Tic, tac, Clarín, el monopolio, comienza a deshacerse.
Ni de
un lado ni del otro se esperan grandes cambios, y sin embargo, el tiempo y los
hechos demostrarán lo contrario.
El derrumbe puede ser lento, pero tampoco
demasiado. Una nueva competencia hará lo que falta, le comerá espacio al Grupo,
absorberá sus periodistas repletos de secretos y resentimientos; el ataque a
Magnetto su historia y sus delitos será redoblado, el prestigio perdido no
volverá jamás, sus costos se elevarán, y en menos de lo que usted supone,
estimado lector, hablaremos de otra cosa.
Mientras por un lado mandaban a María Laura Santillán a
gritar que Sabatella quería intervenir “de facto” al Grupo Clarín –pese a que la Corte Suprema y los otros dos
poderes de la República
ya habían declarado constitucional lo que ocurría-, por otro lado Magnetto
apuraba la adecuación voluntaria a la ley de medios. Las acciones del Grupo habían
caído un 30 por ciento, y una tasación oficial haría polvo el resto, por mucho
que gritara en su delirio María Laura Santillán. El fin había llegado.
Superada su crisis de nervios, la Santillán continuó con
el nuevo guión que ahora le bajaban. El Grupo “respetaría la decisión de la Corte ” –dijo sin explicar cuál
sería la alternativa-, pero Clarín seguiría siendo Clarín, y aquí no ha pasado
nada. Otro delirio de una mujer muy obediente, pero sin nociones de la
realidad. El fin ha comenzado.
Ahora Clarín deberá desprenderse de algunas licencias, y
aunque podría partirse en varias sociedades, tales sociedades deberían ser por
completo independientes entre sí, deberán montar administraciones distintas,
cuentas distintas, y un marketing completamente diferente. Otros costos, pero
con menos ingresos, o sea…
Según consigna hoy el incontestable Verbitsky, una vez
recuperados del shock que les produjo la desobediencia de la Corte , el propio Ricardo
Kirchbaum –secretario general de redacción- encaró a la tropa y le advirtió los
cambios por venir. Escribe Verbitsky hoy en Página:
“Ricardo Kirchbaum, anunció a la redacción que ante “el
avance del gobierno sobre los medios críticos” y la merma de circulación y de
anunciantes decidieron “profundizar el proceso para la convergencia” del papel
y la edición digital y el desarrollo de nuevos medios. Con ese fin informó
sobre un nuevo rediseño del diario en papel y una nueva web de noticias y de
servicios y de entretenimientos, para “satisfacer intereses más diversos con
los nuevos lenguajes visuales, adecuados a los nuevos hábitos y tendencias”. La
nueva web “se nutrirá de los contenidos que tienen más repercusión social en
las redes”, organizada por áreas en vez de secciones, de acuerdo con las
necesidades y preferencias de la audiencia digital. “Toda la redacción trabajará
sin importar el soporte final. Los textos podrán ir al diario impreso y luego
enriquecerse con videos o audios para la publicación digital o al revés”, para
aprovechar mejor los recursos disponibles. No explicó si hubo una negociación
previa con los sindicatos que agrupan a sus trabajadores para que acepten “el
cambio más importante que hemos emprendido”, una apuesta “en la que se juega la
perspectiva laboral de todos”.
En términos de realidad, esto significa que ahora vendrán
conflictos internos –más costos-, periodistas descontentos –menos producción-,
y por lo tanto, dispuestos a irse. A su vez, por la propia dinámica de la ley y
el mercado, la competencia crecerá, absorbiendo así, en muchos casos, a muchos
de esos periodistas descontentos dispuestos a irse. Y muchos de ellos –sino
todos- se irán de Clarín repletos de secretos, y de resentimientos. Y una vez
del otro lado, en nombre de la libre competencia, claro, atacarán. Duro.
A todo esto el prestigio de Clarín -evaporado al fuego
intenso de la mentira sistemática-, ya no existe, y por eso ahora, perdida la
prepotencia de volumen, Magnetto le ordena a Kirchbam esos cambios. Tarde.
