////// Año XVIº /// Editor Anónimo: Daniel Ares /// "Prefiero ser martillo que yunque", Julio Popper ///
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viernes, 18 de septiembre de 2020

EDUARDO DUHALDE, o el síndrome de Johnny Wessmüller…

 

 

Que la Argentina es un país de oportunidades, lo demuestra mejor que nadie Eduardo Duhalde, quien luego de un fracaso electoral accedió a la presidencia de la Nación, le mintió a los ahorristas, juró retirarse de la política, volvió y volvió a perder, y aun reconociéndose como sicótico, todavía habla.

 

LA LEYENDA DE TARZÁN



 

Intendente de Lomas de Zamora, vicepresidente del primer Menem, gobernador de la Provincia de Buenos Aires durante el segundo, Eduardo Duhalde quiso ser presidente en el 99, pero perdió con De la Rua, cuya impericia letal le permitió acceder al poder sin precisar que lo vote nadie.  

Así en 2002 inició su interinato presidencial, y apenas asumió les prometió a los ahorristas argentinos que habían depositado dólares, que les devolverían dólares. Pero luego fue Héctor Magnetto y le explicó que la deuda de Clarín era tan grande, que valía lo mismo que el Grupo, y que si él no la pesificaba, ellos desaparecían. Entonces Dhualde tuvo que elegir entre Clarín, y los ahorristas argentinos. El final de esta historia te lo cuenta cualquiera.

Abortado por fin su interinato cuando su policía asesinó a Darío Kosteki y Maximiliano Santillán, Duhalde juró públicamente retirarse de la política. Otra vez no cumplió, y en las presidenciales de 2011 se presentó como candidato a la presidencia acompañado por Mario das Neves y bajo el lema Frente Popular. Ganó en un solo distrito donde sacó el 36,56 % de los votos: las bases militares de la Antártida Argentina. A nivel nacional, en cambio, obtuvo el 5,86% contra el 54,11 de Cristina Fernández y Amado Boudou. No lo soportó. Hemingway tenía razón: el hombre está preparado para la muerte, no para ser destruido.

Desde entonces, la destrucción, el resentimiento, y el peso específico de sus verdaderos dueños y representados (Clarín, Techint, la policía, los militares), arrojaron a Eduardo Duhalde a una especie de limbo político donde él ambula entre fantasmas y fantasías, dice lo que dice que no piensa, se confiesa sicótico, y vuelve a derrapar. Por mucho esfuerzo que ponga Clarín, ese Pinocho también se les rompió.  

Una vez Johnny Wessmüller, el mítico Tarzán, visitó la Argentina. Estaba viejo, y no estaba bien. Un programa de entonces lo trajo como atracción, y luego quedó unos días yirando por la ciudad. Allí donde aparecía, le pedían su célebre grito. El hombre lo intentaba, y la gente igual aplaudía. Pero una noche lo llevaron a escuchar unos tangos al Viejo Almacén de Edmundo Rivero, y allí también la concurrencia le pidió su grito, y él se levantó y empezó a intentarlo. Una vez y otra vez, y ya no paró de intentarlo hasta que por fin se lo llevaron. No estaba bien.

Eduardo Duhalde tampoco. Ya por aquellos días de su destrucción política en 2011, comenzaron a circular por ámbitos políticos y periodísticos rumores de su senectud y sus desvaríos. Cada tanto desaparecía de la escena, y se decía que era por eso. Pero como el viejo Tarzán, cada tanto vuelve y prueba gritar en público esperando el viejo aplauso.

Y siempre alguien lo aplaude, más bien.

Aquella noche en El Viejo Almacén los presentes también aplaudieron a Johnny Wessmüller.

Hasta que se lo llevaron.




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miércoles, 9 de septiembre de 2020

LA VIEJA Y MALDITA POLICÍA BONAERENSE…



 Agentes de la Policía de la Provincia de Buenos Aires -al cabo de cuatro años de silencio aún perdiendo el 30% de su salario- desconocen el orden institucional usurpando las armas y los móviles que les dio el pueblo. Sin organización y sin orden, llevan reclamos salariales y laborales, pero también políticos; mientras invocan el valor y el sacrificio del buen policía. 
Como si fuera posible borrar a los gritos toda la historia de sus crímenes.


BASTARDOS SIN GLORIA

                                           



