Como en
los días previos de la primera Alianza, las voces que sustentan a la actual, ya
despliegan su estrategia de excusas vanas y culpas ajenas con las cuales
encubrir la noche que ya saben que se viene, porque Alianza una vez, Alianza
siempre.
RECUERDOS
DEL FUTURO
“Los
malos tienen una felicidad negra”.
Víctor
Hugo, Los miserables
La
futilidad siempre se paga, y suele ser cara.
Esa
entelequia de la alternancia, ese
amasijo de conceptos en el que mezclan la dinámica de la transición con el acto
de asunción; el repentino cacareo publicitario del fabricante del cetro
presidencial; todo eso junto y bien revuelto, concentra en estos días el ruido
y la furia de los macristas en general, que así también, de paso, ocultan en la
propia polvareda que levantan, la emboscada que no quieren ver y los espera a
partir del 10 de diciembre.
Se les
nota el miedo del que juega con fuego. Prat Gay, Melconian, la Bullrich, Lopérfido,
un productor de tevé para las universidades, un intermediario de jugadores para
la central de inteligencia… Ya muchos se preguntan en qué ciénaga se –nos- metieron.
Porque
de pronto los ven festejar a Luis Barrionuevo, al Momo Venegas, a Hugo
Moyano, a Eduardo Duhalde, a Mirtha Legrand, a Graciela Fernández Meijidi –pasionaria
de la Alianza original-, al propio De la Rua, al propio Magnetto, a Cecilia Pando, a Ciro James y Fino Palacios, mientras La Nazión
urge desde sus páginas la libertad de los pobres abuelos genocidas. Los malos
tienen una felicidad negra, seguro.
Centrados
en la figura de Cristina, la espuma de la rabia de los medios y los hombres y
mujeres de Magnetto, acaso manifiesta el temblor que supone esa mayoría mínima
que los encubró, y que quizá ya no exista; pero sobre todo abre los paraguas
porque ellos también ven venir la lluvia que se viene.
Marcar y
remarcar, contra toda realidad, que el país está en una situación desastrosa,
falseando números, negando hechos, estableciendo verdades sobre la base de rumores
que no pasan de chismes; avisa la estrategia con la que piensan encubrir al
gobierno entrante: la culpa de todos los males la tiene, otra vez, el
peronismo, en este caso, Cristina. La pesada herencia recibida. Así
gobernarán: escondidos bajo el manto apolillado de una mentira vieja.
La masa
de votos que elevó a Mauricio Macri a la presidencia, ya se evapora en su
propio hervor. Pero el odio queda. Apenas Macri asuma, amparado por la prensa grande
bajo eufemismos como sincerar la economía,
reinsertarse en el mundo, orden fiscal, y otras patrañas que siempre tienen
a mano, justificarán la inmediata devaluación, el endeudamiento, el ajuste y los
recortes a la inversión social, que en otro de sus eufemismos ellos llaman “gasto público”. Pero muchos elegirán
creerles porque el odio es más fuerte.
Y cuando hasta ellos acaben por despertar, será
tarde para todos. La trampa habrá funcionado. Los dólares amarrocados no servirán más que
para temblar sobre ellos a la espera de un mañana que asusta más que los
recuerdos de las mentiras de Lanata, (que por las dudas, ya se rajó). Con menos plata en los bolsillos, matemáticamente,
claro, de lo que ayer comprábamos dos, compraremos uno o medio, y por lo tanto, no
hará falta tampoco fabricar dos. Con medio, uno, estará bien. Menos empleados, menos costo. Pero eso sí: gracias
a la reinserción en el mundo, habrá
muchas cosas importadas más baratas que las nacionales –¡y mejores!- como en
los días dorados de Martínez de Hoz o Cavallo. Griessa resultará amistoso. La
desocupación, la recesión, la deuda externa, volverán a ser los temas nuestros
de cada día.
Los tiempos
cuando puteábamos con la boca llena por el bastón de mando, la cadena nacional y
“las formas”, cobrarán de a poco esa cosa de jade de los buenos recuerdos. En
contraste con el presente que viene, dará risa pensar que en el pasado peleábamos por subir el
mínimo de ganancias. Ja. Ganancias. Jo. Los años dorados de inflación y
paritarias, y el consumo a full. Je. La falta de hotel y de pasajes en los
feriados largos. Qué risa… diremos tristes.
Lejos
de nosotros sonar agoreros, por el contrario, le deseamos la gobierno entrante,
la mejor de las suertes porque su suerte es la nuestra, nos guste o no.
Pero entonces
que nadie olvide.
Porque
estos no son augurios: son recuerdos.
Recuerdos
del futuro de lo que ya pasó.
¿Podrían,
de verdad, Prat Gay, Melconian, Sturzenegger, la Bullrich, Lopérfido, el mismo
Macri, los medios que lo sustentan, y todas esas empresas a las que tanto y
desde hace tanto les “interesa” el país, ser otra cosa que lo que siempre
fueron? ¿Hacer algo distinto a lo que hicieron siempre? ¿Por qué?... ¿Porque se
llaman Cambiemos?... Pero qué risa.
Discépolo
diría: una risa que dan ganas de llorar.
* * *