El mentiroso sistemático, por su propia patología, olvida
que su palabra ha perdido todo crédito. El prestigio ido no volverá jamás, y así
entonces, los nuevos ataques de la nueva competencia, serán cada vez más destructivos.
En paralelo, el “oportuno” descubrimiento de las actas de la
dictadura por parte de la
Aeronáutica , ya ofrece nuevas pruebas de la relación directa
entre la venta de Papel prensa, el secuestro de la familia Graiver, y la estrecha
participación de Héctor Magnetto, Ernestina Herrera de Noble, los Mitre y los
Peralta Ramos; actualmente imputados por crímenes de lesa humanidad. Distraídos
por esta lucha cada vez más desesperada,
seguramente Magnetto arrastrará en ella los vestigios del Grupo hasta el fondo
de su barro… o acaso sus socios no imputados terminen por abandonarlo… En
cualquiera de los casos, allí el final del final, estará cerca.
La nueva competencia, ya para entonces más vigorosa y mejor
organizada, nutrida de hombres y secretos del exmonopolio; será letal.
Les cobrará en nuevos y reveladores y truculentos detalles
la sucia historia que los volvió tan fuertes, revisará sus crímenes, sus socios
y sus negocios, maniobras, extorsiones y sobornos que los llevaron a
convertirse en uno de los mayores conglomerados de medios del mundo, y será un
final de espanto, solitario y total.
Los que todavía hoy quieren creerle, compran Clarín o miran
TN -por odio a Cristina, por ignorancia ilustrada, por inconsistencia ideológica,
o por infección informativa-; tampoco estarán. Decepcionados como traicionados por
la derrota de un monopolio que soñaron invencible, le darán la espalda y lo
dejarán morir así, solo, mal, del todo…
Conforme la verdad de lo que fueron –e hicieron- quede por
completo expuesta a través de los distintos medios de la nueva competencia –que
así también, restándole espacio a Clarín, buscarán su propio espacio-, y más
allá de quién gobierne por entonces –porque la verdad probada seguirá siendo la
verdad- el desprestigio de hoy se convertirá en oprobio, y los últimos
periodistas que trabajen para el Grupo querrán salir corriendo, o Magnetto
tendrá que pagarles mucho más que la competencia, y así, pataleando en la ciénaga,
se hundirá más y más...
El desgano, el desinterés, el hartazgo que hoy siente la
mayoría de los periodistas del diario –al menos aquellos con más de 15 años
adentro-, no sólo se manifiesta en una edición cada vez peor escrita y menos
creíble, sino que instala un clima general de trabajo que lejos de alentar un
repunte, acelera el derrumbe…
Estas visiones, desordenadas y claras, quizás demoren
algunos años en terminar de cumplirse, pero su destino está en marcha. No son
fantasías, ni mera expresión de deseos. Es la dinámica natural de un gremio y
un mercado. La competencia en periodismo es muy ruda. Muchas veces un
periodista es contratado por un medio al sólo efecto de quitárselo a otro, de lastimarlo.
Así de ruda. Es mucho el dinero en juego, y además de dinero, hay poder en
juego. Poder real, político.
Por duro que le resulte a Magnetto, y a buena parte de la
sociedad argentina -aún aquellos que desean el fin de Clarín pero lo creen
imposible-, el fin de Clarín no sólo es posible, sino que ha comenzado.
Nada es para siempre, todo se paga en esta vida, el que mal
anda mal acaba, en fin… muchos refranes populares avisan y confirman que estas
cosas suceden. No hay mal que dure 100 años.
Allí ahora corre Magnetto, tan apurado por cumplir la ley, que
hasta se olvidó a la Santillán
prendida y a los gritos…
Y queda impreso en la historia, además, que el terrible
gigante fue vencido por iniciativa de la presidenta Cristina Fernández de
Kirchner, “la marioneta de Néstor”, como pretendieron presentarla ellos, cuando
la contienda comenzó.
Hay otro refrán que dice: “Cuando te sientas un Goliat, cuídate
del David más pequeño que se te acerque”.