceses sobre Libia, Siria, Iraq, la República Centroafricana, Mali, sus incursiones armadas, sus desmanes… nada. No encontramos nada. Ni un tuiter de la Xipolitakis.
Las conclusiones aterran. O los africanos no son seres humanos, o sí pero matarlos no siempre importa. O importa pero según dónde y por qué los mates. Bajo la noche llena de estrellas del Congo, o en los desiertos de Libia, por ejemplo, son gratis. Matar por uranio, petróleo o diamantes, sólo precisa de una coartada política, tipo la democracia, la libertad, etc, y listo, matás tranquilo. Matar en cambio por razones religiosas, y encima en un teatro del boulevard Voltaire, ya resulta un crimen imperdonable, una tragedia mundial sin precedentes.
Así nos va. 


jueves, 15 de octubre de 2015

LOS CANDIDATOS Y EL NARCOTRÁFICO: EL FRACASO QUE VIENE...



A pocos días de las presidenciales, los principales candidatos a gobernar el país expusieron ya sus distintas estrategias para combatir uno de los mayores problemas del mundo: el narcotráfico. Aguerridos, enérgicos y previsibles, los tres auguran un crecimiento exponencial del negocio, y le aseguran al crimen organizado su monopolio exclusivo.

TRES TRISTES TIGRES



Si actualizamos poco esta sección –Legalización o Dependencia- es porque nunca tenemos nada nuevo que decir, y nos pesa repetirnos.
Aquí va otra vez: el problema de la droga –como abruptamente se le llama- no reside hace mucho en el daño que pueda hacerle al organismo, al cerebro, a la juventud, a la sociedad, y esas cosas. El problema de la droga consiste en decidir, y cuanto antes, quién manejará el segundo mayor negocio de la Tierra: si el estado organizado, o el crimen organizado.
Repetido lo dicho, y en virtud de su incuestionable verdad –verdad más vieja que la historia de la Ley Seca en Estados Unidos-, prestamos especial atención a las propuestas sobre el tema de los principales candidatos. Y sin necesidad de ahondar mucho en ninguna de ellas, dada la superficialidad de todas, concluimos lo siguiente:
Primero que nada, ninguno de los tres parece interesado en resolver el problema. Sí coinciden, en cambio, en que lo importante ahora es ganar votos. Así cada uno -sin imaginación para resolver porque resolver no les importa-, plantean en todos los casos políticas represivas como si la historia no existiera y por ese camino algún estado hubiera resuelto algo alguna vez. Discépolo diría: “una risa que dan ganas de llorar”.
El más laborioso, el más ingenioso -si algún ingenio le cabe al fracaso-,  es Daniel Scioli, que habla de crear una agencia onda la DEA, cuyos integrantes, especialmente entrenados -como los agentes de la DEA-, más antes que después se perderán -como los agentes de la DEA- en ese limbo de niebla donde narcos y agentes se confunden y se abrazan mientras el negocio no para de crecer. Caso contrario, la DEA ya lo hubiese resuelto.
Otro que también sabe ignorar la historia es Sergio Massa, quien podría haber sido el más cómico de estos tres tristes tigres, de no haber resultado tétrico. Su promesa-amenaza de entrar con el ejército a las villas –mientras Nordelta se le llena de narcos-, es un disparate sin embargo aterrador, pero lo cómico está en que para sostenerlo, Massita no se cansa de citar como ejemplos a Brasil, México y Venezuela, donde los homicidios y el narcotráfico crecen en progresión geométrica.
De cualquier forma, la risa mayor se la lleva una vez más Mauricio Macri, que en su ignorancia impar, con el carisma de una momia, y la sencillez de la impericia, promete “correr al narcotráfico a los ponchazos”, tal y como gritaba los otros días por Salta y Jujuy, revoleando un poncho al mejor estilo Soledad, y con esa gracia desgraciada que lo hunde en sí mismo tan rápidamente.
En síntesis, y más allá de eslóganes, bravuconadas y ponchos, los tres concuerdan en repetir un fracaso ya mil veces probado. Gane quien gane, la prohibición, clave del negocio, no será cuestionada. Políticas represivas aseguran así el alto precio del producto, a la vez que garantizan la dinámica que convirtió al narcotráfico en la segunda actividad más rentable del mundo.  
Total, con más o menos policías, fiscales, políticos y jueces que cooptar o comprar o liquidar, el negocio seguirá creciendo, y siempre en manos del crimen organizado, que así, con el tiempo y las vicisitudes, se organiza mejor.
El Chapo Guzmán los votaría a los tres.

