////// Año XVIº /// Editor Anónimo: Daniel Ares /// "Prefiero ser martillo que yunque", Julio Popper ///
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miércoles, 2 de marzo de 2011

BRULOTES BRUTALES - Hoy: La bolsa de habladores de TN...



Van der Koy, Bonelli, Silvestre, Blank, Solá, Tenembaum… ¿son varios o no?... ¿son individuos, o masa?, ¿o masa amasijada de individuos?.
Condenados a la defensa y el encubrimiento de sus patrones, todos ellos unifican discursos, pero no se uniforman: cada uno seguirá usando su propia ropa..


LA FABRICA DE PERIODISTAS



Mucho debatimos en el seno unipersonal del consejo editor del Martiyo, la cuestión era: ¿Ameritan Julio blank, Eduardo Van der Kor, Gustavo Silvestre, Marcelo Bonelli, incluso Tenenbaum y Zlotoviawda un brulote brutal cada uno, cuando magnetizados por Magneto ya apenas se distinguen sus posiciones y sus discursos?...  Pese a estar nuestro consejo integrado por una persona sola, no nos pusimos de acuerdo.
Por un lado sonaban razonables quienes argumentaban que hablar de cada uno de ellos y no de la especie, sería como personalizar en cada ejemplar la defensa de las ballenas, o de los osos panda... Razonable, sí.
Otros alegaban que no, que no era lo mismo Ernesto Tenenbaum -que progresista procedía de los días más resistentes de Página 12-, cuyos malabarismos últimos para justificar los monopolios mediáticos y la negativa de la Noble a someterse a la Justicia como cualquier ciudadano, lo distinguían del resto, junto a su socio Zlotoviawda, y sus raros peinados viejos.
Estos entonces arrojaron sobre la mesa aquella escena histórica cuando Tenembaum y Lanata se sostuvieron la cara mutuamente para decir despuès del informe oficial sobre Papel Prensa, que “Clarín era el más frágil”. Y la cara no se les cayó. Por ello sólo merece, al menos Tenembaum –decían estos- su propio brulote y bien brutal. Lógico, sí.
Trémula otra voz osó mentar la mentada seriedad de Santo Biasati, pero quienes lo conocen bien saben que no para de reirse sino cuando se enciende la cámara, dueño de un cinism patriarcal...
“¡Son todos lo mismo!”, gritó alguien harto de tono allá en el fondo, “son todos periodistas formateados en serie, programados, no para analizar, ni mucho menos para investigar, sino apenas para defender, cuando no para encubrir, los delitos de sus patrones, ¡eso son!  ¡abogados sin título, amanuenses vulgares, mentirosos comunes!”… Muy razonable también.
Ingenua o distraída, otra voz entonces dijo que sí, que había un par de periodistas del Grupo que además –o en realidad- eran abogados… Nadie le oyó.
Y a la hora de buscar distingos entre los hombres de Clarín químicamente puros –Bonelli, Silvestre, Van der Koy, Santoro, Blank, Solá-, un silencio desesperado se abatió sobre el sólo ser que allí se debatía. No nos pusimos de acuerdo.
 “Ante la duda la más tetuda”, nos pareció lo mejor meterlos a todos en la misma bolsa, y chau…
Previsibles, maniqueos, mercenarios de fuste, pero mercenarios al fin, mañetizados por dinero, por vocación, por formación, por necesidad o lo que fuera, saben acompañar en su lucimiento a los candidatos del Grupo, mientras aprietan hasta donde les da la cara –o la cabeza-, a los representantes del oficialismo. Nada nuevo, nada distinto, ninguna sorpresa nunca.
Periodistas en serie, producidos para la ocasión, mañana, simplemente, serán otros, y este post, cual formulario de aduana, mantendrá su vigencia con sólo cambiar los nombres. ¿Por qué entonces distinguirlos?...
“Ante la duda la más tetuda”, vaya aquì este sólo brulote brutal contra la sola bola que ya son todos ellos: Julio Bonelli, Eduardo Blank, Marcelo Tenembaun, Gustavo Van der Koy, Inmorales Solá, Domingo Faustino Biasati, o como se llamen… este barquito en llamas, solitario y ardiente, quiere abrazarlos a todos…
A todos juntos…


 No.

sábado, 5 de febrero de 2011

BRULOTES BRUTALES - Hoy: Luis Majul, memorias de un invertebrado...

De la nada al oprobio...