No debe haber en la historia de la Argentina una institución más despreciada y temida que la Policía de la Provincia de Buenos Aires. Conseguir esa marca, no fue tarea fácil, les llevó años. Alguna vez fueron conocidos por garroneros, mangueros, coimeros, y otras pillerías menores. Pero cuando llegó la dictadura, el General Ramón Camps -asesino en masa-, los organizó para el crimen. 
Comenzaron con el secuestro, la tortura, la desaparición de personas, y/o, el asesinato. Se volvieron célebres por temibles como un ejército aparte. De sus filas surgieron grandes criminales como los comisarios Miguel Echecolatz o Luis Abelardo Patti, o el inefable capellán rabioso Cristian Von Wernich; hoy los tres condenados a prisión perpetua.
Un día la dictadura cayó, y Camps por fin se fue. El odio, el oprobio y el cáncer se lo comieron de a poco. Pero para entonces la Bonaerense ya era la Maldita Policía, y en adelante sus hombres aparecerían involucrados sin falta en los delitos más graves: secuestro extorsivo, trata de personas, contrabando, narcotráfico, asalto a mano armada, zonas liberadas, apremios ilegales, falsificación de documentos, y desde luego, homicidio.
Se podrá decir que nada de esto la distingue de otras policías provinciales, pero la Bonaerense es la organización armada más grande el país, incluyendo a las FFAA.
Es sabido que la policía suele nutrirse de jóvenes de clase media baja, chicos sin grandes oportunidades, atraídos más que nada por una salida laboral, un sueldo seguro, una obra social, etc. Por ello en casi todos los casos, la vocación de servicio es ninguna. Luego estos jóvenes, sin demasiada formación personal tampoco, reciben una placa y una pistola que suele infundirles cierto complejo de superioridad frente al civil, y con frecuencia, dicho complejo redunda en un peligroso resentimiento. En tal sentido, la Bonaerense no es peor que otras policías. Pero es la más grande, y tal vez por eso la más famosa, y la más despreciada
Hoy cuenta con 90 mil agentes, y acumula más de 40 mil denuncias por irregularidades, tan sólo en los últimos cuatro años, y según un informe realizado en diciembre de 2019 por la Auditoría de Asuntos Internos. O sea, una denuncia cada dos agentes.     
Según el Ministerio de Seguridad bonaerense, entre diciembre de 2015 y noviembre de 2019, se iniciaron 39.392 sumarios por motivos que van de la extorsión a las irregularidades “graves”, pasando por la violencia de género, e institucional. 2300 agentes fueron entonces exonerados, 13.685 apartados, 3000 suspendidos mientras se los investiga, y 1007 están detenidos.
Del total de sumarios se desprende también que un 7% responde a indisciplinas menores, como abandono de servicio; un 6% son investigaciones patrimoniales; un 10 es por irregularidades en dependencias policiales, otro 10 por violencia de género, un 12 por excesos en el uso de la fuerza, y un 55% (cincuenta y cinco) por corrupción, tópico que incluye asociaciones ilícitas, zonas liberadas, protección a narcotraficantes, o tráfico de drogas. Cuando no las consumen.
El año pasado se realizaron controles toxicológicos programados sobre apenas 3300 agentes, de los cuales sólo el 0,3% arrojó resultados positivos. Pero cuando las mismas pruebas se realizaron sin previo aviso, el porcentaje subió al 3%, pese a que sólo se hizo sobre 800 agentes. O sea, un crecimiento superior al 400%.
Otra de las grandes distinciones de la fuerza, es el enriquecimiento ilícito.  A partir de 2015, se iniciaron por esto 2.168 sumarios contra oficiales, parientes y posibles testaferros. El número de investigados asciende a 3.500, 218 ya fueron denunciados ante la Justicia, y 11 procesados ante la Unidad de Información Financiera (UIF) por lavado de activos.
Hoy, ahora -siendo las seis de la tarde-, desde ayer y todavía -y al cabo de cuatro años calladitos mientras perdían el 30% de su salario-,muchos de estos delincuentes -arengados por Patricia Bullrich y otros vestigios de la derrota- decidieron sublevarse, desconocer el orden institucional, y por lo tanto, atentan contra la democracia. Rodean la casa de gobierno de la provincia, y amenazan la Quinta Presidencial usurpando las armas y los móviles que les da el Estado y les paga el pueblo. Sin organización y sin orden, llevan reclamos salariales, laborales, judiciales y políticos, personales y afectivos, bien no se entiende. Depende a quién le toque el micrófono de los canales que los excitan. Algunos se cuelgan de una torre, otros le dan al bombo, otros se enojan por la domiciliara de Lázaro Baez… y algunos incluso todavía se preguntan por qué la gente los desprecia tanto.


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miércoles, 24 de junio de 2020

CLARÍN/LA NAZIÓN: DEL ANTIPERONISMO AL ANTIPERIODISMO…



El pozo de mierda sin fondo descubierto en la AFI macrista, contiene más ingredientes sensacionales que el famoso caso Watergate. Sin embargo Clarín y La Nazión no se enteran de nada en una demostración terminal de la decadencia periodística sufrida al cabo de tantos años de hacer cualquier cosa, menos periodismo.

EL SILENCIO Y LA FURIA




Hace falta una inteligencia en declive -o deshecha por el odio-, para no sentirse subestimado al leer Clarín o La Nazión, cuando ya la única utilidad que brindan se limita a la masa menguante de sus lectores, y consiste en ofrecerle una cobertura argumental para el odio inconfesable que la convoca. Pero a pesar de sus creyentes, un medio periodístico que no sirve para informarse, ya no sirve para nada. La autodestrucción es su dinámica.
   Ríos de tinta que no cesan comenzaron a correr en 1972 a partir del escándalo conocido como Watergate, un caso de espionaje ilegal revelado por The Washington Post, y que acabaría en la renuncia del presidente Richard Nixon; entre otras cosas, por espiar a sus adversarios políticos valiéndose de elementos de la CIA, el FBI, y la policía local. Más allá de pormenores que no vienen al caso, la historia acabó convertida en un hito del periodismo de investigación y su alcance de fuego.
   Incluso hace menos de un año –el 8/8/19-, el propio Clarín recordaba el caso, reverenciando la importancia del periodismo de investigación para el bien de la democracia, y coso. La Nazión también lo evoca con frecuencia, en un intento casi gracioso por compartir alguna especie de gloria corporativa.
   Sin embargo, ninguno de estos medios muestra el más mínimo interés por la cloaca reventada en la AFI macrista. Agentes arrepentidos no paran de confesar en un festival de la canción, dan nombres, datos, fechas; parte vital de Cambiemos ya se presentó como querellante -Larreta, Vidal, Ritondo, Santilli-; el escándalo involucra en línea directa a Patricia Bullrich y Mauricio Macri; hay elementos de la AFI, del Ministerio de Seguridad y de la Policía Metropolitana; se conocieron informes, fotos y grabaciones de figuras políticas, sindicales y judiciales -propias y ajenas, familiares incluidas-; se confesaron operaciones, operativos y operetas, intervenciones telefónicas y de correos electrónicos, seguimientos personales y hasta atentados con explosivos… pero Clarín y La Nazión no se enteran de nada.
   En sus ediciones diarias se copian titulares sobre las caídas de la economía y el empleo (siempre en la Argentina, las del resto del mundo también las desconocen); embisten contra CFK porque habla o porque se calla, porque se peina o se despeina; alientan la pandemia, el amontonamiento y sus muertes, y desesperan por vender sus productos televisivos amenazados por las mediciones en caída libre. De la AFI ni mu.
   Como el que calla otorga, un silencio semejante en medios de tanta importancia, revela a su vez la importancia del caso, sus complicidades, y sus temores. Ya no parece posible tergiversar, malinformar, ni siquiera mentir, nada. Son tantos y tan contundentes los hechos, que sólo les queda ignorarlos, negarlos. Mejor no hablar de ciertas cosas.
   Lo que surge -lo que no para de surgir- de la investigación en marcha sobre la AFI del “vivo” de Arribas, reúne todos lo ingredientes del caso Watergate, y un bonus track ideal para Netflix. Porque lo de Nixon eran “sólo negocios”, y acá hubo “algo personal”. Además de la saña general, está otra vez el espionaje sobre hermanas y cuñados, y esto recién empieza… El Washington Post, el New York Time, se mearían por una historia así. La Nazión y Clarín ni la registran.  
   Ya no vale la pena preguntarse qué hubieran hecho estos mismos medios si ese volcán de estiércol estallaba sobre el gobierno de Cristina Kirchner. Todos lo sabemos, de un lado y del otro de la grieta. Ya no importa.
   Lo que importa es el odio, la codicia y sus consecuencias. Los dos diarios más importantes del país, se desangran así, desprestigiados por las desmentidas constantes, por las operaciones encubiertas cada tanto descubiertas (Santoro, Dalessio, Alconada Mom), por las “fe de erratas” en las que ya nadie cree, por los silencios descarados; limitados a la arenga ya incapaces de informar, reducidos a papel picado, inservibles a no ser para encender un fuego o envolver un desperdicio… y sus ediciones virtuales ya ni siquiera para eso.
   Recorrieron un largo camino desde el antiperonismo hasta el antiperiodismo. Pero llegaron.




