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LEGALIZACIÓN O DEPENDENCIA
LEGALIZACIÓN O DEPENDENCIA
Como reconstruir fatiga mucho más que construir, demoramos hasta hoy la reposición de esta sección -pilar del primer Martillo-, no porque nos pareciera un asunto menor, sino más bien por todo lo contrario. El tema drogas, y cuanto implica, se nos ocurre, antes, uno de los males mayores de la humanidad hoy, sino el mayor, porque devora su espíritu, y se come a sus hijos.
Sin embargo, lejos de resolverse, el problema se agrava, consumidores son detenidos y encarcelados por los mismos jueces que excarcelan curas pedófilos; el cardenal Bergoglio descubre 2000 años despuès que se vende droga en las puertas de las escuelas, y todos los días, o casi, escuchamos o leemos al respecto, en boca de altos responsables de la cosa (políticos, jueces, habladore mediáticos), las mismas sandeces de siempre, mientras el mal en cambio avanza, se refina, se sofistica, aquí, allá, y por todas partes...
Por lo tanto y de una vez por todas, decidimos no esperar más y volver a la carga con la sección, rescatando de nuestros archivos remotos, como para reiniciar por el inicio, tres de los primeros posts publicados allá en los albores de El Martillo (blog clausurado y destruido por el Grupo Clarín, siempre es bueno recordarlo), y que aquí valen como introducción, pues despliegan, entre sus líneas, los puntos cardinales de nuestra postura, que lógicamente, esperamos el mundo comparta.
Mientras tanto, la contienda continua...
Mientras tanto, la contienda continua...
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El Martillo – Clarín.blogs – 7.10.08
Costumbres:
EL AIRE DE LA ESTUPIDEZ
La estupidez humana se manifiesta como el aire: en todas partes. Sin embargo existen tópicos que resultan más favorables para su cultivo y producción. El tema drogas, por ejemplo (y excelencia), es uno de los preferidos del idiota público. Allí se despacha a gusto.
Hace un par de semanas apenas, una senadora más o menos despierta –cuyo nombre da lo mismo-, echó a rodar un proyecto que pretendía despenalizar el consumo de drogas… Inmediata y previsiblemente, los previsibles de siempre salieron a cacarear más temprano que los gallos, pero no más despiertos.
En los diarios, en la tele, en las radios, en las tribunas públicas de nuestro tiempo, otra vez se oyó rezar el eterno desvarío del miedo. Lustrosos periodistas, renombrados médicos y abogados y habladores varios, se erizaron o se burlaron de la senadora y su proyecto, y luego pasaron a otro tema con la superficialidad y ligereza que ya es estilo en ellos… Pero ninguno se preguntó, qué va, por qué hoy, al cabo ya de varias décadas de prohibición y represión, las estadísticas y la realidad nos demuestran que el consumo de drogas no hizo más que aumentar de manera pornográfica. ¿Es tan eficaz, entonces, dicha estrategia de prohibición y represión? Ninguno se lo preguntó, qué va… Ninguno tampoco se preguntó -mucho menos, más vale-, a quién entonces beneficia la prohibición, si está claro que no ayuda al adicto, y que encima desnuda otro fracaso del Estado… ¿A quiénes entonces les conviene que la prohibición multiplique en hasta un mil por ciento el precio final del producto?... Al productor y al mercader, correcto, es fácil, quién no lo sabe, y sin embargo… nadie respondió estas sencillas cuestiones, porque nadie tampoco se las planteó siquiera. Al contrario, con los recursos de siempre, los formadores de opinión, los comunicadores sociales (¡qué demasiado!), continuaron su interminable desguace de la conciencia colectiva, montando en su lugar el show de la ignorancia… Porque la turba, la misma turba que ayer gritaba Barrabás, ahora repite lo que dicen ellos, que dicen lo que dicen sin pensar lo que dicen… Y es que la estupidez humana es como el aire: no se acaba nunca.
Hace un par de semanas apenas, una senadora más o menos despierta –cuyo nombre da lo mismo-, echó a rodar un proyecto que pretendía despenalizar el consumo de drogas… Inmediata y previsiblemente, los previsibles de siempre salieron a cacarear más temprano que los gallos, pero no más despiertos.
