ESCRITOR POR ESCRITOR
Aunque más no fuera por alentar o sostener o cuando menos celebrar esa magnífica fraternidad fuera del tiempo y del espacio que suscita la escritura entre escritores, aquí El Martiyo inaugura una nueva sección que fija, recorta y comparte, en fragmentos preciosos, pedacitos de ese platónico amor de verdad desinteresado, de verdad espiritual, de verdad eterno… de verdad amor.
Escritor x escritor, es una sección, como Destellos Ajenos, inmejorablemente escrita porque la escriben los mejores de la especie, sólo que aquí los unos elevan a los otros elevándose así en prueba de una generosidad como la que soñaba don Antonio Machado, cuando “la monedita del alma, se pierde si no se da”.
A manera de presentación, valga aquí un fragmento de la carta que René Barjavel le envía al escritor Albert Paraz, hablando del inmenso maldito Louis Ferdinand Céline.
Escritor x escritor, es una sección, como Destellos Ajenos, inmejorablemente escrita porque la escriben los mejores de la especie, sólo que aquí los unos elevan a los otros elevándose así en prueba de una generosidad como la que soñaba don Antonio Machado, cuando “la monedita del alma, se pierde si no se da”.
A manera de presentación, valga aquí un fragmento de la carta que René Barjavel le envía al escritor Albert Paraz, hablando del inmenso maldito Louis Ferdinand Céline.
ESCRITOR x ESCRITOR
"Para mí, en el siglo XX, no hay hasta ahora sino un innovador, que es Ferdinand. Un solo escritor incluso. Espero que no te ofendas. Está tan por encima de nosotros. Que lo torturen y persigan es normal. Es espantoso decirlo, siendo como es un hombre vivo, pero, al mismo tiempo, por su grandeza no se puede por menos de considerarlo fuera del tiempo y de las contingencias que lo aplastan. Estoy profundamente convencido de que cuanto más grande es un hombre, más se expone a que lo maltraten todos. La tranquilidad es sólo para los mediocres, los que se confunden con la multitud. Céline desea volver a París o a Francia, y tu haces todo lo que puedes para ayudarlo, pero ten en cuenta esto: dondequiera que esté, lo perseguirán. Su deseo de encontrar la paz en un sitio distinto de donde está, no es sino un sueño. No va a encontrar la paz en ninguna parte. Lo perseguirán hasta la muerte, dondequiera que vaya. Y él lo sabe perfectamente. Y no lo puede evitar, ni nosotros tampoco. Lo único que podemos hacer es proclamar en todas las ocasiones, que es el más grande, e incluso al hacerlo, atraemos sobre él los odios decuplicados de los pequeños, los mediocres, los castrados, todos los que se mueren de odio envidioso en cuanto les levantan la cabeza para mostrarles las cimas. Son la multitud.”
(Fragmento de una carta dirigida al escritor Albert Paraz)
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