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martes, 16 de junio de 2020

16 DE JUNIO: DÍA NACIONAL DEL TERRORISMO ARGENTINO...



BAUTISMOS DE FUEGO




Un día como hoy de 1955 se inauguraba el terrorismo en la Argentina, cuando oficiales de la Armada y la Aeronáutica pasaban a la clandestinidad, secuestraban 34 aviones propiedad de las Fuerzas Armadas del Estado, bombardeaban la Plaza de Mayo y acribillaban sus calles aledañas asesinando más de 300 personas y dejando más de 700 heridos en tres incursiones que empezaron poco después del mediodía, y acabaron hacia las cuatro de la tarde, cuando el teniente primero de la Fuerza Aérea Carlos Carus, soltó desde su Glooster la última bomba sobre la multitud. Nacía en la Argentina la subversión terrorista.
Porque lejos de ser apresados, juzgados y condenados, aquellos asesinos en masa fueron perdonados y después glorificados por buena parte de la ciudadanía. A partir de entonces, cualquier cosa podía suceder.
Tanto así fue, que tres meses más tarde aquellos subversivos derrocaban al gobierno democrático, se alzaban con el poder, y antes de un año se largaban a fusilar militares, militantes y obreros en la noche de los basurales. Y tampoco entonces nadie hizo nada.
Al contrario.
La derecha y sus embajadas aplaudían con rabia, pero también la izquierdita argentina. Desde su lustroso periódico La Vanguardia, el socialista Américo Gioldi vivaba los muertos al grito de “se acabó la leche de la clemencia”; mientras el otro gran socialista de lo hora, don Alfredo Palacios, era embajador en el Uruguay. Todos estaban de acuerdo, y así el terrorismo subversivo dejó de ser subversivo. Ya era cuestión de Estado. Ahora todo era posible. Nunca más nada debería sorprendernos. Ni siquiera una insurrección armada, ni siquiera un genocidio.
Bajo un manto de neblina y silencio, antes de ayer se cumplió otro aniversario de la capitulación firmada por el general Mario Menéndez en Puerto Argentino ante su par británico Jeremy Moore.
En rigor de la verdad histórica, el documento se firma poco después de la medianoche del 14, pero queda fechado el 14 a las 23.59. 
Las conversaciones con Jeremy Moore habían comenzado temprano, apenas pasado el mediodía, pero el acuerdo se retrasa, entre otras razones, porque Menéndez no podía garantizar con su rendición la rendición de la Fuerza Aérea, cuyos pilotos aún a esa hora aterraban y destruían a la Flota Real y a sus tropas. Ni siquiera podía garantizar que con él se rindieran los pilotos Aeronavales, que tanto daño les habían provocado.
Desde la Segunda Gran Guerra la Royal Navy no sufría el hundimiento de un solo buque. En Malvinas le hundieron siete, y otra decena quedó fuera de combate. De los 41 barcos de guerra que llevó a las Islas, sólo tres volverían intactos a Porthmouth. Los aviadores argentinos, aeronáuticos y navales, les habían dado una paliza histórica. Los ingleses nunca los olvidarían, por mucho que nosotros sí. 
Es una pena que ninguna de las dos Fuerzas -ni la Aeronáutica ni la Armada-, jamás hayan hecho público un arrepentimiento institucional por aquellos subversivos del 16 de junio de 1955, despegando así, del Día Fundacional del Terrorismo en la Argentina, sus respectivos bautismos de fuego.





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lunes, 4 de noviembre de 2019

PERONISMO: EL ETERNO RETORNO...


Resistido, injuriado, bombardeado, fusilado, desterrado, perseguido, proscrito, torturado, desaparecido, el peronismo siempre vuelve.
 Incomprendido por izquierdas y derechas, ni combate el capital ni promueve la pobreza. 
Pero su propia doctrina explica el mito de su eterno retorno.




POR QUÉ VOLVEMOS






Ya fuera de izquierda o de derecha, el gorila medio ilustrado –ilustrado por los medios- tiene una confusión esencial con el peronismo. Le molesta detectar a un peronista de vacaciones en Miami, usando una cartera de marca, o montando una Honda CBR1000. Todavía se exaspera con las joyas y los vestidos y las pieles de Evita. Entiende que el peronismo debería promover la pobreza, cuando viene a ser todo lo contrario.
Alguna vez tuve la suerte de conocer y tratar a don Enrique Pavón Pereira, biógrafo oficial de Perón, quien a su vez heredó de don Enrique la primera oficina que ocuparía en la Secretaría de Trabajo y Previsión, donde todo comenzó. Desde entonces se conocían.
Entre muchísimas historias, anécdotas y detalles de oro, don Enrique me contaba que efectivamente Evita se mezclaba entre los pobres luciendo y exhibiendo sus joyas, que se las mostraba y les recordaba: “también estas cosas son para ustedes, estas cosas tienen que aprender a desear”. Peronismo explícito.
Lejos de la austeridad que venera la izquierdita argentina -cuyo máximo referente, Nicolita del Caño, sólo puede jactarse de carecer de automóvil-, el peronismo promueve la abundancia, el disfrute, amplía derechos y horizontes, la mentada movilidad social, pero a partir de la igualdad, es decir: no hay un techo, hay un piso.
Claro que el peronismo no combate el capital, apenas sus abusos. Hace del Estado una herramienta de equilibrio frente a la codicia privada, los intereses imperiales, la usura, y el desguace nacional. Es un movimiento burgués, pero eso lo volvió maldito.
Tiene principios simples, y por ello también tan claros. Aspira a la independencia económica para alcanzar la soberanía política sin la cual la justicia social se hace imposible.
Anticlerical pero de índole cristiana, su doctrina prioriza la defensa de los pobres, de los postergados, los desposeídos. Los descamisados. Cree que un rico puede entrar al cielo, pero no si todavía existen pobres.
Sanmartinano, bolivariano, entiende la integración regional con Latinoamérica como una condición necesaria para la independencia completa de todos sus Estados.
Concebido para y por argentinos a la medida de la Argentina, resulta un fenómeno muchas veces incomprensible para la mirada internacional, que así lo trata de izquierda populista, como de fascismo simple.
Resistido, injuriado, bombardeado, fusilado, desterrado, perseguido, proscrito, torturado, desaparecido, el peronismo siempre vuelve, una vez y otra vez surge y resurge de las profundidades de ese pueblo que ya vio las joyas, que conoció con él sus días mejores, cuando aprendió a soñar, a tener esperanzas, a organizarse y luchar y sentirse más digno y más respetado y muchas otras cosas de esas que nunca se olvidan.
Por eso volvemos siempre.



