Abusada la paciencia, ahora truena el
escarmiento. Pasacalles, pintadas, muros de redes y de calles lo avisaban: Si la
tocan a Cristina… Ni oposición ni oficialismo lo entendieron. Los unos creyeron
que bastaba proscribirla y encerrarla como hicieron con Perón en el 45. Los
otros organizaban un operativo clamor que les explotó en la cara, y que no cesa.
Ahora nadie se anima a predecir dónde, cómo ni en qué terminará todo esto. Sólo
el pueblo y la historia pueden saberlo.
EL RAYO QUE NO CESA
“Ya
somos el pasado que seremos”.
Jorge Luis Borges
Lo que es muy grande, lo inmenso, para ser
comprendido, requiere distancia, perspectiva. No se puede contemplar una montaña
sin alejarse de ella. Con la historia sucede lo mismo, se teje con los días del
presente, pero se entiende en el futuro, cuando ya es pasado.
El 25 de mayo de 1810 frente al Cabildo de
Buenos Aires, los vecinos de la ciudad no hablaban del feriado nacional que inauguraban,
ni de los muchos chocolates patrióticos que servirían ese día para siempre, ni
de la incipiente industria de la escarapela nacional. Más bien puteaban al
virrey, algunos a Saavedra, otros a Moreno, en fin: hacían el futuro, no lo habitaban.
Así también transcurren ahora estas
jornadas de agosto, que recién el tiempo sabrá dimensionar como, acaso, otra
semana de mayo que sigue más allá de su semana, o como un largo 17 de octubre
que estalló un día, pero que no se calmó ese mismo día...
Con el tiempo los historiadores evaluarán
sin pasiones coyunturales los elementos de la realidad. La espectacularidad mediática
de una causa judicial plagada de inconsistencias, irregularidades, ilegalidades;
las fotos de fiscales y jueces jugando a la pelota, compartiendo asados en la
quinta del expresidente, a la sazón enemigo acérrimo de la acusada… pero no
habrá registro documental de pruebas concretas que expliquen el pedido de cárcel
y proscripción contra la acusada, a la sazón, lideresa indiscutida del único
movimiento que inquieta a los Estados Unidos. La historia sabe separar el trigo
de esa paja.
Entonces contará la inmediata, espontánea
reacción de las masas populares tomando las calles de todo el país, rodeando su
casa durante días y noches de vigilia festiva, creciendo con las horas, copando el recoleto barrio
de la Recoleta, agotada su paciencia, tronando como un escarmiento en el corazón
gorila de la ciudad gorila.
Referirá también el apuro tardío de los
dirigentes, corriendo para ponerse a la cabeza de esas masas cansadas de
esperarlos, mientras muchos de ellos todavía soñaban con un peronismo sin Cristina,
cuando el pueblo se levantó con la cabeza de ellos, y tomó las calles de una
vez por todas. El operativo clamor no pudo ser organizado: les explotó en la
cara. La historia se ocupará de esas cosas.
Campeón mundial en la disciplina Tiro por
la Culata, el antiperonismo marcará otro hito en la extensa trayectoria de sus
fracasos. Será inevitable la analogía entre estas jornadas de agosto, y aquellas
de octubre, cuando los mismos sectores creyeron que bastaba con encerrar y
proscribir al líder que el pueblo había elegido, y chau… No habrá diarios de la
época hablando de “aluvión zoológico”, pero tendrán en cambio el silencio furioso
de Clarín y La Nazión obviando el asunto, callando las movilizaciones, ignorando
las multitudes, injuriando a Cristina como antes hacían con Perón y Evita, y con
sus tres toneladas de mentiras ya del todo expuestas, porque el tiempo es maula
y no perdona… La historia recogerá esas cosas.
De momento, nada más transcurre. Las jornadas
de agosto no se detienen. En todo el país, y ahora también en el exterior,
continúan las movilizaciones, espontáneas o autoconvocadas; mientras el PJ dispone
el estado de alerta y movilización permanente. La reacción popular clausuró la
interna del Frente de Todos: manda Cristina. Es difícil distinguir si es que su
candidatura para el 23 madura, o más bien se impone. Pero es muy probable que
las jornadas de agosto, sigan más allá de setiembre hacia un nuevo octubre.
La historia y el pueblo lo dirán.
* * *
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Como tantos medios públicos, EL Martiyo no deja de ser privado, y por lo tanto se reserva el derecho de pubicar o no los comentarios recibidos.