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lunes, 14 de septiembre de 2015

ESCRITOR X ESCRITOR - Hoy: Louis Ferdinand Céline x René Barjavel



ESCRITOR POR ESCRITOR


Aunque más no fuera por alentar o sostener o cuando menos celebrar esa magnífica fraternidad fuera del tiempo y del espacio que suscita la escritura entre escritores, aquí El Martiyo presenta esta sección que fija, recorta y comparte, en fragmentos preciosos, pedacitos de ese platónico amor de verdad desinteresado, de verdad espiritual, de verdad eterno… de verdad amor.
Escritor x escritor, es una sección, como Destellos Ajenos, inmejorablemente escrita porque la escriben los mejores, sólo que aquí los unos elevan a los otros elevándose así en prueba de una generosidad como la que soñaba don Antonio Machado, cuando “la monedita del alma, se pierde si no se da”.


ESCRITOR x ESCRITOR


Hoy: Louis Ferdinand Céline x René Barjavel


L. F. Céline



"Para mí, en el siglo XX, no hay hasta ahora sino un innovador, que es Ferdinand. Un solo escritor incluso. Espero que no te ofendas. Está tan por encima de nosotros. Que lo torturen y persigan es normal. Es espantoso decirlo, siendo como es un hombre vivo, pero, al mismo tiempo, por su grandeza no se puede por menos de considerarlo fuera del tiempo y de las contingencias que lo aplastan. Estoy profundamente convencido de que cuanto más grande es un hombre, más se expone a que lo maltraten todos. La tranquilidad es sólo para los mediocres, los que se confunden con la multitud. Céline desea volver a París o a Francia, y tu haces todo lo que puedes para ayudarlo, pero ten en cuenta esto: dondequiera que esté, lo perseguirán. Su deseo de encontrar la paz en un sitio distinto de donde está, no es sino un sueño. No va a encontrar la paz en ninguna parte. Lo perseguirán hasta la muerte, dondequiera que vaya. Y él lo sabe perfectamente. Y no lo puede evitar, ni nosotros tampoco. Lo único que podemos hacer es proclamar en todas las ocasiones, que es el más grande, e incluso al hacerlo, atraemos sobre él los odios decuplicados de los pequeños, los mediocres, los castrados, todos los que se mueren de odio envidioso en cuanto les levantan la cabeza para mostrarles las cimas. Son la multitud.”


(Fragmento de una carta dirigida al escritor Albert Paraz)


René Barjavel



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domingo, 13 de septiembre de 2015

EL MUNDO EN GUERRA O LA GUERRA DEL MUNDO...


No hay un número exacto de la cantidad de conflictos bélicos que soporta el mundo en la actualidad. Las estimaciones van de 22 a más de 80, según la ferocidad, o sea, la cantidad de víctimas. Algunas son guerras con varias décadas en marcha, otras recién comienzan pero prometen. Todas tienen su coartada romántica y su móvil económico. Detalles, analogías y coincidencias, hacen de este presente un pasado difícil de creer en el futuro.