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sábado, 2 de noviembre de 2019

ALBERTO, LA GRIETA Y SU PAZ CON LOS MEDIOS…




En otra de sus promesas incumplidas, lejos de cerrar la grieta, Mauricio Macri se dedicó a cultivarla, y debido al fracaso total de su gestión, la profundizó hasta el abismo en su caravana del adiós. 
Más allá de las buenas intenciones de Alberto Fernández, el periodismo de guerra no acepta su paz y siguen las hostilidades. 
En una nueva edición de la eterna contienda argentina, el peronismo vuelve al gobierno, y el antiperonismo al odio.


LA GRIETA QUE NOS PARIÓ



La grieta no cerró, quedó bien abierta, en carne viva.
La guerra con los medios la dio por terminada Alberto Fernández, no los medios.
Confiamos en que el nuevo gobierno reactive la economía, resuelva el hambre, alivie la pobreza, recupere la soberanía económica y por lo tanto política, retome con firmeza los reclamos por las Malvinas, y muchas cosas más confiamos en que hará. En cambio sus intenciones de cerrar la grieta y/o firmar la paz con el Grupo Papel Prensa, nos parecen menos que ilusiones: apenas fantasías.
Mucho más después de las últimas elecciones, cuando en su caravana del adiós Macri invocó todos los resentimientos de su público, hizo del odio su bandera, y agitó los peores miedos del ignorante medio ilustrado (ilustrado por los medios): Cuba, Venezuela, los Montoneros, el comunismo, la corrupción, el narco, los extranjeros, los negros, los pobres, los putos, los travestis, los otros… ya inocultable el fracaso en todos los ámbitos de su gestión, el único capital político que les queda es el odio, y a él se aferran.
Aún antes de terminadas las elecciones del domingo, con la violencia de un vómito ya bajaban por las redes el desprecio y la tirria de funcionarios oficiales, diputadas, diputados, anónimos y trolls que ya no disimulaban más nada. Eran diatribas torpes, furiosas, apuradas, mal escritas, brutales y burdas, esencia pura.
Mientras tanto los grandes medios y sus mayores empleados -recuperados de la “paliza” de las PASO- volvían a la operación berreta, al chisme inventado, a la insidia, a las viejas calumnias, al augurio tétrico, a la sospecha constante y retorcida a partir de una palabra, una mirada, un gesto, un dedito… el odio y la nada.
Con el mismo título el mismo día -para demostrar que ellos sí son lo mismo- Clarin y La Nazión alentaban en tapa las presiones del FMI sobre el gobierno por venir. Pero no ven ningún problema en el que se va mientras se desangra. El blindaje no cesa. Los ataques siguen y seguirán. El diario Perfil -¿que a que no saben a quién le compra el papel?- infló hasta el rumor la mentira simple de la internación de Alberto Fernández. Eduardo Feinman usa media hora de su programa para recordar el pasado montonero de Nilda Garré al cabo de cuatro años de olvidar el de Patricia Bullrich… Alberto Fernández podrá dar por terminada la guerra con los medios las veces que quiera, pero no se registra ni un solo antecedente en toda la historia humana de un acuerdo de paz unilateral.
El odio no se rinde, la grieta está en carne viva, ni siquiera es horizontal, es vertical, hay ricos y pobres y clase media de un lado y del otro, porque hace rato que no es política ni social, que roza lo moral, lo humano.
El Grupo Papel Prensa, aliado crucial de la Embajada, tampoco se rinde, prueba operaciones, presiona desde sus tapas, amplifica mentiras. La guerra con los medios, con esos medios, es a vencer o morir.
En 1952 una frase genial por su síntesis concentraba en apenas tres palabras todo el odio del mundo: viva el cáncer. El 23 de setiembre de 1955 una multitud como nunca Macri se animará a soñar vivaba en la Plaza de Mayo el asesinato en masa de cientos de compatriotas inocentes durante los bombardeos sobre esa misma plaza tres meses antes. Un año después fusilaban por orden del presidente Aramburu más de treinta personas entre obreros, militantes y militares. Total normalidad, la izquierdita gritaba: “se acabó la leche de la clemencia”. En 1976 los mismos que habían aplaudido los bombardeos y los fusilamientos ahora aplaudían, negaban o callaban la persecución, la tortura, el asesinato y/o la desaparición de miles y miles de personas, compatriotas también. El prócer escolar Domingo Faustino Sarmiento manda degollar al Chacho Peñaloza, hace clavar su cabeza en una plaza, y condena a su esposa a barrer alrededor. San Martín desterrado, acusado de traición a la patria. Rivadavia nos endeuda por 150 años y se queda con la avenida más larga del mundo. Moreno, Dorrego, Paz, Rosas, Facundo, Urquiza, Mitre, Roca, Yrigoyen, Uriburu… la historia de la Argentina es la historia de su grieta.
Mucho antes de llamarse peronismo y antiperonismo, dos fuerzas en pugna se alternan en la conducción del país pero la pugna se mantiene. Cuando ya no queda nada que saquear, cuando el fracaso al fin estalla, el antiperonismo se retira. Pero no se rinde. Se reagrupa y espera. Espera a que el peronismo reconstruya el país, lo reactive, lo enriquezca, y entonces vuelve para saquearlo. Y así una vez y otra vez desde el principio, desde mucho antes de llamarse peronismo y antiperonismo.
Alguien debería recomendarle al presidente electo que no pierda un minuto de su valioso tiempo luchando contra la grieta, que no espere ninguna paz con ninguno de esos medios, que ya lo ve… Que en tal caso la consigna es vencerlos hasta convencerlos.
Evita diría “hasta que no quede un solo ladrillo que no sea peronista”.