MEMORIAS DE UN INVERTEBRADO





Con su prosa nunca siquiera correcta, pero últimamente ya demasiado apurada, como abandonada a su suerte, leìmos el jueves una columna de Luis Majul en La Nación.com, a partir de la cual, advertimos no sin asombro, Majul abandona de una vez por todas el periodismo –que ya lo había abandonado a él mucho antes, dicho sea de paso-, y se lanza de cabeza a la práctica de la profecía, género incierto, asaz riesgoso, pero qué va… Dijera el buen Scalibrini: “son tiempos de biblias, no de orfebrerías”.
Admitimos sin embargo que hace rato Majul se merecía ya su brulote brutal correspondiente; cada vez que rifábamos un martiyazo, nos parecía verlo allí, con su carita ansiosa, agitando en lo alto un talonario entero… pero nos resistíamos a pegárselo  porque El Martiyo también tiene un corazón, y recuerda a Majul de sus días de plomo del periodismo industrial, cuando nosotros también éramos mercenarios a sueldo de ejércitos lustrosos, aguerridos profesionales, jóvenes oficiales ambos muy promisorios...
Nos conocimos en la Editorial Atlántida, en los inicios de los años noventa, cuando Majul (con Alfredo Leuco y Jorge Fenández Díaz entre otros), trataban de salvar como podían los vestigios de la revista Somos, y allí entonces, a las ordenes de Aníbal Vigil, su dueño, le hacían el aguante a Menem, que acababa de entregarles Telefé... (a los Vigil, no a los muchachos, claro está).
Y nobleza obliga, el Turco no ha cambiado, hay que decirlo: el pelo igual (sin tintura, bueno), pero él así, como lo vemos ahora, muy laborioso, nunca brillante, astuto aunque torpe, acelerado y condescendiente, con proyectos laterales siempre a mano, y ya entonces muy resuelto a destacarse o enriquecerse –o mejor ambas cosas a la vez-...
Por aquellos días acababa de publicar, recuerdo, Los dueños de la Argentina, un libro que no sólo le permitió acercarse a las figuras más ricas del país, sino también, de paso, acaso, venderles sus propios secretos, por qué no, emprendedor y empresario como ha sido siempre…
Ejemplo de constancia, tenacidad y entrega, sin talento, sin formación, sin inteligencia que lo destaque siquiera entre sus pares, le dio duro con un palo y duro hasta que al fin logró hacer  de su nombre una marca, y aunque le hubiese gustado adquirir también prestigio, nunca paró de facturar, eso también hay que decirlo.
Falto de  calle, de carisma, de gracia y simpatía, insiste sin embargo en presentarse como todo lo contrario si lo invitan Petinatto o Mirtha, así como aparece adusto y solemne según el recipiente que lo contiene, en tanto en sus propios programas se pretende incisivo o aguerrido sólo porque habla abpurado, grita cuando pregunta, e interrumpe cuando le responden...  
Menos vivo que Tinelli, pero infinitamente más flexible que Verbitsky; supo mantener, por imperio del marketing, un difuso perfil opositor sin precisiones, relevancia ni hondura, mientras la iba de progresista apenas porque asiente sin parar cuando delira la Carrió.
Y con eso nada más la fue peleando.
Parecía fácil.
El tiempo pasaba, el dinero entraba... demasiado fácil, un dia se terminó y terminó como venía: mal. 
Porque sin olfato siquiera para un incendio vecino, Majul siguió de largo cuando las cosas cambiaron, y un día de golpe despertó a la derecha de Mariano Grondona, abrazado con desesperación –y tarde, muy demasiado tarde-, al desastroso Lanata, que ya se hundía como el Titanic contra el mismo iceberg...
El periodismo es una industria muy abierta, donde se puede ser operario, capataz, gerente, incluso ejecutivo, pero también producto.
Se trata sólo de labrarse un nombre con su perfil –y credibilidad- correspondientes; y sobre todo, claro, hacerse de un público propio, "cautivo" -como bien se le llama-, para luego sí venderle el combo completo al mejor postor: perfil, nombre, credibilidad y público en una sola cajita feliz, sin necesidad de montar un diario o inventar una emisora.  El hombre es el producto.
Y así como Lanata tuvo su nombre, su perfil y su público de izquierdas -que tan pingües réditos le dieran  durante el menemismo-; así también Majul se hizo de un nombre y un perfil con mucho esfuerzo y tan poca suerte, que al cabo sólo pudo vendérselo a la derecha hoy más acorralada, pero venderlo al fin. No era lo que soñaba, seguramente no. Pero tampoco lo que temía. El periodismo le sobró siempre por todos lados.
Sin condiciones para el análisis, sin tiempo para lecturas (desde chiquito), con un vocabulario seco  que tememos se marchita con los años; Majul, quien antes abandonara el periodismo por la difusión y promoción política de los sectores que lo emplean, ahora, sin ningún pudor ya, jugado por jugado, vestido apenas con los harapos de una credibilidad que nunca tuvo, se lanza de cabeza a la compleja práctica de la profecía simple...
Allí lo tenemos en La Nación.com, el jueves, anunciándonos preclaro quién será el próximo presidente de los argentinos en una seguidilla veloz y feroz de afirmaciones aparentemente indiscutibles, basadas sin embargo en fuentes imprecisas del todo discutibles.
Bajo el intrépido título llano y total de “Quién será el próximo presidente de los argentinos”, sin fijarse en gastos ni privarse de nada -porque nada tiene ya para gastar-. Majul arranca así:
“La presidenta Cristina Kirchner ganaría la primera vuelta, pero perdería la segunda. El próximo presidente podría ser Mauricio Macri, con el apoyo de Francisco de Narváez y Eduardo Duhalde, porque hay un principio de acuerdo para concretar una sociedad política. Daniel Scioli iría por la reelección en la provincia porque no se atrevería a romper con la viuda. Ricardo Alfonsín triunfaría en la interna frente a Ernesto Sanz, pero terminaría tercero en la general porque expresaría una versión más honesta del kirchnerismo…”
En ese tono y esa línea –ya carcomido todo su coraje por los parásitos de sus propios potenciales-, Majul dispone un escenario político a simple vista desopilante, pero de hecho cumple con instalarlo como una posibilidad real en el imaginario de su público al menos, y de esta forma él, señoras y señores,  factura y factura sin parar. 
Luego sí, ya arrebatado el lector frente la capacidad visionaria del autor, el autor enumera -por supuesto sin nombrarlas (ni avergonzarse)-, las oscuras fuentes de su clarividencia.
Y nos confiesa entonces:
“Estas son algunas de las conclusiones parciales sobre las próximas elecciones presidenciales de octubre obtenidas en enero, después de hablar, entre la arena y el cemento, con diversas fuentes: dos ministros que apoyan la candidatura de la Presidenta, un funcionario cercano al gobernador Scioli, un radical que trabaja para Alfonsín y otro para Sanz, personas muy cercana a Macri, De Narváez y Duhalde y dos encuestadores que no trabajan para el gobierno”.
Más allá de que la certeza del título queda aquì reducida a sólo algunas conclusiones parciales; las fuentes tampoco resultan ser de una contundencia que amerite la bravura inicial... Panorámicas –por no decir etéreas-, a excepción de los dos supuestos ministros que apoyarían la candidatura de la presidenta, el resto suena más bien a cadena de chismes del tipo el amigo de un primo que tiene un hermano que trabaja de chofer para el sobrino de, me dijo que
"De la playa al cemento", es decir, de algún balneario de la costa a la Capital, sin recorrer el país, entre vecinos de carpa y el pescado podrido de todos los días, sin basarse en ninguna batería de encuestas, ni en una sola siquiera, a más de ocho meses aún de las elecciones, y apenas porque charló con un par de charlatanes, Majul nos simplifica el provenir así nomás...
Pero está bien, las fuentes son las fuentes, y como tales secretas, y por lo tanto Majul puede decir cualquier cosa que le diga cualquiera, o adivinarlo todo aunque no adivine nada. Mientras La Nación se lo publique, y él facture, la ley los protege a los dos, así como a la vez no protege a sus lectores.
Por las dudas, astuto como es -así, medio torpe-, hacia el final se cubre y renuncia a la victoria pero se asegura el empate jugándole a los 36 números, y nos dice entonces con su prosa ya más que apurada, a las corridas:
"Igual, en la Argentina, ocho meses equivalen a una vida. Y puede pasar de todo, desde que la presidenta no se presente por razones personales o porque tema perder la elección hasta que un imponderable como la muerte de un militante termine por colocar todo patas para arriba".  
“Invertebrado moral”, lo bautizó públicamente para las cámaras de la historia el buen Víctor Hugo Morales cuando el buen turquito lo invitó para que hable tan luego en el oportunísimo lanzamiento de otro de sus tantos productos de ocasión…
Invertebrado moral.
No, seguramente no era lo que él esperaba.
Pero igual supo ganárselo, hay que decirlo.








viernes, 7 de enero de 2011

BRULOTES BRUTALES: HOY: ERNESTO SÁBATO


Dos veces publicamos este brulote, dos veces Clarín lo censuró, por ello aquí, definitivo ahora, indeleble ya (hasta donde indelebles somos), lo reeditamos sin demoras antes de que Sábato se muera, pues no estaría nada bien hablar así en su ausencia.



