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lunes, 20 de mayo de 2013

MAGNETTO LUCHA POR SU LIBERTAD, LANATA POR ÉL, ¿Y USTED?...


 Según consignamos en nuestro post El terror y la risa, Clarín lleva ya siete años cayendo en ventas, pero increíblemente, algo todavía vende.
No es extraño que Magnetto, Ernestina & Cía, prefieran reeditar el caos del 2001 a terminar como Videla (despreciados y presos); y hasta podemos comprender a Lanata, que entre el silencio y el oprobio, eligió el oprobio. ¿Pero qué le pasa a ese lector común que ya sabe quiénes son, qué hicieron y qué hacen, y que todavía hoy los compra y los repite?...

EL MISTERIO DEL HOMBRE BOBO



Ya no miramos el programa de Lanata. Cada día nos cuesta más la simple visita a los portales de Clarín y La Nazión. Duele el destrato al que someten a su público, la subestimación constante, la indiferencia por la suerte que le deparan, la ruina y el caos que le proponen sin ninguna responsabilidad. No hace falta mirar el programa de Lanata, su contenido no importa, importa lo que provoca y propone. Provoca el odio, el vacío, la nada. Propone patear la mesa, y que den de vuelta.
No tienen nada que oponer a Cristina, no es esa la idea. Sólo quieren destruirla, eso sí. El país que sueñan para el después, carece de líderes firmes, se basta de las figuras que ellos mismos fabrican, difunden y destruyen, muñecos de estopa rellenos de obediencia. Marionetas otra vez. No importa quien comandará, organizará y contendrá las organizaciones sociales, sindicales y políticas surgidas y fortalecidas durante la última década, y que hoy Cristina –y sólo Cristina- puede manejar, unir y contener, y que por eso, y sólo por eso, no responden a la provocación constante de los grandes medios, sus patotas circunstanciales, y sus caceroludos.
Sin Cristina todo eso se astilla y estalla, pero a Clarín, a Magnetto y los suyos, ¿qué les importa?... Mejor. En el caos son posibles el borrón y la cuenta nueva, y ellos están siendo juzgados por variados delitos muy graves, y todo les dice que serán condenados. Mejor:  el caos, la nada, el vacío otra vez. Ya lo probaron a finales del 2001, y les salió fenómeno. Y entonces eran sólo negocios. Hoy les va en la jugada la propia libertad personal a sus dueños. Cualquier cosa es mejor que la cárcel, se dicen sin decirlo.
Saben de sobra que del otro lado no hay nada. Lo que insisten en llamar la oposición, no existe. Una oposición es una fuerza política articulada, con vocación de poder, y cuyos principios ideológicos se expresan a través de un programa de gobierno naturalmente “opuesto” al oficial, y que, supone, mejor. En la Argentina de hoy eso no existe. Llaman oposición al coro de políticos sin votos cuya sola posibilidad de trascendencia se reduce al espacio que consigan en los medios del monopolio, y en la medida en que sepan repetir tarde y noche por la tele, lo que el diario les dictó por la mañana. Críticos sin contrapropuestas, no tienen tampoco vocación de poder. Sin Cristina todo sería anarquía. Ellos, Clarín, La Nazión –lo que son, suponen y ocultan- lo saben perfectamente, y tal es su gran esperanza.
Quienes los repiten sin chequearlos, chochos como el que tiene la posta de la última corrupción, ¿se cuestionan qué país les proponen a cambio del actual? No. Les basta un argumento atado con alambre, un par de grandes nombres –un jugador de fútbol, una vedette-, algunos datos inconexos pero sonoros; para salir a repetir orgullosos y pícaros lo que sólo ellos saben, porque lo vieron a Lanata.
Lanata conoce el negocio: sabe que no hace falta demostrar nada, porque basta con mostrar cualquier cosa. Cuando algo fue previamente bañado en nafta, no se precisan muchos fósforos para incendiarlo todo. Lanata -Clarín (Magnetto, bah)-, lo saben perfectamente: basta esparcir el odio, y ya una mentira cualquiera lo enciende todo.
Han visto morir a Videla, preso; a Martinez de Hoz, preso también, (en su casa pero preso); ven que ahora van por Massot; ven que ellos mismos –Magnetto, Ernestina, Mitre, y compañía- están rodeados hace rato: Papel prensa, las aún inexplicadas adopciones de los hijos de Ernestina y la hija de Magnetto, los 150 millones fugados según el vicepresidente del JP Morgan… ¿qué más pueden perder?, ¿qué tienen que esperar?... son gente grande, muy grande, nadie escapa a la muerte, pero han acumulado poder y dinero durante todas sus vidas. No esperaban este final de espanto. Están dispuestos a cualquier cosa, y humanamente es entendible.
Lanata también es entendible. Devorado como tantos seres frágiles por un ego monstruoso, no pudo soportar perder la fama conseguida en los 90, y prefirió el oprobio al silencio. Se inmola, y es su elección. Podemos entenderlo. La vanidad es la droga de la serpiente. Otros vicios, otras debilidades, arruinaron otros seres. Podemos entenderlo.
Lo que seguimos sin entender es ese público en extinción, pero público aún. Ese lector común que nada recibirá nunca de Magnetto, de Aranda o de Rendo, y que aún así defiende a Clarín y lo repite, que no quiere oír quiénes son ni qué hicieron ni qué hacen, y que sin ninguna precaución –ni imaginación- apuesta con ellos al caos, al vacío, a la nada… como en el 2001, cuando Clarín se salvó con sus ahorros…
Eso sí que es más raro, ese lector, mucho más raro que Magnetto y los suyos peleando por no morir como Videla, despreciados y presos.


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