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sábado, 26 de octubre de 2019

MAÑANA ES EL MAÑANA...


MAÑANA




Mañana no es mañana, mañana es el mañana.
Mañana es pasado mañana y después
Y los años que le siguen, y la suerte de tus hijos y los suyos

Mañana no es un día, mañana es el día a día de los días por venir…
Mañana no es domingo, es decisivo.
No se descansa, no se juega.
Mañana es un destino.

Mañana es hora de recordar todo el pasado, el reciente y el anterior
La falsa piscina pintada en una plaza
El pequeño submarino perdido en el mar inmenso
El crecimiento invisible
El fútbol para todos
Los días dorados cuando marchábamos por ganancias
Las promesas incumplidas, las mentiras repetidas
La grasa militante, la angustia frente al rey
Los 30 millones de pobres que teníamos, los 35 que tenemos.
Las cadenas nacionales de la yegua
las cadenas extranjeras del fondo monetario internacional.
Mañana el pasado está presente o no hay futuro.

Dejemos para pasado mañana, para el café o la sobremesa nuestras distinciones especiales, originales, peregrinas…
La revolución sin fin, y sin principio tampoco.
El coraje bravío del que ya sabe que no gana
El santo inmaculado que solo sabe hablar
Mañana hay que elegir y hay solo dos opciones:
Los míos y yo, o nosotros y todos.
La Patria o el shopping.
La resistencia o la entrega
La vida o el marketing
La esperanza o el odio
La pesadilla o el sueño. 
El mañana... o como diría Borges: el horror de vivir en lo sucesivo



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sábado, 12 de octubre de 2019

PARADOJAS ARGENTINAS: MACRI EN SU LABERINTO…



Saliente y sin salida, ausente sin que se note, Macri pasea su fracaso por las calles de un país que se descompone en la incertidumbre y la miseria. Ninguneado por el FMI, abandonado por el Círculo Rojo, ignorado por Trump, apenas la oposición lo sostiene en el gobierno. Pero son tantas sus víctimas, que a la hora de la Justicia ya ni Cristina podrá salvarlo.


LOS EJÉRCITOS DE LA MEMORIA

"Manifestación", Antonio Berni. 



Paradojas argentinas.
Repudiado en las urnas, astillada su Alianza, negado por sus propios candidatos, ninguneado por el FMI, olvidado por Trump –aunque no deje de arrodillarse-, abandonado por el Círculo Rojo –con Magnetto a la cabeza-, a Macri ya nada más lo sostiene en su cargo el peronismo, Alberto, el candidato de Cristina, o sea, Cristina. Bastaría una sola palabra suya…  
Mientras tanto pasea su derrota y sus vestigios por las calles vacías de la patria, con potentes altoparlantes que le enseñan a nadie los cantitos populares que escribieron sus comunity manager en un focus group; con su fiel Hernán Lombardi saltando como si bailara para animar a esas multitudes escuálidas o no, depende con cuáles se las compara, si con las que convoca Cristina allí donde aparece, o las que junta Lavagna en ninguna parte.
Pero el mérito no es solo de Cristina. Su equipo médico, también lo mantiene, sino en su cargo, al menos en marcha. El presidente es además el candidato y hay que darle cuerda. No hay otro. Entonces la química presidencial y su dinámica de calefón, que lo lleva sin escalas intermedias de la euforia al llanto y de la risa al enojo, de la gratitud a la amenaza, de la certeza mesiánica a la disculpa llorosa, de los ardores del infierno cuando estalla, a la calma de una llama de la nada.
Y grita, arenga, balbucea su dislexia y hace chistes todavía; le besa los pies a una jubilada que se sabe su papel; promete de nuevo lo que ya no cumplió, se envuelve en una bandera, se pone una bincha, un gorro, saluda a nadie al pasar, y a pedido de su claque repite a voz en cuello su no se inunda más como el viejo payaso con sus viejas gracias ante su vieja platea que igual hace que ríe bajo los escombros del circo.
Alrededor el país se descompone en la miseria, el hambre, la incertidumbre y el abandono. Más allá de las infantiles excusas oficiales, ya ni ellos consiguen negar la ruina económica, la destrucción total y el consecuente desastre social logrado en poco más de tres años por el mejor equipo de los últimos 50. “La pesadilla de llegar a fin de mes”, según el propio Macri. Sí, sic.  
El espionaje ilegal a jueces de hasta la Crote Suprema, acaba de estallar como una bomba absoluta. Su onda expansiva recién comienza. El presidente que subió procesado por escuchas ilegales, y que rápidamente fue sobreseído, quizá más rápidamente…
Por mucho que se acaloren majules y leucos, las excarcelaciones de Cristóbal López y Fabián de Souza abren la caja de Pandora de la extorsión, persecución y otros delitos cometidos también por el gobierno contra el Grupo Indalo en pos de C5N. Un expediente al que sumó ya su valioso aporte el defraudado macrista Daniel Vila, en nombre del Grupo América, y también por extorsión.
Y esa es sólo una causa de las cientos que les esperan, ya imposibles de enumerar en el marco de un breve post: ARA San Juan, Correo Argentino, Parques Eólicos, Autopistas del Sol, Panamá Papers –o sea, evasión y lavado de activos-; Aportes truchos, MacAir, las coimas de Odebretch, el Soterramiento del Sarmiento, Santiago Maldonado, Rafael Nahuel, Iron Montain, D´Alessio & Co… en fin, la lista es demasiado larga, y confiamos en que Macri y sus funcionarios la conocen mejor que nosotros. Y que saben desde ya que no hará falta ninguna venganza, que bastará con la Justicia.
Que ni siquiera será el futuro gobierno el que tenga que ocuparse, porque el tendal de heridos que dejaron, entre propios y ajenos, es un ejército vivo que no olvida ni perdona. Socios desplazados, cuando no traicionados. Empresarios defraudados, cuando no encarpetados y encuadernados, manoseados, devaluados, escrachados y hasta encerrados. Exfuncionarios y adversarios políticos encarcelados por el testimonio de arrepentidos ahora arrepentidos de arrepentirse. Arrepentidos presionados, involucrados, cuando no traicionados. Los familiares de los 44 tripulantes del ARA San Juan. Varios altos oficiales de la Armada. Muchos espías, como Rolo Barreiro o el propio Jaime Stiuso, hoy querellante contra Marcelo D´Alessio. Marcelo D´Alessio, abandonado, traicionado, preso. El propio Calcaterra, de pronto procesado por culpa del tarambana de su primo. Y los millones de pobres y empobrecidos, indigentes, desocupados, degradados, arruinados, perseguidos, reprimidos, desposeídos por su fatídica gestión… un inmenso ejército, incontables hombres y mujeres sedientos de Justicia, sin olvido y sin perdón.
Y ellos lo saben.  
Entonces pasean su derrota por todo el país, y cantan cantitos que no terminan de aprenderse, y bailan, saltan, hacen bromas, ríen, gritan, besan pies, revolean gatos, se disfrazan, se desdibujan, desesperan… sienten que se van, y al mismo tiempo, que no tienen salida. 
Paradojas argentinas.