LA IMPORTANCIA DE LLAMARSE ERNESTO




Ya nos hemos referido alguna vez a esa vocaciòn tan argentina de comprar lo que no existe y vender lo que jamás tuvimos, y dimos tambièn algunos ejemplos concretos: Riquelme, Alfonsín, Menem, Chacho, Orteguita, la crotoxina, Viedma Capital, en fin… La Compañía Argentina de Camelos, fundada con la patria, no descansa jamás.
Pero acaso ninguno de sus productos haya sido tan logrado, tan loado, y tan bien impuesto, como Ernesto. (La rima es un influjo de la primavera, pero también un intento suave por quitarle desde ya toda importancia al nombre).
Nos referimos, no hay suspenso, a Ernesto Sábato, autor de incontables libros  (incontables porque mejor que no te los cuenten), y sobre todo, más que nada, o acaso  “exclusivamente”, hombre comprometido con su país y su tiempo, con su pueblo y sus pesares, y con las más grandes causas que valgan la pena... o algún buen premio, en lo posible literario.
Como escritor, no hay mucho que decir de él. Publicó un expediente judicial muy importante titulado "Nunca más", y algunos varios ensayos ajenos, pero astutamente emparedados como ensanguchados con frases propias (o al menos sin comillas). Sus novelas, El Túnel y Sobre héroes y tumbas, son aburridas (felizmente ignoramos o hemos olvidado si hay otras). Sobre héroes y tumbas es una obra de largo aliento, preferible correr una maratón. El Túnel por lo menos es corta, se acaba rápido y la olvidás enseguida, metéle sin miedo, (aunque no perdés nada si seguís de largo).
Alegando que escribir lo deprimía (a nosotros leerte, mirá vos), durante muchos años Ernesto se mantuvo alejado de la literarutra. Fueron buenos tiempos, cómo no...
Pero todo concluye al fin y Ernesto, endeble  pero indoblegable, volvió a las librerías para despedirse con un libro del cual se esperaba una dramática repercusión ya que sería, se dijo, su "último trabajo", y por ello iba titulado –con redobles de escobillas-  “Antes del fin”... Sólo que después Ernesto siguió sin morirse, y claro... la gente se sintió engañada, y las ventas mermaron, lógico.
En cambio como hombre público, como hombre de su tiempo, como… ¿cómo decirlo?... como mentor y guía de la humanidad toda (no nos achiquemos) ahí, bueno... ahí cuidado, mucho cuidado, porque en tal sentido, podríamos decir, Ernesto es único, lo que se dice único.
Antiperonista biológico por aprehensión a los pobres, los negros, los otros y los muchos, sin haber sufrido -acaso- más que alguna detención momentánea por averiguación de antecedentes (o escándalos en la vía pública, como mucho), igual celebró la Libertadora, y recién muchos años después. qué vivo, condenó bombardeos y fusilamientos porque para entonces ya estaba colgado de la liana de Frondizi. Tan luego a Rogelio Frigerio le dedica El Túnel. (Que se joda Frigerio)
Luego iban a sucederse azules y colorados, vuela Frondizi, dibujan a Guido, llega Illía, lo sacan de una oreja, viene Onganía, la noche de los bastones largos y todo eso, cuando ya arrancan los Montoneros y se suceden Levingston y Lanusse, y pasa Campora, y vuelve Perón, vuelve y se muere ya en medio de la gran balacera, y ya es el golpe, la dictadura, desaparecen, son asesinadas, encarceladas, desterradas y torturadas miles y miles de personas, estalla la guerra con Gran Bretaña, la derrota, el fin, y durante todo este tiempo, que fue en menos de un párrafo desde 1955 a 1983, Ernesto estuvo siempre ahí, hay que decirlo. En su casa de Santos Lugares. Hablando de sí mismo, su tema predilecto.
(Vale la digresión: por aquellos años el cronista de estas líneas lo visitó justamente allí, en su casa de Santos Lugares. Hay testigos, podemos citarlos. Jóvenes, ilusos, otro como yo y yo quisimos conocerlo, y lo conseguimos. Una mañana oscura de sábado, nos concedió por fin una hora  de su divino tiempo. Fueron exactamente 60  minutos de balanza, donde Ernesto nos  habló tanto de Ernesto, que en un momento hasta nos dieron ganas de conocerlo y todo… Nos contó de su frágil salud, de sus retinas descapotables, de sus depresiones crónicas, y únicas, pues nadie podía entender cuánto sufría Ernesto a consecuencia de su trágica sensibilidad desde luego también única. Una tristeza enorme… La única alegría que ese día nos llevamos de esa casa, fue la visión de sus cuadros, porque Ernesto ahora pintaba. Eran cuadros terribles, horribles, precarios, imitaciones de principiante sin destreza ni vocación, pero fue un alivio saber que al menos ya no escribía. Y a los sesenta minutos exactos, Ernesto miró su reloj y nos despidió. Sin indemnización ni nada. Afuera la mañana seguía negra, y la dictadura con su fiesta).
Y eso es lo milagroso, ahí lo distinto, lo diferente, lo que hace de Sábato un hombre singular: en 30 de los años más violentos de la historia argentina, Ernesto, intelectual comprometido, aguerrido, insobornable, implacable, valiente y altruista, jamás, nunca, ni una sola vez -a diferencia de todos sus pares-, sufrió un día de arresto, ni un fin de semana de exilio (aunque más no fuera varado en Colonia por la lluvia), ni se ligó siquiera un empujón de un vigilante. Nada. Pintaba en Santos Lugares mientras hablaba de lo bien que pintaba. El único bife que le dio la violenta  dictadura militar, se lo sirvieron el día que fue a almorzar con Videla en la Casa Rosada.
Y sin embargo su nombre cobró una importancia ecuestre.
Nos preguntamos entonces, antes de enloquecer: ¿Cómo lo hizo?...
Un hombre que escribió poco y mal, y se comportó peor, llegó sin embargo a convertirse en uno de nuestros más premiados escritores, y en un ejemplo de moral tal, que no se entiende cómo alguna vez la prensa del corazón no le inventó un romance con Teresa de Calcuta.
¿Cómo hiciste, Ernesto?...
Asombrados, perplejos, casi del todo desesperanzados, quisimos dejarle, entonces, nuestra humilde ofrenda.
Aquí te saludamos, Ernesto, y con gusto te dejamos, este martillazo puesto.

(Publicado por primera vez en El Martillo, Clarín.blogs - 26.10.08)

* * *

jueves, 16 de diciembre de 2010

BRULOTES BRUTALES: EL MARTIYO DISTINGUE A MARIANO GRONDONA


Una vida al servicio de los otros




EL MEJOR DE TODOS




Como experiodistas al servicio durante años de las grandes corporaciones mediáticas (*), debemos reconocer, en forma expresa, que Mariano Grondona, a fuerza de muertes y resurrecciones, se ha convertido en uno de los mejores sino en el más duro de los mercenarios de la historia de la prensa nacional en sus variados soportes: gráfica, radio, televisión, Internet, servicios de inteligencia y pasillos palaciegos.
Alcahuete laico, chupasirios hasta la garganta, cipayo de colección, eterno defensor de los derechos y privilegios de los más poderosos, Mariano Grondona lleva casi dos siglos pudriendo cabezas argentinas con sus falacias de ocasión, su pretenciosa y huera formación formal, su griego barato y su latín de sobremesa, su atlética cobardía, su patriótica indiferencia, y su magnífica insensibilidad social. Quizá por todo eso es el más duro sino el mejor.





