Sin
ideas ni proyectos concretos –o sí, pero inconfesables-, amenazados por sondeos
que no dan como soñaban, y aterrados por el maquiavélico Durán Barba
reconociendo a Cristina como “imbatible”, el coro de la oposición ahora se
rasga las vestiduras por la interna oficialista como si fuera propia.
O peor:
como si fuera ya la única que importa.
O peor.
EL OJO
EN LA PAJA AJENA
Héctor Magnetto: los ojos fijos, bien abiertos... (jijiji) |
Es tal
el desconcierto de la variopinta oposición, que hace pensar en el hincha
imposible que putea a los contrarios porque les falta gol.
A coro,
con paciencia rotativa, y frecuencia más o menos semanal, la oposición –Magnetto
y sus replicantes- suelta un tema y prueba suerte… aunque ya no haya.
Así de
a ratos es “el abuso de la cadena nacional”, ora el último show de Lanata, ora
el nombre de las calles o los centros culturales (que dicho sea paso, ellos jamás
levantan), y cositas así… Son, como se advierte, todos temas intrascendentes,
que, como se sabe, no afectan la imagen del gobierno, ni mucho menos la de
Cristina. Por eso, con esfuerzo y toda la orquesta de sus muchos habladores, esos
hits duran una semana, muchas veces menos. A veces horas, a veces ni eso, como
sucedió con las cuentas en el exterior a nombre de Nilda Garré y Máximo
Kirchner.
Otras
veces prueban con temas recurrentes o, más bien: reciclables. Como el caso
Nisman, o el caso Ciccone-Boudou. Ejemplos ambos de temas perimidos, inocuos a
los efectos que son usados. No desgastan la imagen presidencial. Está demostrado.
No sirven.
El último
domingo en La Nazión, Joaqu-Inmorales Solá, en su columna de análisis –aunque en
realidad son puros augurios-, malgastaba su espacio resumiendo –repitiendo-,
una de las críticas de la moda semanal: el férreo liderazgo de Cristina,
interpretado –presentado, bah- como “sumisión”, “dedocracia”, “verticalismo
autoritario”, y otras baratijas del repertorio.
La
crítica en sí es insustancial, pero sobre todo, improcedente. Se trata de un
caso típico de paja en el ojo ajeno… o peor.
La
interna del Frente para la Victoria, es, como su nombre lo indica, una interna. Lo que haga o deje de hacer en “su”
“interna” el FpV, no es asunto de los de afuera, que son, exactamente, de palo.
Nadie obliga a Inmorales Solá -ni a nadie- a participar en dicha interna, ¿qué
les importa cómo decide sus asuntos un partido al que no pertenecen ni
votarán?... ¿O es entonces, acaso, ya, la única interna que sí importa?... Tal
vez.
Las
encuestas no alientan. Las elecciones en Santa Fé probaron en crudo que Macri
no puede salir de la city que lo parió. Sergio Massa, incapaz de dar batalla,
decidió dar lástima, y por allí se desdibuja. La Carrió ya no hace ni reír…
¿Apostar a Altamira? Todo asusta, todo desespera.
Los
hermanos latinoamericanos, para colmo, tampoco alientan.
En
declaraciones públicas el púgil colombiano Francisco de Narváez aterraba al aterrado
Marcelo Bonelli con las terribles profecías del ecuatoriano Durán Barba:
“Cristina es imbatible”, repetía el crédito de Bogotá. Bonelli quedó en
silencio, y por unos segundos, su dicción resultó perfecta. Pero el eco de su
desconcierto sonó como un abismo.
Sobre
llovido, la sola mención de Carlos Zannini como posible vicepresidente de
Scioli, los llevó al delirio inmediato.
A tal
punto que Inmorales Solá saltó como payaso de lata en la edición del martes de
La Nazión, fuera de programa –y de sí-, sacado, rabioso, bañando con su espesa espuma
verde al hasta entonces apenas mencionado Carlos Zannini.
A
juzgar por la urgencia de sus líneas, por la respiración entrecortada de su
prosa furiosa, esa noche el tamborcito de Tacuarí del general Bussi, no había
dormido.
Voz
cantante de los cantadores de Magnetto, detrás se largaron sus discípulos y
desde entonces, all together now, no hacen otra cosa que pegarle a Zannini por
todos lados.
O sea:
de pronto preocupadísimos todos porque el FpV no eligió un candidato mejor.
O sea:
puteando a los contrarios porque no ponen huevos.
O sea:
el ojo fijo en la paja ajena.
O sea…
* * *