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domingo, 6 de octubre de 2019

BRULOTES BRUTALES - Hoy: MIGUEL PICHETTO...


Diluido Macri en su propio fracaso, Vidal encapsulada en su derrota, Carrió empastillada y a la deriva, aterrado Larreta por el remolino que se los lleva, sólo el osado Miguel Ángel Pichetto mantiene bien en alto las banderas del odio, agita todos los miedos, y reparte resentimientos como si fueran promesas. 
Es su hora protagónica, y la disfruta...
¿O sabe que viene en caída y sueña que vuela?



EL SUELO PUEDE ESPERAR






Caricatura de sí mismo, suficiente, canchero, mezcla rara de sabihondo y de suicida, Miguel Ángel Pichetto atraviesa por estos días su instante protagónico, y en ese mismo brillo se consume como una cañita voladora que se incendia si se enciende, y cuyo propio esplendor a la vez la fulmina.
Sin territorio y sin votos, sin mañana y sin retorno, abrazado a Macri como a Di Caprio en el final de Titanic, cuenta Verbitsky que ya un compañero le dijo: “Miguelito, Miguelito, tantos años en el peronismo para terminar velado en un local del Pro”.
Oficialista inquebrantable, otrora mártir de la 125, alguna vez supo enfrentarse a los machos del agronegocio, para acabar ahora a su entero servicio. Bravo y fiel escudero de Cristina en el Senado, apenas asumió Macri gritó que por fin se “sentía libre”; y así, negando hoy lo afirmado ayer, al cabo de una rápida metamorfosis -como en un karma kafkiano repleto de kas-, una mañana Pichetto despertó convertido en una misteriosa kukaracha pro.
La malas lenguas hablan todavía de un carpetazo contra su hijo, Juan Manuel Pichetto, hoy de regreso al ruedo en Río Negro como asesor del gobernador Wereltinekc, pero ayer mano derecha en el Anses del también encarpetado y no menos adaptable Diego Bossio. Resulta que una auditoría realizada por el gobierno en 2016 habría descubierto un más que extraño manejo del Fondo de Garantía de Sustentabilidad, negociados con el plan Procrear, y otras peripecias financieras que además involucrarían a grandes empresarios. Nota del redactor: aquí valen los potenciales porque aquél informe nunca se hizo público. El gobierno, antes, prefirió charlar con Bossio y los dos Pichetto. Las consecuencias de esas charlas, diría La Biblia, “por sus frutos las conocéis”.
Fuera por lo que haya sido, un día Pichetto se arrancó la careta y dio el gran saltó.
Pero un salto es un salto y nadie se vuelve en el aire sin antes alcanzar el piso. Y como el gran salto era muy grande, el piso quedaba muy lejos y desde entonces Pichetto no para de caer.
Empezó descubriendo virtudes ocultas en el gobierno fallido de Cambiemos, y cuanto más fallido, más virtudes. Se lanzó a la campaña acusando a sus adversarios de marxistas y comunistas. Ante la carcajada general, llegó a decir que había sido una broma, pero enseguida metió quinta y ya no paró. Sin perder la calma displicente de su tono, con ira coloquial, embistió contra lo pobres y los negros -nacionales o extranjeros, pero sobre todo extranjeros (tercermundistas siempre)-, le adjudicó el inmenso negocio del narcotráfico a los villeros paraguayos, bolivianos y peruanos; todos los africanos se volvieron delincuentes ante sus ojos, y ya casi en éxtasis propuso dinamitar las villas. Todo. “Hay que dinamitarlo todo, que vuele todo por el aire”, decía el candidato a vicepresidente, muy suelto de cuerpo, tranquilo, como recostado en su caída, canchero, sabihondo… suicida.  
Aunque tal vez en el fondo de su alma triste, jugado por jugado, perdido por perdido, el único sueño que le queda es heredar ese 30 por ciento de odio que Macri dejará mostrenco la noche del 27.
Esa multitud ciega de furia que lo llenó de ilusiones en Barrancas de Belgrano, por mucho que ahora se deshilache y se deshaga conforme se aleja de la General Paz… ese pueblo entusiasta y rabioso capaz de aplaudirlo sólo porque había abjurado del peronismo… esa buena gente que no pide más que abolir a los ká y a cambio está dispuesta a votar la destrucción nacional, el endeudamiento infinito, la miseria absoluta, desde luego el 2x1… esa señora de bien que en 1968 tocó un pobre; esa otra, que aún mayor consiguió descubrir por sí sola la dependencia de Cristina del “populismo cubano” que a su vez “ya se sabe de dónde viene”… ese buen hombre que “trabajó toda la vida” y que hoy no pide más que “el fusilamiento de los peronistas”… toda esa pobre gente, todo ese pueblo que pronto perderá a su líder aplastado por la derrota, ¿en quién podrá confiar entonces si no en él?... El hombre sin pelos en la lengua, el héroe decidido a exterminar cabecitas, pobres, inmigrantes, narcos, planeros, franelitas, gays, lesbianas y travestis, zurdos, diestros o ambidiestros, vendedores ambulantes, hormigas, mendigos, monotributistas, jubilados, cartoneros, sindicalistas, electricistas, intermediarios, organizaciones, opositores, indecisos, socios y exsocios, todo, “dinamitarlo todo” para por fin reinar sobre el 30 de los escombros del odio…
Aunque tal vez tampoco.
Tal vez en el fondo de su alma triste sabe que el salto que dio fue un salto al vacío, que el próximo 27 él también encontrará el suelo de su suerte, y mientras tanto nada más disfruta su cuarto de hora como el que alucina que vuela en caída libre... 
Porque sabe también que cuando se salta al vació el suelo queda demasiado lejos y nunca se alcanza. Nada más se revienta.