Los viejos buenos tiempos de Tiempo nuevo, cuando junto al muerto Bernardo Neustadt
nos explicaban el país que debíamos querer y no lo entendíamos. A la derecha, con el ingeniero Alsogaray. Abajo, con el genocida Emilo Eduardo Massera. Amigos son los amigos.  

Porque Neustadt al final no aguantó. Reventó de rabia apenas vio de vuelta a todas sus víctimas de regreso al poder. Y Morales Solá –por razones biológicas- no pudo participar de los fusilamientos y los bombardeos de la Libertadora, y era un pendejo cuando Onganía y sus bastonazos, (apenas sí llegó a colaborar de lleno con el Proceso genocida). Y Nelson Castro es un cuatro de copas, y Santo Biassati es un tibio, y los demás recién empiezan o son unos payasos, como Lanata, que va del Maipo a la tele y tanto le da el Nobel como el Martín Fierro. Mariano no, Mariano es de verdad. Si hasta se llama “Mariano” como bien corresponde a un católico argentino, reaccionario y afectado. Mariano es perfecto y estuvo en todas y a todas sobrevivió y todavía pelea, allí está…. acaso ahora reducido a la escueta y ecléctica teleplatea del canal 26, protegido de pronto por el no menos ecléctico Alberto Pierri, compartiendo de golpe pantalla con Jorge Lanata (todo un eclécticos profesional), y sí, tal vez… pero a cambio todavía conserva su espacio dominical en el diario La Nación, emblemático matutino de vuelta al protagonismo político como cada vez que lo precisan los grandes enemigos de la patria …
Y entre ellos sin falta, en primera línea, como un general consustanciado con la tropa y la causa, allí está Mariano Grondona siempre firme contra el pueblo, defendiendo lo inconfesable, mil veces vencido y sin embargo aún invicto, explicándonos de vuelta cómo tenemos pensar y qué tenemos que decir y por qué Videla es bueno y Martínez de Hoz un genio y Massera un prócer; o por qué los Alsogaray son algo así como los Kennedy, y Menem la soluciòn o De La Rua la esperanza, y todas esas cosas que al servicio de sus amos nos explicó cuando hizo falta.
Por supuesto en este post no descubrimos nada, no anunciamos nada, porque Mariano Grondona es nada. Ni bien él reviente del todo no quedará ningún espacio en blanco en La Nación ni en la tele, otro como él dirá sus mismas palabras, porque él es nadie, apenas un soldado de fortuna, un sicario a sueldo, un mercenario, seguro, sí… pero acaso el más duro de toda la historia, y en ese sentido, merece esta distinción.


Algo más que un periodista: un pensador.



(*) Si es que se quiere ampliar al respecto, recomendamos nuestra sección Memorias de un mercenario.


lunes, 6 de diciembre de 2010

BRULOTES BRUTALES - Hoy: Horacio Rodríguez Larreta, la sombra sin hombre...

Repartos protagonícos...


LA SOMBRA SIN HOMBRE




Siempre que nos pasa cerca le pegamos de costado, pero ya es hora de admitir que su personaje ha crecido tanto en la serie de la que participa, que decidimos dedicarle mejor un buen martillazo pleno, exclusivo para él, pues hay segundos de primera, y tal es el caso de Rodríguez Smither Berreta, el alcahuete oficial de Mauricio Macri, quien, dicho sea de paso, desde que se sacó los bigotes le creció la nariz y quedó igual a Mrs. Burns. (Más joven, sí, pero eso es sólo cuestión de tiempo).
Lamentamos no recordar exactamente el nombre real de Rodriguez Berreta, pues de tanto llamarlo así, y de tan poco que nos importó siempre, su verdadero nombre se nos acabó por borrar.. Incluso nos parece periodísticamente desastroso escribir un artículo sobre alguien del cual no sabemos ni cómo se llama., lo admitimos. Peor aún: nos largamos a escribir sobre Rodríguez Berreta sin ni siquiera saber de dónde salió, cuál es su trayectoria política, sus logros en la función pública, ni qué estudió, ni de qué trabajaba antes, ni qué nada… Es impresionante lo poco que sabemos de este muchacho, y lo mucho que nos disgusta sin embargo.  
Y no son prejuicios. Reflexionamos al respecto, y podemos afirmarlo: no son prejuicios. Es su manera de subestimarnos cada vez que abre la boca.



El Pro vence en Captial.
Dias felices. (Y lejanos).


 
Desde luego comprendemos su trabajo: defender lo indefendible, presentar la realidad como una ficción y viceversa, extraer inmaculado a su jefe del océano de estiércol donde se hunde, y hacerle creer, en fin, a todo un país adulto –y doscientos años más vivo que él-, que el sol sale de noche y la luna es un invento de la oposición. Arduo trabajo, lo entendemos.
Arduo y muy delicado, exige imaginación de máxima pureza, el repentismo de un ángel, muchísimo carisma, y un mínimo de racionalidad; virtudes todas de las que Berreta carece por completo.
Con su cara de susto, su hablar afectado, y sus cuatro argumentos de cotillón con los cuáles sale a batallar cada micrófono que se le cruza, Rodríguez Berreta se ha convertido, como su sosias Smithers, en un personaje de reparto sin el cual ya no podemos imaginarnos el resto de la serie, eso también hay que admitirlo.
Invulnerable a las balas, pase lo que pase, Berreta jamás se rinde. Todos los días, con la misma férrea convicción, y el mismo indignado asombro, repite cada mañana lo que hace meses ya nadie le cree.
Diezmado pero invicto, sombra de su jefe sin hombre propio, no convence, al contrario: irrita a quienes pretende convencer como cualquiera que te toma por idiota. Es, dijéramos, un tiro en el propio pie del pistolero que lo usa, y también por eso le hacemos el aguante con este regio martillazo: porque Rodríguez Smither Berreta, o como se llame, es de los que jamás se rinde, y mientras más defiende a su jefe, más y más lo hunde en su océano de estiércol.
Y porque Mrs. Burns será siempre Mrs Buns, pero nunca sin Smithers.(*)

Poner la cara tiene su precio.


(*) El Martiyo se considera especialista en Los Simpson, lo cual, entendemos, aumenta la gravedad de este brulote.


viernes, 26 de noviembre de 2010

BRULOTES BRUTALES. HOY: EL GENIAL ALEJANDRO BORENZSTEIN

Lo que se hereda no se compra, pero se vende.


