De a poco Magnetto reconstruye la oposición con los escombros de las primarias. A falta de ideologías, principios o propuestas innecesarias; prefiere mejor un eslogan que sus futuros candidatos –del partido que fueren- repetirán hasta octubre sin parar.
Ahora es el Congreso lo que está en peligro, porque la gente vota.
MALDITA DEMOCRACIA
“De persistir la tendencia del domingo, estaríamos ante un grave peligro institucional por un desequilibrio de poderes en la Argentina", Con esta amenaza, el borroso Ernesto Sanz, en su calidad de presidente de la borroneada Unión Civica Radical, presentó en conferencia de prensa, ante la indiferencia popular, el nuevo tema que hasta octubre cantará sin parar la oposición, y cuya letra y música, claro, pertenece a Héctor Magnetto, ya mucho más que el CEO de Clarín, o un simple compositor moderno.
Desde que el mismísimo Alberto Rodríguez Saà le endosara entera la derrota –colocando en su lugar de reparto a todos los políticos que lo acompañaron-, ya no hace falta ningún Guillermo Moreno ni oficialistas que lo distingan: Magnetto encarna y sintetiza al enemigo de la patria, no ya del gobierno. Tampoco nos referimos a la persona de Héctor Magnetto, sino al símbolo que su persona ha conseguido ser, o sea...
Hoy en Página 12 nos cuenta el incontestable Horacio Verbitsky que el domingo pasado, cuando el aluvión zoológico parecía ya irreversible ante los primeros resultados, Ricardo Kirchbaum –Vertbisky no lo nombra, pero nosotros sí-, incrédulo, desesperado, le pidió a todos sus coroneles que rastrearan algún indicio de fraude: “busquen datos buenos, porque esto no puede ser”. Pero los datos buenos fueron más malos todavía, y lo que no podía ser, fue.
Fue, y hoy nos confirma a su vez Vertbisky lo que ya anunciara El Martiyo apenas el día despuès en su post Arlequines vencidos: lo que no podía ser fue, y allí nomás entonces, Magnetto, arrasado, rabioso, ordenaba la ejecución de los moribundos líderes de la oposición que le habían servido, pero al final no. Entonces vinieron días de dolor y desazón. ¿Qué pasó aquí? ¿Qué hacemos ahora? ¿Cómo retener en adelante nuestros bienes malhabidos?, se preguntaba nervioso Magnetto, mientras a su alrededor temblaban sus generales.
Una edición tras otra, después del domingo y su cataclismo, Clarín y La Nación tartamudearon razones irracionales para explicar lo inexplicable, entre palo y palo a la oposición inútil, y la imperiosa necesidad de sobrevivir aun así. Nuestra serie Vestigios de la derrota intenta la crónica urgente de ese difícil después. Luego, de a poco, Magnetto comenzó a reaccionar, y con los restos maltrechos de sus mejores mentiras, nos demuestra la fuerza que puede inspirar la desesperación, y vuelve a la carga. Sin demasiados hombres ya, ni mucho menos eco, es cierto, sí; pero desesperado, completamente desesperado…
Fiel a su estilo gótico –no por los resultados que obtiene, sino porque se ve que no conoce otro-, de nuevo quiere asustarnos, y aunque ya no está en peligro el país entero, (como hasta el último sábado) porque hasta Biolcati reconoce que anda bien; sí lo está, en cambio, y mucho, ¡el Honorable Congreso de la Nación!. Brrrr.
Pareciera ser que si seguimos votando así, como se nos da la gana, el Congreso podría dejar de representarnos. Ojo.
Sería bueno que la población tome conciencia de este riesgo, y no vote como piensa y quiere, sino que mejor espere un poquito que ya Magnetto y sus muchachos nos van a organizar a todos.
Aún no está claro cómo será instrumentada tamaña iniciativa, de qué forma práctica, es decir, se encaminaría el voto popular para que así se equiparen las fuerzas y no vuelva a repetirse un desastre como el del domingo. Por lo que se estima ya que algunos sí podríamos votar al oficialismo, y otros no, con lo cual, en tal caso, sería mejor aclarar antes a quién va a votar cada uno, para que entonces Clarín pueda informarnos por quién nos toca votar en realidad.
Es posible que esto amerite una pequeña enmienda constitucional, pero nada que no se pueda conseguir con tres o cuatro buenas tapas, y María Laura Santillán a los gritos todo el día…
El país y la democracia no importan, y el pueblo mucho menos: ahora lo que hay que salvar es el congreso.
Si bien se piensa, sería un riesgo tremendo que la gente votara otra vez como en las primarias, o peor, que más gente aún optase por el crecimiento y no por Duhalde o Magnetto, y que de pronto en el congreso más y más diputados estuviesen de acuerdo en hacer crecer el país, en vez de hacer crecer a Clarín.
Ante dicha desastrosa alternativa, ya en breve, seremos todos informados, según el número de documento -o algo así-, a quién debemos votar, para así todos juntos salvar al Congreso de nosotros mismos. No sea que por fin nos represente.
Suerte Magnetto, suerte radicales… la patria no olvidará jamás lo que hacen por su pueblo.
Jamás.
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