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martes, 1 de octubre de 2019

ANTIPERONISMO: EL AMOR AL ODIO…



Cadáver a cuerda, fantasma creado por su sola ilusión, Mauricio Macri inició el sábado en Barrancas de Belgrano una marcha nacional destinada apenas a disimular que ya todo ha terminado. 
Una multitud lo acompañó sin embargo. 
Senil o escueta, no basta para negar esa tercera parte de la Argentina capaz de obviar cualquier desastre y siempre dispuesta a cualquier fracaso en su fervor antiperonista.

EL PUEBLO DEL ABISMO





Terminado, fantasmal, entre el adiós y el ridículo, en la agonía de una gestión cuyo deslumbrante fracaso le asegura la inmortalidad, el sábado en Barrancas de Belgrano Mauricio Macrí aparecía sobre el escenario alzando un cartelito que decía, todavía, “sí se puede”. Todo final es triste, cuando no patético.
El Martiyo le pega a Macri desde sus inicios. Basta recorrer en especial su sección La patria escrita. Nunca nos engañamos con el hijo de Franco ni con su famiglia, nunca ignoramos su pasado delictivo, ni dejamos de apreciar jamás su formidable precariedad personal, su incultura general, su dislexia galopante, esa impronta de pelotudo que tanto le endilgaba su padre (ver Un vivo bárbaro). Pero aquí nos detenemos.
Árbol caído hace mucho, ya ni para leña da. Todo en él es final, escarnio, burla. Sus candidatos se despegan de su figura, lo borran de los afiches, lo niegan mil veces antes de que cante cualquier gallo. Sus funcionarios ya no le responden más ocupados en prevenir sus propios porvenires judiciales. Sus periodistas más fieles ya no se endulzan con sus dulces sobres. Amores de estudiantes, nunca más supo nada de Christine Lagarde y su FMI. Ni noticias del amigo Donald… si hasta Mirtha Legrand lo llamó “fracasado”.
Nos parece suficiente.
No es de caballero pegarle en el piso, mejor taparlo con diarios y pasar a otro tema.
Desde el fondo de esa montaña de escombros que es hoy el gobierno de Cambiemos, surge viva, intacta más allá del tiempo y los fracasos, esa tercera parte de la Argentina que todavía lo apoya, que todavía lo sigue como al flaco Abel del tango, que se les fue y aún los guía. Pero es que no siguen a Macri, sino apenas la ilusión que encarna: el viejo sueño de abolir al peronismo. Un sueño imposible, y sin embargo…
Y sin embargo allí estaban el sábado en Barrancas de Belgrano, corazón gorila de la ciudad gorila, una multitud senil, cierto, irrelevante en términos electorales, sí, pero representativa de esa tercera parte aún briosa, llena de fe más allá de cualquier evidencia, vivando con entusiasmo la destrucción nacional, la decadencia social que al mismo tiempo la succiona hacia abajo como un remolino; la miseria que la rodea y la acosa; la deuda eterna que pagarán hasta los nietos de sus nietos, y allí estaban igual… sin necesidad de propuestas, de ideas, soluciones, argumentos, nada, ¿para qué?... arriba del escenario tenían al hombre que había prometido pobreza cero, y se va en emergencia alimentaria; que se burlaba de la inflación, y la duplicó; que auguraba una lluvia de inversiones, y acabó en default, y sin embargo, ellos allí como si nada, abrazados al fantasma en el eco de sus arengas, repitiendo como una victoria no se inunda más, eufóricos, en trance, más allá de Macri, más allá de cualquier realidad…
En otra clara demostración de su incapacidad para comprender lo que sucede, arriba del escenario Macri parecía contento. Una y otra vez le agradecía a la multitud como si fuera propia. El 28 de octubre sabrá que no. Desilusionada, defraudada, despechada, derrotada, toda esa gente lo habrá abandonado ya la noche del 27, y que pase el que sigue… Vidal o Videla, Onganía o De la Rua, Illía, Alfonsín, Macri, Braden o Lagarde, no importa, nadie importa, nada importa. Sus líderes son coyunturales y por lo tanto descartables, sus convicciones son pocas, elementales, pero férreas. Todo lo que les importa es el peronismo. Abolirlo.
En esa obsesión, cualquier cosa se entiende. Tanto clausurar el Congreso como bombardear Buenos Aires en defensa de la República. Tanto violar la Constitución, como fusilar en su nombre. Tanto invocar a Dios, como desaparecer, torturar y asesinar porque Cristo Vence. Todo vale menos el peronismo.
A través de las generaciones cargan en la memoria de su sangre las tremendas imágenes del aluvión zoológico y sus patas en la fuente. Desde entonces nunca más durmieron tranquilos. Un pueblo horrible, oscuro, sucio de aceite industrial, un pueblo que creían lejano y sentían ajeno, de pronto surgía de las profundidades y había llegado.
Y eran muchos. Más.
Y no se iban, se quedaban.
Y ocupaban sus mesas en sus mismos restaurantes, y ensuciaban las playas con sus hijos, y llegaron a usar sus mismas ropas hasta que ya cualquiera parecía igual a cualquiera. Las divisas sociales se volvieron difusas. Distinguirse era cada día más arduo, más inútil. Llegó un momento en que cualquier cabeza se te compraba un plasma. Algo había que hacer.
Se unieron. Por la gracia de todos los espantos, de ningún amor. Y marcharon.
Arrancaron un día de noviembre allá por el 45, del brazo del embajador norteamericano y de radicales y socialistas y comunistas y lo que venga, y así, cantando La Marsellesa en francés, o no se inunda más en castellano, así marchan desde entonces, a través de las calles y del tiempo, hasta pasar el sábado por Belgrano ya dispuestos a seguir por todo el país, detrás de un hombre vencido entre consignas inútiles, no importa, hasta el final de la historia si hiciera falta, sin ideas, sin propuestas, sin más combustibles que el odio rumbo al abismo que ni siquiera pueden advertir… porque ellos son el abismo.  