DE TAL PALO 
CUCHILLO DE HERRERO





El talento artístico, la sensibilidad intelectual, no suelen heredarse. Ninguna obra literaria salió de ninguno de los hijos de Ernest Hemingway, ningún cuadro tampoco de los hijos de Gauguin; Julian Lennon podrá haber adquirido desde muy chico cierto virtuosismo para tocar la guitarra, pero fabricar melodías inmortales, es muy otra cosa  Un Dumas no hace verano.
Allí tenemos por ejemplo al hijo del actor cómico Tato Bores, Alejandro Borensztein, “arquitecto y productor de televisión” -según él mismo firma-, pero que, sin embargo, aún así, pretende que es humorista. Y como su padre hacía humor político, él pretende que también. Y no sólo él lo pretende.
El desesperado diario Clarín le ha dado un espacio donde él trabaja como tal. Como humorista, o sea, no como arquitecto, ni como productor de televsión, que es lo que él dice que es, aunque parece que no. Bien podríamos pensar que se trata acaso de un genio multifacético propio del renacimiento… pero basta leerlo para descartar cualquier ilusión al respecto.
Sin embargo allí està,¡ahora en la página dos! –festejaba hace poco ignorando que las páginas pares valen menos que las impares… (muchas cosas parece ignorar él)-, y bajo una volanta que expresamente anunciaba Humor político (y lo bien que hacen en orientarte), allí el hijo de Tato presume lavar con mucha gracia la espuma de la rabia de Magnetto… Triste gracia.
Sin falta y sin ingenio, despotrica contra el gobierno, confunde insultos con ocurrencias, y no sólo dice lo que le dicen que diga, sino que más papista que el papa, sin tomarse la molestia de chequear nada de lo que oye, a falta de auténtico ingenio cae cada vez más seguido en injurias y falsedades que ya empiezan a llegar a la justicia. Ningún chiste. Por servir a la causa Papel Prensa, por embarrar su investigación, hace poco se apuró a relacionar estrechamente a Osvaldo Papaleo con José López Rega… Un error histórico: Papaleo no tenía nada que ver con López Rega. Pero en las redacciones suele ocurrir: cuando los grandes no se animan a una injuria, se la venden a un novato, y que se arregle. Ahora Papaleo lo lleva a tribunales por gracioso. Igual seguramente, la misión le habrá valido una doble palmada de Magnetto. Bravo, Tatín…
Así Alejandro Borensztein nos demuestra una vez más que lo que se hereda no se compra, pero sí se vende.
Tal vez más que una palmada, se ganó entonces la pagína dos del diario.
Ese domingo tan luego, bajo el hilarante título de “!MIrá qué página… papá!” (jamás se nos hubiese ocurrido), Alejandro Borenzstein se auto celebraba por el nuevo espacio que conseguía para su columna, y ya de arranque apelaba a toda su chispa: 
“Compañero Jefe, vea lo que le conseguí! ¡La página 2 del diario Clarín! Le dije que le tenía preparada una sorpresa. Mire qué lindo se ve el monopolio desde acá.”
Le hablaba  a Kirchner. 
Graciosísimo, no?...
Payaso triste, cuando Kirchner murió apuró una columna donde con la tibieza y mediocridad que lo caracterizan se arrepentía sin decirlo de haberle faltado el respeto, mientras se retorcía entre explicaciones -no sabemos a quién-, aclarando que eran todos chistes, que él no hablaba en serio ni quería ofender... Pero con igual tibieza y mediocridad, pocos días dspuès en otra columna no menos apurada se arrepentía de arrepentirse..Cosas propias del payaso triste. 
“El humor y el terror son los géneros más difíciles –escribió una vez el maestro Stephen King-, porque el terror mal hecho resulta cómico, y la comicidad mal hecha es de terror”.
En un país donde escribieron humor desde Jorge Luis Borges a Roberto Fontanarrosa, pretender impresionarnos con un título de arquitectura y una vaga herencia familiar…resulta por lo menos imprudente.
Pero entonces, cuando recordamos justamente que alguna vez fue de verdad Roberto Fontanarrosa el que escribía humor en Clarín, y que hoy es apenas el hijo de Tato… ahí comprendemos que Alejandro Borensztein –arquitecto y productor pero humorista- no es más que otro de los tantos síntomas agudos de la agonía de Clarín…
Y acaso uno de los más tristes, si se piensa que es de los más graciosos.


Tatín, el payaso de Clarín.
Snif.

martes, 23 de noviembre de 2010

“BRULOTES BRUTALES”: MIRTHA LEGRAND: CIEN AÑOS DE SOLILOQUIO



Almorzar durante un siglo, no sería saludable.




CIEN AÑOS DE SOLILOQUIO



“Con la comida no se jode”
Daniel Scioli





Mirtha Legrand puede parecer un tema menor, apenas farandulesco, pero lejos está de serlo. Su vigencia a través de los siglos (comenzó a mediados del anterior), es clara clara expresión y termómetro del pensamiento y el sentir de amplias capas sociales que, no por desorientadas, dejarán de votar. Por eso este brulote brutal a manera de barquito en llamas,  pretende, más que incendiar una reliquia de la pantalla, alertar a la sociedad en su conjunto.
La señora Mirtha Legrand lleva como 40 años almorzando por la tele argentina, y casi sin interrupciones, a no ser por una breve primavera alfonsinista, cuando los radicales se quedaron con todos los canales y la bajaron a ella por la baranda a dictadura que le había quedado después de tantos años de comer con –y de- los milicos.
Mucho fue el daño que le hizo el gobierno de Alfonsín al país –no tanto por acción como por omisión, ni tanto por maldad como por impericia-, pero nada, nada, ni la ley de obediencia debida, ni el falaz felices pascuas, ni la hiperinflación, ni el desgobierno ni el caos del final, ni Menem como único destino; nada tan grave como dejarla a Mirtha sin sus almuerzos. Eso la señora no se los perdonó jamás.
Por eso tan complaciente casi obsecuente por no decir caliente parecía con el fiestero doctor Carlos Menem, quien comía con ella más seguido que con sus hijos, y que siempre coronaba sus risueñas presentaciones danzando con alguna odalisca semidesnuda que allí le entregaba Mirtha, así como a otros les daba un reloj… 


Tiempos felices.