LA GUERRA DE TODAS LAS GUERRAS



A nosotros no porque no nos importa, pero a los historiadores de un futuro más o menos cercano les costará explicar este presente, y acaso recuerden nuestros días como los tiempos de la Gran Guerra Mundial o la Guerra de todas las guerras o la Guerra Global o algo por el estilo, y entonces las dos famosas contiendas del siglo pasado cobrarán su verdadera dimensión de guerras internacionales, multinacionales, pero no mundiales, porque guerra mundial es esto: cuando todo el mundo está en guerra, y el que no también se jode.
Buscamos el número exacto, pero hay demasiados números y ninguno actualizado. Las cifras que intentan precisar los conflictos bélicos en marcha van de 22 a 83. Los muertos se cuentan por millones, pero la cantidad exacta es inasible como el viento, porque corre y no para de correr. Los desplazados, los refugiados, también son lógicamente cada día más.
A la hora de estudiarnos para comprenderse, las generaciones por venir advertirán que todos estos conflictos actuales tuvieron su correspondiente coartada romántica, moral, patriótica, justiciera y/o religiosa, o todas o varias a la vez. Pero que los móviles reales fueron siempre económicos. En todos los casos.
Otra característica que aúna y distingue las muchas guerras en trámite, es que en todas, franca o soterradamente, participan las grandes potencias de la hora, y sin embargo todas a su vez mantienen sus propios territorios en paz. O en la relativa paz que les corresponde a los promotores de las guerras.
A nosotros, hoy, no nos importa, pero los profesores de historias de nuestros nietos o sus hijos, tendrán serias dificultades para convencer a sus alumnos de la verosimilitud de estos días. Así como nosotros, hoy, nos resistimos a creer, por ejemplo, en los tiempos de los dioses griegos, y quién te dice…
Porque hay detalles fantásticos. Sobre todo si se recuerda las predicciones de los grandes habladores del pasado reciente, que en los albores de la era atómica y otras posibilidades de la destrucción masiva, se animaron a predecir muy compadritos que las guerras del futuro serían breves, certeras y fulminantes como rayos hechos a mano. Pero el futuro llegó y se les cagó de risa en la cara.
De estos conflictos “modernos”, algunos llevan sangrando ya más de medio siglo y miles y cientos de miles y millones de muertos inocentes, o daños colaterales, como también gustan decir aquellos decidores.
Colombia está en guerra desde 1964, por ejemplo. Filipinas desde 1969, y a falta de un conflicto tiene dos. Pero le supera la India, que tiene cuatro, aunque empezó dos años antes, en 1967. Cifras de muertos, militares y civiles, hay muchas. Pero los muertos son incontables porque todos estos conflictos están en marcha, y así el minuto a minuto se hace imposible.
También están en pleno desarrollo y evolución las guerras de Irak, Afganistán, Pakistán, Siria, Chechenia, Libia, Yemen, Ucrania, Sudán, Birmania, Tailandia, Israel y Palestina, República Centro Africana, República Democrática del Congo, Nigeria, Eritrea, Sri Lanka, Uganda, Ruanda, Chad, Mali, Etiopía, Sudán, entre otras… si esto no es la guerra mundial, global o algo así…
Una de las más difíciles de contar –de creer- mañana, será, quizá, la guerra del Congo, o de Zaire, o la Guerra Mundial Africana, como también le llamaron porque llegaron a participar en ella once países de la región. Tuvo muchos nombres: Gran Guerra Africana, Segunda Guerra del Congo (porque ya habían armado otra, cuando al Congo le decíamos Zaire), pero por muchos nombres que le pusieron, nadie la creyó nunca el todo. De hecho, dirán los libros, sus propios contemporáneos dejaron de creer en ella y la dieron por terminada en 2002. Pero en 2015, trece años después, los muertos seguían lloviendo y la ONG Médicos Sin Fronteras denunciaba más de 60 grupos armados en operaciones, muchos de ellos financiados por países vecinos que a su vez reciben apoyo de otros países ya no tan vecinos, pero igualmente amables.
En esta guerra de escasa prensa también hay muchos números de muertos, y aún más muertos que números. Las cifras van de los 4 a los 6 millones de personas, pero lo curioso es que sólo 500 mil cayeron en combate. Las otras, los otros millones, murieron de hambre o de sed, por enfermedades, falta de atención médica y saneamiento básico, y otras consecuencias típicas de casi dos décadas de muerte y destrucción.
Los razones étnicas y políticas para semejante carnicería, son varias.
Los motivos también son varios, entre otros: cobalto, cobre, oro, diamantes y coltán, un mineral del cual el Congo posee el 80 por ciento de las reservas mundiales, y sin cuya participación este blog y su pantallita y nuestros celulares y todo esto sería imposible. Tecnología de punta y barbarie medieval. En el futuro nadie podrá creerlo.
Hablando de refugiados, el Congo, con su guerra tan calladita, ya produjo más de 3 millones. Parece mucho, pero no tanto si se considera que el conflicto lleva casi dos décadas, y que Siria con menos de un lustro ya le gana por un millón. Tiempo al tiempo.
Otro detalle que por suerte no podrán creer nuestros nietos o biznietos, es que de los hoy técnicamente incontables países en guerra, 22 de ellos utilizan niños en sus ejércitos. A ellos sí UNICEF pudo contarlos, acaso porque se trate de los únicos privilegiados.
En todo –y sólo- el África, hoy, la ONU estima en cien mil el número redondito de los niños-soldado. (Niños o niñas, en todo sentido para el caso es lo mismo).
La guerra invisible del Congo es acaso donde más se lucen. Durante la breve tregua de 2003 30 mil menores de quince años fueron desmovilizados, y actualmente se estima que unos siete mil chicos siguen en combate. Es una suerte que sea invisible.
Pero más allá del número preciso, 22, 83, 50 o 100, producto de esta guerra hecha de muchas guerras, según el ACNUR –la agencia para refugiados de las Naciones Unidos-, la cantidad actual de personas desplazadas en el mundo es ya de 62 millones.
Sesenta y dos millones.
Toda Francia, una Argentina y media, diez veces Grecia.
Y cada día que pasa 45 mil personas más deben dejar sus casas espantadas por alguna de estas guerras.  
No son estadísticas ni porcentajes, índices o proporciones. Son personas y sucesos que hoy ni siquiera nos importan pero que nuestros nietos o los de ellos no podrán creer, comprender, ni perdonarnos.