El Martiyo no es un boletín judicial, no tenemos estructura ni personal para ocuparnos de los infinitos casos que llegan a los tribunales. Tampoco aspiramos a una obra kafkeana. Y en tanto "político", el caso Shocklender se reduce a Clarín, y Clarín es un caso judicial.
Que ese martillo lo baje el que lo tiene.
Señor Juez…
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Un pasado que no pasa. |
"Pide justicia,
aunque acaso pidas demasiado”.
J.L. Borges
Admitimos cierta pereza frente al caso Shocklender que ahora electriza la actualidad nacional.
Nos da cierta pereza como nos da cierta pereza todo caso de corrupción, en sí siempre complejo, y sobre todo cuando involucra al estado. Nos dan cierta pereza los casos de corrupción, porque la experiencia nos enseñó que aún investigándolos por dentro, y aún el menos complejo de ellos, siempre son grandes rompecabezas donde siempre falta alguna pieza. Pero sobre todo nos dan cierta pereza los casos de corrupción, porque ante un caso de corrupción nos parece que más bien corresponde invertir el tiempo y el espacio en hablar de justicia, o mejor aún: de educación.
La corrupción es una de las posibilidades más frecuentes –sino más naturales- del ser humano. Por eso ocurre en todos los países y en todos los tiempos. Pretender erradicar la corrupción es pretender erradicar la perversión, la perfidia, la hipocresía, la maldad… Es una lucha muy digna, cómo no, pero también muy extensa, acaso infinita.
Y las armas son la educación, que nos hará mejores, o, en su defecto, la punición, la justicia, que al menos sabrá recordarnos que eso no va ni con un carrito.
Mientras tanto, como el desamor o la banalidad, los casos de corrupción simplemente desfilarán, se resolverán, se castigarán, se resarcirán, o no.
Del caso Shocklender importa, o se destaca, que salpica –o involucra- no sólo al estado nacional, sino, y ahí la perla, a las inmaculadas hasta ahora Madres de Plaza de Mayo, y en especial, a su símbolo mundial: Hebe de Bonafini.
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En Clarín, ya no de negro.
¿A tono con el logo? |
A partir de ahí entra a jugar su juego la oposición, o sea Clarín, y entonces ya el asunto nos compete a todos, porque Clarín lo mezcla todo. Y siempre mejor separar el trigo de la realidad, de la paja de sus intenciones.
Por un lado está Sergio Shockhlender y su espontánea confesión ante Clarín nada menos, vendiendo así nomás –o no- su derrota.
Luego, a partir de ahí, está el caso de corrupción en sí y los funcionarios del estado y los privados que involucre, personas, u organismos. La justicia debe hacer su trabajo, porque ahí para la educación ya nos parece tarde. En tal caso que sea la justicia la que eduque.
Pero es ahí cuando aparecen en el caso las Madres de Plaza de Mayo, y su presidenta Hebe de bonafini, que aún así, también son dos entidades distintas si bien asociadas.
Si es cierto como nos cuentan que Hebe de Bonafini se negaba a escuchar a todo aquél que le acercaba sospechas sobre Shocklender; que sea entonces la justicia quien establezca si lo amparó, lo cubrió o lo negó por una codicia repentina, inédita en ella, o por su proverbial estilo punk. Sergio Shocklender -y el espacio que ella le dio en las Madres-, fue siempre una de las provocaciones como solista más heavys de su repertorio; el huerfano por su propia voluntad, con su ropa negra y su silencio oscuro, a un mismo tiempo fútil y turbio, con su pasado aún inexplicado, y su presente también y siempre… Pague lo que pague, ahora Hebe de Bonafini paga por eso. No es un problema de las Madres, ni, muchísimo menos, de la causa que defienden o los crímenes que buscan resolver.
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Extreme style. |
Aun si al cabo de una investigación completa quedara demostrado que en realidad Hebe de Bonafini maneja un red internacional de narcotráfico cuya pantalla son las Madres de Plaza de Mayo, quienes a su vez son todas temibles pistoleras, aún así, nada de todo ello anularía ni mucho menos reinvindicaría los delitos que Clarín pretende mitigar con este delirio.
Aun si este delirio les fuese concedido en la realidad, aun así los hermanos Herrera Noble deberían establecer la verdad de sus orígenes, y la señora Ernestina Herrera de Noble igual debería presentarse a la justicia, dejarse de evitarla a fuerza de poder y de efectivo, y explicar de dónde sacó esos chicos, de dónde sacó Papel prensa, y entonces también deberían presentarse ante el juez Héctor Magnetto y sus otros socios, y el señor Bartolomé Luis Mitre, y todos muchas cosas tendrían que explicar y aclarar aún si al mismo tiempo la misma justicia nos confirmara que Hebe de Bonafini es la versión femenina de Pablo Escobar Gaviria, y las Madres de Plaza de Mayo la filial argentina de la Mara Salvatrucha 13. Aun así, los delitos de Clarín, de sus dueños, de sus medios, de sus socios, del monopolio y de sus responsables, no variarían en absoluto, como tampoco la calidad moral que los distingue. Allí una vez más acaban enchastrados con su propia mierda.
Por eso la pereza frente al tema Shocklender. Porque lo que tiene de ilegal, corresponde a la justicia; y lo que tiene de político, le corresponde a Clarín, y se termina por lo tanto ahí, cuando empieza Clarín.
A nosotros nos resta nada más pedir justicia, y para todos. Para los hermanos Shocklender, para Hebe de Bonafini, para los hermanos Herrera Noble, y sus verdaderos familiares, para su madrastra por lo tanto, y para sus socios y los socios de sus socios, que entre todos tanto la esquivan… (no a la madrastra, sino a la justicia, se entiende).
El Martiyo no tiene razones para esquivarla (a la justicia, sí a la madrastra y a sus socios); por lo visto los Shocklender sí las tienen, pero allí van igual; Hebe de Bonafini y las Madres se pusieron por supuesto a disposición, así que sólo faltarían los chicos Herrera Noble –que ya están grandecitos-, la popular madrastra, los socios y los socios de esos socios y… y ya todo quedaría claro para todos, mirá que simple.
Mientras tanto hablar de corrupción, de educación y de justicia sin caer en lugares comunes de esos que aburren y espantan por trillados y vacíos, no sólo nos parece imposible, sino que en esa línea nos resultan insuperables María Laura Santillán, Domingo Faustino Biasati, Inmorales Solá, y el coro de niños habladores de Todo Noticias y subsidiarias…
Nosotros, más inocentes que Borges, pedimos nada más justicia, pero justicia para todos, señor juez...
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Héctor Magnetto y Sergio Schoklender.
¿Cómo, cómo, cómo?
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