Después volvieron los radicales, pero esta vez no se animaron a tocarla porque esta vez ya no se animaron a nada, como bien recordamos todos.
De a poco el país empezó a reventar por todos los costados como un vestido apenas hilvanado y seis números más chico.
A Mirtha le chupó todo un huevo duro. Ella igual encantada con el sonámbulo de Fernando, el suchi de Antonito y su Shakira, qué lindo, no?… una pena que se rajaran todos así, sin saludar, en helicóptero... y que no se la llevaran...
Porque nadie se la llevaba nunca. Todos pasaban y se iban, pero ella no, ella se quedaba y se quedaba… Pasaba el tiempo y muchas cosas, y ella así nomás se masticaba despacio más jefes de estado que albóndigas de merluza disfrazadas de salmón.
 Llegó Duhalde. Alguna vez Mirtha, con el índice clavado en la mejilla, le había preguntado al aire y en la cara si él “era narcotraficante, como se decía”, pero después Chiche le avisó que Cristina era un yegua y se hicieron los tres como chanchos. Comían y comían sin parar, y aunque cada tanto se preguntan qué suerte le esperaba a la Argentina, por suerte enseguida llegaba el corte y volvían a darle a las salchichas art decó.
Todo venía fenómeno a no ser el país. Entonces ella decidió arreglarlo. Con su campanita y sus mucamas de uniforme, ya le daba consejos sino órdenes a cuanto político, ministro, diputado, senador, gobernador o presidente pasara por su mesa, o no. El país se iba al carajo pero ella lo estaba arreglando Todo iba fenómeno…  ¡cuando volvieron los Montoneros!...
¡El horror entonces se abatió sobre la patria como una noche negra de sangre de morcilla!
Con la memoria de un elefante –o de un gorila (ambos son animalitos de gran cerebro)- ya desde un principio Mirtha supo que cualquier cosa anterior sería mejor que lo que entonces comenzaba.
Terroristas disfrazados de políticos elegidos por el pueblo, ¡tomaban el poder en la Argentina!
El tiempo le dio la razón y hoy nuestro pueblo vive sojuzgado por un grupo armado insurgente.
La miseria, el crimen y la corrupción, es todo lo que existe en la Argentina de sus visiones…  (bueno, y una valiente oposición compuesta por sus distinguidos comensales, por supuesto).
Aislados del mundo, somos algo así como Ruanda...
¡El demonio nos gobierna!
Como se ve, un cuadro a todas luces preocupante.
No el de la Argentina, precisamente.
La señora de Tinayre, Rosa María Martínez de Tinayre, tal su verdadero nombre, es, ella -reconocido esto incluso por quienes más la quieren-, una persona profundamente ignorante, además de inculta. La información superficial y mundana que maneja a diario, no impresionan a nadie. Sí en cambio, sus conclusiones y sus reflexiones. 
Dama de la beneficencia transportada a nuestros días sin aviso desde la década infame (cuando los ricos le donaban a los pobres una partecita de lo que previamente le robaban); experta en bisutería, modistos y peluqueros, sin más lecturas que Radiolandia, Gente y Caras, durante los años 90, sin embargo, ganó fama de entrevistadora punzante, incluso inteligente. Lo cual nos habla menos de sus progresos personales que del vacío de la hora. Ungaretti le diría: “tú no creces, te empinan las circunstancias”. Pero como ella jamás oyó hablar de Ungaretti, allí alcanzó su mejor momento. Los vientos soplaban a favor.
Una generación de televidentes, invitados y periodistas nacidos después del proceso, parecían en su ignorancia indultarla de todo su pasado. Incluso de su edad.
De pronto Mirtha era joven de vuelta, y en un repunte inesperado de su carrera, consiguió hasta el respeto de la prensa más arisca, porque ahora ella también opinaba y preguntaba de todo, como si de pronto hubiese descubierto al país y los demás… y le importaran.
De remate el 2001 y su “que se vayan todos” ahondó aquel vacío, y de su pozo sin fondo, surgió Mirtha monstruosa, ya no estúpida pero inocua, sino ahora convertida de golpe en algo así como un “referente social” que decía “lo que otros callaban” y “lo que todos sentían pero nadie decía”..
Una especie de Evita al revés, dijéramos, rubia y actriz, pero ésta revelada hacia el final de su vida, eternamente anciana, embanderada de los estancieros, protectora de los reaccionarios, y patrona de los que más tienen .. Monstruosa, sí.

 Un monstruo de la tevé



El Martiyo es un medio periodístico, un blog, no un consultorio psiquiátrico, pero nos parece obvio a simple vista, que Mirtha no está bien.
Desde el triunfo providencial –admitamos eso al menos- de Néstor Kirchner en el 2003, esta mujer alucina públicamente el retorno de los Montoneros, y con ellos, se ve, la subversión, la violencia, los secuestros, las bombas… (No deja saber si con dicho retorno avista a su vez el retorno de los secuenciales militares. y otros siete años más de almuerzos alegres para ella, como la última vez)…
Pese al odio visceral evidente y manifiesto, y su absoluta negativa a reconocer el más mínimo acierto que todo gobierno tiene (sobre todo para quien le ha reconocido tantos aciertos a gobiernos genocidas), aún así Mirtha repite como un pájaro de los trópicos que su oposición no tiene nada de personal, al contrario, “el matrimonio Kirchner siempre fue muy amable conmigo…¡pero una ve cosas!”, dice sin decir, y allí sus ojos se pierden en quién sabe qué abismos de espectros y terrores… No está para nada bien, pobre.
Nos consta que su sensato productor Carlos Rotemberg, hizo lo posible por ayudarla… pero no sirvió de nada, pues para entonces Mirtha ya tenía el fantasma de Galimberti merodeándole por las noches la heladera… Finalmente, por salvar al menos su propia salud, Rotemberg se le despegó públicamente en una valiente carta publicada para mejor en el diario La Nación, Santa Biblia de la señora. Un horror.
Para colmo de males, una sucesión de periodistas, actores y televidentes, empezaron de pronto a cambiar de canal, a contradecirla en la mesa, a rechazarle la invitación... y eso ya fue demasiado para ella, para su mente, una mente que, saturada exclusivamente por frivolidades durante casi un siglo, ¡de pronto debía conducir una nación!.
Desde entonces las cosas se pusieron peor. Los Montoneros rodearon Villa Parque y avanzan por Libertador enrojecidos sus ponchos rumbo a su casa de José Ignacio. ¡Para colmo Mujica es tupamaro y Obama negro!  “Jamás estuvimos tan mal”, repite alienada. Exceptuando el menú del día, “todo está peor que nunca”.
“La izquierda pasó de moda”, reduce, dictamina y mastica...
“Yo sé de toda la vida que todos los que van a los actos peronistas, van porque les pagan”, masca, rumia y escupe…
En fin… afirmaciones improbables, generalizaciones absurdas -cuando no directamente falsas-, percepciones inexactas de la realidad, alucinaciones, espejismos, en síntesis: la  enajenación, la demencia… acaso la senectud, por qué no si a todos nos cabe…
El caso es que nosotros lo vemos y lo admitimos, y lo denunciamos públicamente, pues por mucho que se trate de una diva, se trata también de un demente, es decir: de una amenaza para la sociedad, cuando no para ella misma.
Por ello también nos gustaría hacer reflexionar a la señora Legrand, pues pareciera ser que su entorno y sus invitados no le están diciendo nada. Ni la Carrió, ni De Narváez, ni Morales el radical, ni los pendejos del Pro, ni muchos otros bravos opositores que sin embargo en su mesa no se le oponen nada. Al contrario: diga lo que diga ella, ¡todos le dan la razón como a los locos!, pobre...
Los médicos aún no pueden precisar si almorzar durante cien años sin parar traería trastornos más que digestivos, pero Mirtha no está nada bien. Ojo.
No les sugerimos a nuestros lectores que dejen de mirar su programa, porque eso ya lo están haciendo. Pero a quienes todavía la siguen, sí les recomendamos mirarla siempre con un buen profiláctico punto de vista, como quien mira las proezas de un equilibrista ebrio, de un motociclista ciego… de una mente demente, bah.
¡Aguante La Colifata!....