En los diarios, en la tele, en las radios, en las tribunas públicas de nuestro tiempo, otra vez se oyó rezar el eterno desvarío del miedo. Lustrosos periodistas, renombrados médicos y abogados y habladores varios, se erizaron o se burlaron de la senadora y su proyecto, y luego pasaron a otro tema con la superficialidad y ligereza que ya es estilo en ellos… Pero ninguno se preguntó, qué va, por qué hoy, al cabo ya de varias décadas de prohibición y represión, las estadísticas y la realidad nos demuestran que el consumo de drogas no hizo más que aumentar de manera pornográfica. ¿Es tan eficaz, entonces, dicha estrategia de prohibición y represión? Ninguno se lo preguntó, qué va… Ninguno tampoco se preguntó -mucho menos, más vale-, a quién entonces beneficia la prohibición, si está claro que no ayuda al adicto, y que encima desnuda otro fracaso del Estado… ¿A quiénes entonces les conviene que la prohibición multiplique en hasta un mil por ciento el precio final del producto?... Al productor y al mercader, correcto, es fácil, quién no lo sabe, y sin embargo… nadie respondió estas sencillas cuestiones, porque nadie tampoco se las planteó siquiera. Al contrario, con los recursos de siempre, los formadores de opinión, los comunicadores sociales (¡qué demasiado!), continuaron su interminable desguace de la conciencia colectiva, montando en su lugar el show de la ignorancia… Porque la turba, la misma turba que ayer gritaba Barrabás, ahora repite lo que dicen ellos, que dicen lo que dicen sin pensar lo que dicen… Y es que la estupidez humana es como el aire: no se acaba nunca.
La teta es un viaje de ida... |
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El Martillo – Clarín.blogs – 21.11.08
El Martillo y las drogas
LOS SOSPECHOSOS DE SIEMPRE
Una buena vara para medir ahora qué tanto cambio supone para el mundo Barack Obama, será su manera de encarar el tema drogas, si legaliza o no su comercialización y su consumo.
Como bien sabemos –por razones económicas, políticas y estratégicas, no morales-, esto no será posible en el resto de nuestro mundo, hasta que los Estados Unidos no lo haga primero.
Más allá del desafío, nos manifestamos así, claramente, abiertamente, por la legalización del comercio y el consumo de cualquier tipo de drogas, y por lo tanto, claro, de su producción.
Que no alentamos, ojo, que apenas aceptamos, pues la humanidad siempre se drogó. Con tabaco, con alcohol, con ansiolíticos, barbitúricos o sexo, con trabajo, codicia o psicoanalisis, pero siempre los seres humanos buscamos la forma de tapar ese agujero que trae la vida…
Nos resistimos a recurrir para argumentar a la famosa lista de motivos y notables que va de Milton Friedman a García Márquez, pidiendo por la despenalización (pero de paso, la mencionamos). No queremos caer tampoco en la obviedad de la analogía con la Ley Seca en Estados Unidos, cuando los únicos beneficiados eran los contrabandistas y los eternos corruptos de cualquier estado. Huelga repasar también la cantidad de DEAs y de otras no menos sospechosas y onerosas organizaciones por el estilo, donde traficantes acaban siendo policías (y viceversa), y que sólo subsisten gracias a la prohibición. Tampoco creemos necesario mencionar la fuerza de atracción que ejerce en todos nosotros desde los tiempos de Adán y Eva la ley del fruto prohibido; ni volveremos sobre nuestro post El aire de la estupidez (El Martillo, 17/10/08), en el que recordábamos que al cabo de años y décadas de prohibición y represión la cantidad de adictos y narcotraficantes no había sino aumentado en progresión pornográfica; y nos preguntábamos de paso, allí, a quién entonces le convenía que la prohibición elevase hasta en un mil por ciento el precio final de su producto…
Todos argumentos demasiado trillados, demasiado razonables, como para subestimar con ellos a nuestros lectores, que descontamos, en masa, a favor de la legalización.
Pero sí quisiéramos reparar en algunos otros puntos, ni menos trillados, ni menos razonables, sobre los cuáles sin embargo vale la pena martillar y martillar, porque somos El Martillo, y porque somos nosotros:.
Entonces nos preguntamos: ¿Y qué hay de los millones y millones de inocentes que apenas tienen una debilidad -o si así lo prefieren, “una enfermedad”-, y son condenados a diario en todo el mundo al circuito clandestino de traficantes y pistoleros por la gracia de la prohibición?... ¿No importa esa gente?... ¿Y los otros cientos y miles de inocentes encarcelados, juzgados y condenados todos los días por todas partes y por la misma gracia?... Existen países en los cuales la posesión y el consumo de algunas de estas substancias justifican largas condenas, y hasta la ejecución. ¿Eso va bien?... O sea: un tipo tiene una “enfermedad”, y para curarlo, agarramos y lo metemos en cana? O mejor, así no sufre tanto, agarramos y lo fusilamos?...