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lunes, 16 de septiembre de 2019

REVOLUCIÓN FUSILADORA: BREVE CRÓNICA DE UN LARGO FRACASO…



En la agonía de otra ruinosa aventura del antiperonismo, en medio de una crisis social histórica, en emergencia alimentaria, en default, mientras el gobierno de Macri se diluye en su propia impericia; vale recordar el mediodía del odio de estos mismos sectores que en 1955 -siempre en nombre de la libertad y la república-, desconocieron la ley, destruyeron al país, 
y masacraron a su pueblo.


El Tiempo de los Asesinos





“El peronismo no es ni bueno ni malo:
 es incorregible”.
J. L. Borges



90 días después de la fecha fundacional del terrorismo en la Argentina, cuando un grupo de sediciosos secuestró aviones de la Armada y la Aeronáutica para bombardear la Plaza de Mayo y sus aledaños, acribillando las calles, hiriendo y asesinando centenares para siempre incontables de civiles inocentes; aquellos sediciosos -ya también asesinos-, derrocaban al gobierno constitucional de Juan Domingo Perón.
El levantamiento comienza en Córdoba, donde el general Eduardo Lonardi alza las unidades bajo su mando y comete el primer asesinato. Era sólo el principio de una masacre autoproclamada Revolución Libertadora, y cuyos crímenes contaban con la participación activa de la mayoría de los partidos políticos, especialmente la UCR –cuyos comandos paramilitares aterrarían el país por mucho tiempo-, la bendición de la Santa Iglesia Católica, la financiación de la banca exranjera, el auspicio de Sociedad Rural Argentina, y los apoyos expresos del Reino Unido y el State Department.

El vandalismo, los atentados y los homicidios siguieron y se multiplicaron hasta el 23 de setiembre, cuando no cesaron, pero se volvieron oficiales. Ese día el general Lonardi asumía la presidencia de la Nación, y al cabo de una semana de matar y matar, probaba suerte con la frase “ni vencedores ni vencidos”. A su lado, bañados en sangre, Isaac Francisco Rojas y Pedro Eugenio Aramburu lo miraban de reojo. 60 días después, ya lo habían barrido, y asumían el poder, Aramburu como presidente, Rojas como vice, y desde luego, con todo el apoyo de la UCR, la Democracia Cristiana, el Partido Socialista, el Partido Comunista, la Santa Iglesia Catolica, los grandes medios de la hora (La Nazión, La Prensa, Clarín), la Sociedad Rural, el Reino Unido, y el State Department. La Plaza de Mayo desbordaba de gente, hay que decirlo.
Católicos apostólicos feroces como romanos, inmediatamente secuestraron el cadáver de Evita, y enseguida una ley abolió la memoria y prohibió los recuerdos. El decreto 4161 penaba incluso con cárcel la sola mención del "tirano depuesto" o su esposa muerta, exhibir imágenes de cualquiera de los dos, celebrar cualquier fecha instaurada por “el régimen”, y por supuesto, entonar siquiera silbando la marcha titulada Los Muchachos Peronistas.
Y mientras los comandos paramilitares de la UCR limpiaban a sangre y fuego sindicatos, unidades básicas, mutuales y centros sociales; en simultáneo sus correligionarios del comité organizaban las Juntas Consultivas, destinadas a sustentar la administración del Estado y otorgarle coartadas políticas al nuevo gobierno y su progresión delictiva.
Antes de un año, en junio del 56, más de 30 personas eran fusiladas. Obreros, militantes y militares. Aramburu era presidente. Alfredo Palacios embajador en el Uruguay. Américo Ghioldi, referente socialista, pasaba a la historia por la gracia de una sola frase: “se acabó la leche de la clemencia”. Y todos tan contentos.
Sin otro proyecto más que el odio, el fracaso estaba asegurado. Ocupados en destruir lo construido, rápido se complicaron los números y allí caían en dominó los salarios, el consumo, la producción, las exportaciones… Para 1957 Aramburu ya le pedía los primeros 700 millones de dólares al flamante Fondo Monetario Internacional.
Al año siguiente, corroída por su propia inoperancia, la Fusiladora convoca a elecciones con el peronismo proscrito, claro. Al grito de cualquiera menos Perón, los desarrollistas de Clarín proponen a don Arturo Frondizi y su tierno sueño de hacer una revolución sin pelearse con nadie. Gana con el apoyo del peronismo al que pronto desconoce. Tenía mandato hasta el 64, pero ya en el 62 no estaba más. “Entregó todas las cabezas, hasta que sólo le quedó la propia”, apuntaba Perón desde el exilio.
Un títere de apellido Guido allanaría el camino para la llegada del “honestísimo” Arturo Illía, a quien le basta un cuarto del electorado para quedarse con la presidencia, y así mantener al peronismo proscrito en nombre de la democracia y la república, claro. En junio del 66 lo sacaron a empujones de la Casa Rosada.  
Llegaba Onganía, su Revolución Argentina y sus noches de bastones largos, su pretensión de caudillo, su catolicismo delirante... “Onganía se cree Franco, pero Franco en España tuvo un millón de muertos, y Onganía en la Argentina tiene más de un millón de vivos”, se reía Perón desde Madrid.  
Sin embargo fue durante su gobierno cuando tan luego chicos de buenos apellidos y mejores colegios -provenientes ora de la Acción Católica, ora de los grupos Tacuaras soportados por el régimen, hijos la mayoría de aquella burguesía que había ejecutado, financiado, o cuando menos aplaudido a la Fusiladora-, fueron y fusilaron al fusilador Pedro Eugenio Aramburu.
Entonces trajeron un general olvidado en los Estados Unidos, un tal Roberto Marcelo Levingston. Lo pusieron ahí pero duró poco y no sirvió para nada. El levantamiento popular conocido como el Cordobazo había electrificado todo el país.
Era el final. La hora de gloria del general Alejandro Agustin Lanusse, quien veinte años antes, en 1951, había comandado el primer intento de golpe contra el gobierno de Perón, y que ahora lo mandaba a buscar a España porque ya nadie sabía qué hacer con el país.
Perón volvió y fue millones. El 23 de setiembre de 1973 ganaba las elecciones presidenciales con el 62% de los votos.
Y así, 18 exactos años después, el antiperonismo cerraba el círculo perfecto de un fracaso redondo.
Hoy, 64 años después, asistimos a un nuevo fracaso del mismo antiperonismo, con menos bombas y menos muertos, pero más miseria, más hambre, más desocupación, más deuda, mas ruina…
Porque el antiperonismo también es incorregible.
Pero malo.




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