 Todo tiene un tiempo bajo el sol.
Mirtha tiene varios.

martes, 16 de noviembre de 2010

FITO PAEZ Y JORGE LANATA EN EL REESTRENO DE "BRULOTES BRUTALES":..

BARQUITOS EN LLAMAS 


Según la Real Academia Española, el brulote es una suerte de buque-bomba, "un barco cargado de materias combustibles e inflamables que se dirigía sobre los buques enemigos para incendiarlos”.  En la Argentina, en cambio, el brulote es apenas un género periodístico despreciable por definición.
Se supone que un brulote carece de seriedad, sobre todo de objetividad, pues está apenas sustentado por la sola intención de agraviar al sujeto de sus líneas, sin ningún tipo de imparcialidad o de justicia. Tal vez por eso este género nos gusta tanto: por despreciado, y por brutal.
Al fin y al cabo por aquí sólo pasan los peores clavos que El Martiyo pueda hallar. Auténtica galería del horror, aquí tienen su minuto de gloria los intolerables que nunca faltan.
Hoy, como oferta de reposición, presentamos en un solo post, dos de nuestros muñecos preferidos; Jorge Lanata y Fito Paez....
Habrá más, infelizmente. Conforme los horribles no cesen, los brulotes brutales tampoco lo harán.
Uno tras otro irán saliendo como barquitos cargados de materias combustibles e inflamables dirigidos  sobre los buques enemigos para incendiarlos.
Ojalá los disfruten...





* * *



JORGE LANATA: MUCHO MÁS QUE UN  CUERPO BONITO…

De Neustadt a Porcel con escalas en Alterio (*)


EL HOMBRE TODO



 
Ahora Lanata habla prácticamente solo por canal 26, pero quizás un día no muy lejano –dos estaciones antes del olvido total (tampoco hablamos de “la poteridad”)- sea recordado por el mayor de sus intentos (ya que inventar no inventó nada): convertir el periodismo en un subgénero del burlesque.
Hoy lo vemos por ahí con su cara de “Página 12 soy yo” aunque en realidad fue sólo parte del grupo fundador, pero ya enontces, allá por los ´90 irrumpió en el bestiario argentino disfrazado de gran opositor, y no sólo por su volumen, sino, y sobre todo, por lo redituable del papel en su momento.
Casado en primeras nupcias con las Madres y las Abuelas de Plaza de Mayo y todos los organismos de derechos humanos, pronto aquél bravo periodista se reveló sin embargo también escritor, por qué no, total...
Eran los días del uno a uno, cuando sobraba papel y publicábamos todos y suficientes los muchachos del suplemento literario de Página 12 decidían ellos solos la nueva vanguardia de la narrativa argentina. Desde allì pronto coparon la editorial Planeta y su colección Biblioteca del sur (que no fundaron, pero sí fundieron), donde Juan Forn, director de la misma, y empleado a la vez de Lanata, elegía por entonces quiénes serían mañana los genios del momento. Entre ellos, por supuesto, apareció pronto su jefe, que allí enseguida publicó su primera novela, cuyo título, infelizmente, rápido nos arrebató el olvido.
Pero su nueva imagen de entonces, no. De pronto ya era otro Lanata, ya no un periodista comprometido, inflamado y serio, sino más bien un escritor alocado, irresponsable y vital.
En pocas semanas bajó 60 kilos, se clavó un arito en una oreja, vistió sólo ropa de Bali con gorrito y todo, y fulguró por un verano entero en la noche espumosa de Punta del Este, cual rara especie pródiga de estrella que por fin volvía a su galaxia…
Pero claro, una cosa es disfrazarse de escritor, y otra muy distinto es serlo. Ser escritor de verdad (más allá el éxito, de la fortuna, de la repercusión, incluso de la publicación asegurada), es un juego muy duro, no todos aguantan. No es lo mismo un artículo prepago que apenas mañana alcanzará difusión (y que ya tiene su público cautivo merced al diario que lo envuelve); que un trabajo de largo aliento, su extensa y silenciosa incertidumbre, el retiro que exige, el lucro cesante, su soledad profunda… Jorge quería fama, y aquello de la literatura era más bien un albur muy laborioso, incierto y lento. Lo mandó a la mierda.
Allí nomás largó los brolis, tiró a la basura toda esa ropa absurda, se sacó el arito, volvió a morfar cuanto le pasaba por delante, renunció al premio Nobel, y se dedicó, mejor, a perseguir un Martín Fierro. Abjuró del arte, tan lleno de hambre, y se entregó a la tele, que fue lo suyo. Su rostro 29 pulgadas se adaptaba perfecto al formato del medio.

Lanata en uno de sus grandes momentos: la comida.