No se entiende qué quieren los que sostienen la prohibición. La droga mata, dicen, pero la vida también y nadie la prohíbe... ni hablar de las armas, el alcohol, las lipoaspiraciones, y tantos otros excesos… La marihuana no será tan peligrosa, pero puede llevar a otras drogas; cacarean ignorantes… Pero entonces por qué no preguntarse qué vicio anterior nos llevó primero a la marihuana, eh?... ¿El tabaco? ¿Y al tabaco? ¿El chupete? ¿Y al chupete? ¿La teta? Entonces por qué no prohibimos directamente la teta, ya que está....
No se entiende qué quieren los que defienden la prohibición, pero son todos sospechosos. De ignorantes, de imbéciles, o de traficantes. De traficantes, sí, claro.
Sobre todo de traficantes. No sólo porque la prohibición es la base de tan pingüe negocio, sino y más que nada, porque la lucha contra las drogas suele ser un muy buen disfraz para quienes viven de venderla.
El ex presidente Eduardo Duhalde es un férreo defensor de la prohibición, hay que decirlo… Y Menem, bueno… Menem quería la pena de muerte para los traficantes, no lo olvidemos…
Ahora vamos a ver Obama. qué tanto cambio supone su tostado.
¿A dónde va esa guita?
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El Martillo - Clarín.blogs - 22.11.08
El Martillo y las drogas
LOS SOSPECHOSOS DE SIEMPRE II
Todos bien sabemos desde nuestra más cruel infancia que si queremos enseñarle a un niño a mentir, no tenemos más que prohibirle cualquier cosa que él haga naturalmente. Así nació el narcotráfico. Y muchas otras cosas que no supimos resolver y que entonces preferimos prohibir.
Ensayar aquí los infinitos motivos ignotos que desde tiempos inmemoriales impele a los hombres a trastornar sus estados de conciencia a partir de sustancias psicoactivas, podría ser también un trabajo tan infinito como esos motivos ignotos. Igual aquí no la importa. Fuera lo que fuera lo que nos lleva a drogarnos, aún no pudimos resolverlo. Preferimos, mejor, infantiles y brutales, borrar los síntomas, negar los hechos, y chau. Aunque en este caso síntomas, signifique personas.
A raíz del post que con el mismo título publicamos ayer pidiendo la despenalización de las drogas (también en cat.Reflexiones, 21/11), una lectora osó gritar aquí mismo “¿pero qué quieren? ¿Que la vendan también en los kioscos?”…
Por un desperfecto técnico (como suele llamarse la torpeza humana), perdimos dicho mensaje, y por elegancia, omitiremos el nombre de esta seguramente muy buena señora. Pero aún así, por respeto, y por derecho, le respondemos.
Querida lectora, El Martillo deshecha noticias viejas, pero en su caso le recordamos algo: hace mucho que la droga se vende en los kioscos. En los kioscos, en las escuelas, en las discotecas, en los bares, en las estaciones de servicio, en dependías oficiales, en agencias de remises, en fin… se imagina, querida amiga, que si dicho negocio es el mejor en el mundo después de las armas, no es porque le falten justamente bocas de expendio…
El problema, en tal caso, es a dónde va ese dinero, y quién acabara manejándolo, estimada amiga: ¿Usted, o el narcotráfico?...
Le damos nada más que cinco segundos para pensarlo, porque la verdad no queda mucho tiempo, la cosa está fea… Aunque usted, queridísima amiga, se piense que son alucinaciones de Francis Forg Coppola, el narcotráfico ya infectó hace mucho la política con su dinero, y no sólo en Colombia o en México… Ni sólo en la Argentina … Y ojalá fuera un delirio de El Martillo… pero no duerma con esa ilusión, señora nuestra, mejor no…
Allí también usted nos gritaba ayer: “¿este es el tema más importante en esta época?”. Casi, sí. No el más, quizás, pero uno de los más, seguro. Porque el dinero y el crimen y la corrupción que genera el narcotráfico, son equivalentes al dinero y el orden y el poder que podrían resolver la seguridad, la salud y la educación de todos nuestros países… ¿No son estos problemas importantes?... Olvidemos ya a los millones de consumidores que la prohibición embiste como criminarles. Pensemos nada más en la cantidad de poder y dinero que la prohibición regala, sí, a los criminales de verdad.
Por eso, como decíamos ayer: cualquiera que defienda la prohibición es sospechoso. Esta buena señora también, pobre... (Mirá en qué negocio se mezcló sin saber ni siquiera de qué habla)…
El Martiyo por la Legalización
contra el narcotráfico
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