Ríos de
mierda rompen desde las profundidades de Comodoro Py y en su desborde arrastran jueces, fiscales, espías y periodistas.
Como un
chicle en el pelo nadie consigue
despegarse de Marcelo Dalessio.
Descubierto
buchón de sus propios compañeros, echado del programa Animales Sueltos, el
cuerpo maloliente de Daniel Santoro apesta y espanta. Unos pocos lo abrazan en
su caída, y allí se van con él, y con él tantas cosas.
EL ESPÍA
QUE SE LLEVÓ EL RÍO
Santoro y Dalessio: los días felices. |
"Yo soy un pelotudo".
Alejandro Fantino, (contemporáneo).
El
Templo de las Últimas Ilusiones Pro –Comodoro Py- desborda de mierda y en sus
heces a la deriva flotan jueces, fiscales, servicios y periodistas revolcados en
el mismo lodo como en un trágico tango de Enrique Santos Discépolo. Tarde o
temprano, todo se paga. Qué vachaché.
Las
aguas servidas de sus propios despachos, ya les pasa el cuello.
Stornelli
canta no hagan olas mientras se esconde y desoye el llamado a indagatoria,
cuestiona al juez que lo imputa, se defiende en TN, y somos todos muy honestos
pero el celular no lo entrega.
Su pareja
de baile en las fiestas de la Embajada cada 4 julio, el juez Claudio Bonadío,
se mandó en pleno fin de semana cuatro espectaculares detenciones de 4-ex
funcionarios ka-4… pero en la tapa de Clarín no salió nada. Juez y fiscal de
golpe se miran y se dicen: “nosotros los de entonces…”.
En la
corriente de toda esa marea marrón y maloliente, vemos flotar y alejarse el
cuerpo ya sin vida periodística del alto empleado del Grupo Clarín Daniel
Santoro, quien hace tiempo se veía que venía y se venía ya decúbito dorsal, y
que allí se lleva ahora en su caída tantas cosas.
Se
lleva ADEPA, se lleva FOPEA y sus lustrosos premios; se lleva los restos de la
ya escasa credibilidad que le quedaba al Grupo; se lleva unos cuantos
compañeros puestos, y una sucia cultura periodística nacida de la cópula de los
grandes medios y la dictadura cuando se quedaron con todo el papel del país, y
entonces el negocio reemplazó al oficio, y las operaciones “serviciales”
suplieron las investigaciones legítimas.
ADEPA, Asociación
de Entidades Periodísticas de la Argentina, bajo su ostentoso nombre, no es
sino una cámara empresarial que responde por lo tanto a los intereses de los
dueños de los medios –o sea: Magnetto & Co.-, y no a la práctica
responsable del periodismo, ni mucho menos al bien de la sociedad, la búsqueda
de la verdad, etc. Nada que ver, no. Por eso mismo le dio todo su respaldo a
Santoro, y allí se va con él.
FOPEA, Foro
de Periodismo Argentino, bajo su pretencioso nombre, no es más que otro invento
del Grupo Papel Prensa. Fundado en 2002, entre otros, por Daniel Santoro, quien
es además autor de una de las mayores y más extensas mentiras del periodismo
nacional, al sostener durante años que Nilda Garré y Máximo Kirchner tenían
cuentas en el exterior, hasta que finalmente fuera desmentido por la Comisión
de Valores de Estados Unidos. Y por todo lo cual inmediatamente recibió el
Premio FOPEA a la Investigación Periodística, llevándose así consigo, de alguna
manera, su propia criatura.
Cual alternadora
oficial, Joaqu-Inmorales Solá -siempre dispuesto a servir y satisfacer al
cliente-, al igual que cuando le tocó atender en su programa al fiscal
Stornelli, ni siquiera se animó a preguntarle a Santoro si esto era una campaña
en su contra, apenas preguntó por qué se la hacían a él.
Santoro,
claro, se defiende, balbucea excusas. Contra las fotos festivas en su propia casa
disfrazados y contentos con Marcelo Dalessio, pretende que su relación con él “era
estrictamente periodística”. Contra las propias palabras de Stornelli “a mí a
Dalessio me lo presentó Santoro como agente de la DEA”, dice que a él Dalessio nunca
le dijo que fuera agente de la DEA, “y yo igual no se lo hubiera creído”,
explica sin que se le entienda.
Ya todo
esfuerzo es inútil.
La RCP
mediática no funciona, y Santoro está terminado.
Podrá
seguir empleado en Clarín hasta jubilarse, no estaría mal, le falta poco, y después
de todo se inmoló por el Grupo... Pero el badajo de buchón colgándole del
cuello, no se lo saca ni Magnetto. Más bien al contrario.
"Soy un pelotudo", A. Fantino. |
Porque
Santoro no sólo aparece y parece complicado en una asociación ilícita destinada
a la extorsión en el marco de su promocionada causa de las fotos de las
fotocopias de los “cuadernos”; sino y sobre todo fue descubierto como un espía de
sus propios compañeros de trabajo. Cada vez más torrentoso, el río de mierda de
Comodoro Py de pronto se lo tragaba en un remolino también de mierda.
“Yo soy
un pelotudo”, se le oyó confesar por fin al conductor Alejandro Fantino
mientras intentaba despegarse de Santoro y su Dalessio como quien se saca un
chicle del pelo. O dos. “Vos me lo presentaste… yo creí que vos…”, tartamudeaba
al aire ya rodando para siempre por las redes sus melosas apologías del hoy
execrable Marcelo Dalessio, otrora más noble y valiente que El Zorro.
Romina
Mangel, también compañera del servicial Santoro en el programa Animales
Sueltos, salió del juzgado de Ramos Padilla intentando callar con palabras lo
que ahora sabía. El dúo Santoro-Dalessio
la había sumergido bajo el sistema de inteligencia de los Estados Unidos ¿Para
qué están los compañeros?...
Sin
embargo y pese al diluvio de pruebas que no para –chats, videos, fotos, audios,
papeles, nuevas denuncias y más testimonios-, bajo el cómico hashtag SantoroEsPeriodismo, un pequeño pero
seguramente inolvidable grupo de empleados de Magnetto salió en su defensa
basado sin ningún orgullo profesional en las infantiles hipótesis de Elisa
Carrió, la operación ka desde la cárcel, etc. Brillantes por su ausencia, ninguno
de los compañeros de Animales Sueltos acompañó el chiste ¿Raro, no?...
Como en
la España de Machado, en la Argentina de Macri hay un periodismo que muere, y otro
periodismo que bosteza. Una nueva grieta se abre, pero ya no es política.
De un
lado quedan los que defienden la industria y su universo de negocios, y del
otro se van los que todavía sueñan con vivir del oficio sin renunciar a la
industria, más los que ya dejaron la industria para ejercer el oficio aunque
tengan que vivir de otra cosa.
Desde
que publicar y difundir –y en directo y para todo el mundo- no precisa mayor
inversión que un clic y otro clic; el periodismo es posible más allá de la
industria. O más bien lejos de ella, y cuanto más lejos más aún.
Es
bueno recordar que los ríos no vuelven sobre sus pasos.
El que se
lleva a Santoro tampoco.
El embajador de EE.UU. Edward Prado, recibe al fiscal Stornelli. Atrás asoma el juez Bonadío, ya con las rodilleras puestas. |
* * *