  
Allí descubrió que no hacía falta saber escribir, ni siquiera pensar, que bastaba actuar, representar el papel del valiente periodista que dice lo que otros callan, mientras nos tira el humo en la cara como toda innovación televisiva. Pero no hay exceso que no se pague, y no sólo a la hora de comer.
Encumbrado por la suerte de ese muñeco venturoso, Jorge se infló demasiado, y pumba…
Vuelto más un profeta que otra cosa, quiso conducirnos a la tierra prometida y se largó a vender la Alianza aquella, su legión de incapaces, que tanto nos costó…. De pronto según sus visiones, el fútil Chacho Alvarez pasó a ser algo así como un Sarmiento con pelo y sonriente; Graciela Fernández Meijidi (hagan un esfuerzo, una señora de ojeras), una suerte de Pasionaria de entre casa; y Elisa Carrió, la versión big-mac de Evita…
Hoy ya todos comprendemos cuánto le convenía a Menem en aquellas elecciones el triunfo de la Alianza, y la real oposición que suponían para sus muchos intereses Cavallo o Duhalde... Hoy todo está más claro, hoy que Lanata quedó reducido al canal de Alberto Pierri. Pero ya por entonces gente del entorno de Lanata, admitía por lo bajo que "lo operaba Alberto Kohan"...
Desde luego es algo imposible de probar, pero lo cierto es que esa tarde en que la Alianza alcanzó su solo instante de gloria –cuando fuera detenido Menem-, esa noche misma, ante su público expectante por verlo por fin descorchando champán y festejar; Jorge Lanata abrió su programa Día D inventariando sospechosamente la sospechosa fortuna del juez que había detenido a Menem.
Y eso sí es fácil de comprobar, está grabado, quien quiere ver que vea... y si alguien borró todos esos videos, quedó igual impreso en lo que Borges llamaba el “rígido ayer”.
Lo cierto es que desde que el menemismo perdió espacio, Lanata tambièn, ¿lo notaron?... Como si muerto el perro descubriéramos que la rabia no era más que pura espuma.
Y así comenzó el descenso, la caída.
Despacio pero firme, su público –básicamente joven- comenzó a abandonarlo conforme crecía, maduraba y comprendía.
Perdido por perdido, al ver que el reloj marcaba ya el minuto quince de su cuarto de hora; entró a probar con cualquier rebusque. La radio, el diario, la publicidad, el teatro, ¡la revista!, ¡el Maipo!; en el revoleo consiguió venderle como documental al History Channel un tour all-incslusive que se mandó por Bolivia disfrazado de detective deportivo mientras hablaba del Che sin aportar nada nuevo, en el medio se prestó por las dudas a un clip con Calamaro, y así mil peripecias más sin que funcione ninguna… El público nunca volvió.
Acabó hablando prácticamente solo en el canal 26, que es de Alberto Pierri, el ex presidente de la cámara de diputados de Menem, ex jefe de campaña de Menem también; un empresario de San Justo dueño de la papelera que proveía en sus buenos tiempos a la revista Convicción del entonces almirante Eduardo Emilio Massera… (una pena que la cerraran, sino seguro Jorge tendría allí flor de columna).
Pero bueno… peleador infatigable, dio la vuelta completa –le faltó nada más probar el circo-, y sin solución volvió a sus orígenes: desempolvó vencido su ya estrecho traje de bravo opositor, descubrió al cabo de una vida dedicada al periodismo de investigación que las Abuelas y las Madres de Plaza de Mayo al final eran unas corruptas, y saltó de nuevo al ruedo con más y nuevos malabares aprendidos en su paso por las tablas.
Aún indefinido, su nuevo personaje oscila entre el fugitivo que espera sentado, y el perdedor invicto. Inspirado en su callado maestro Bernardo Neustadt (con toques de Porcel y vahos dramáticos de Alterio), Lanata ya no transmite ni comenta la actualidad, va más allá: la encarna. Todo sucede en él, y lo lastima. Todo lo menciona o lo contiene, porque él lo contiene de todo…
Pero ya lo decía Bolívar: no se puede ser grande impunemente.
Perseguido no precisa por quién, lo cierto es que cada vez lo siguen menos. De hecho el rating hace mucho que no lo reclama en ningún lado, por algo está en canal 26.
Sin embargo ahora sí, según todo indica, Jorge por fin encontró algo de amparo bajo la gabardina desplegable de Héctor Magnetto…
Por eso decirnos que habla prácticamnte solo, y no solo. Porque Magnetto y sus muchachos lo escuchan. No sólo eso: lo entienden. Mejor aún: lloran con él, lo consuelan, y lo difunden. Es linda la amistad.
¡Y pensar que antes se peleaba con Clarín! (Locuras juventud, qué va)…
Hoy Jorge está podrido de que le hablen mal de la dictadura militar, ya se aburrió de la historia de Papel Prensa y de los hijos de La Noble… y los monopolios que ayer lo asustaban tanto, ahora, desde adentro, descubrió que no son tan malvados. Al contrario, pobrecitos… le dan pena, incluso, porque él siempre -como explicó en TN apenas el gobierno difundió el informe sobre Papel Prensa-, él siempre estuvo del lado de los más débiles, en este caso, como le apuntó allí para redondear su propio Stan Laurel Tenenbaum: “en este caso Clarín”.
Así acabó aquél disfrazado alguna vez de toro salvaje.
En fin.
Es propio de los argentinos acusar al gobierno en curso de nuestro fracaso personal. Pero hemos de reconocer que Jorge Lanata extrajo de semejante miseria un novedoso mix periodístico-dramático, que nada tiene de periodístico -ni siquiera de dramático  porque medio da risa-, pero que desde ya inscribe sin dudas su nombre entre los grandes nombres del vodevil.


(*) El Martillo - Clarín.blogs - noviembre 2008
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 FITO PAEZ: EL HIJO DE CHARLY GARCÍA Y NITO MESTRE


¿Genio del renacimiento, o bobo de paso? (*)


CIRCO BEAT
PAYASO VIP




Como de verdad no entendemos de qué otra clase de árbol sino del caído se puede hacer leña, decidimos darle un par de merecidos martillazos a Fito Paez, que no cayó, finalmente, en las tumbas de la gloria -como él solo se pensaba-, pero que en algún agujero se cayó o viene cayendo porque ya casi no jode. (Tocamos madera).
Fueron años, demasiados años, de soportado ahí arriba, en la cima casi inalcanzable del atalaya de su propio ego, desde cuya altura nos hablaba inobjetable con la certeza de los elegidos, opinando de todo sin decir jamás algo que valga la pena, previsible más previsible que un calendario, simulando posturas políticas que no son más que poses, con su comportamiento eléctrico de diva encendida por su propia estrella, y toda y tanta nada, por un par de jingles baratos que ya olvidaremos, y una innecesaria antología  de letras catárticas, precarias, confusas, que se presumen hondas porque no se entienden, que se suponen bellas porque no se lee.
Milagro emergente del vacío de la época, allá por los 90 vivió su cuarto de hora.  Peinados inestables, camisas tropicales con pretensiones psicodélicas y anteojos de carnaval, le bastaron para componer un muñeco que le daría pingües dividendos por una buena temporada. Eran los chicos hijos de un tiempo de banalidad febril que iba estallar recién en el 2001…
Después aquél público creció, los pibes ya no vinieron más tan fáciles, la plata se puso muy difícil, y vos ya no le vendiste un disco ni a Cecilia Roth… 
Genio del renacimiento nacido a deshora en Rosario, ninguna disciplina le era ajena,  y con ese talento inmensurable que sólo él sabe que tiene, probó suerte en el cine. Pero no hubo suerte. Se dirigió una película aprovechando que su esposa era actriz y famosa en España, y eso fue todo. La película parece que tampoco ella la vio.
Artista puro, sí,  pero también y por las dudas intelectual comprometido social sino políticamente, los avatares financieros del diario Página 12 lo mostraron desconcertado y perdido, sin saber qué decir más de una vez. Pero amparado siempre en la complejidad jeroglífica de sus expresiones, nunca se le entiende nada y así más o menos sale casi siempre indemne ante el espectador desprevenido (que en su caso abunda, pues ya nadie le presta mucha atención).
Perdido en su propia nube eterna de gases intestinales, alguna vez quiso juntarse con Sabina a ver si aprendía a escribir canciones. Pero la naturaleza no perdona nunca, y Sabina salió corriendo. Mejor. Según contó el mismo Paez, Sabina fumaba mucho y le quemaba la alfombra del estudio. Se pelearon. Sabina se volvió a Madrid, y Fito se fue a llorar con Mirtha Legrand, que siempre lo invita a comer y además no fuma.
Hace muchos años, en días más contenidos, cuando aún este payaso vip de su exclusivo circo beat no había encontrado aún al peluquero que lo haría célebre, Clarín lo juntó para una nota con Luca Prodan…
Fito era muy joven, Luca nunca lo fue. Admirado o asustado, respetuoso o pusilánime, siempre ansioso, siempre histérico dos veces histérico por histérico y  por jóven, Paez no pudo esperar las preguntas y lanzó de movida un largo vómito de elogios para Prodan. Cuando paró, Luca nada más le preguntó:
-- ¿Vos sos el  hijo de Charly García y Nito Mestre?


Las mil piruetas de un circo que pasó.


(*) El Martillo - Clarin blogs - Octubre 2008.

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