Desesperados ante una realidad que no les sirve, los "principales diarios" descartan el presente, ignoran el pasado, y van incluso más allá del periodismo de anticipación, aplicando a las técnicas habituales del oficio, la doctrina consagrada por el pensador norteamericano George W. Bush: los bombardeos preventivos.
APUNTEN, DISPAREN Y PREGUNTEN
Se acentúa hacia el delirio la tendencia a las prácticas esotéricas en los principales diarios argentinos, como gustan autoproclamarse Clarín y La Nación… Se ve que despechados por un presente adverso, se aferran a un futuro que alucinan horrible como toda esperanza.
Apenas ayer lo señalábamos en la apreciación de nuestro Premio Manco de Lepanto a propósito del párrafo de Marcelo Cantón –empleado de Clarín-, quien se presume “analista” porque se regodea en “la sospecha presente que levanta a partir de una dudosa duda futura”.
El caso es que uno y otro, que son lo mismo, La Nación y Clarín, parecen entregados, no ya al periodismo de anticipación, que es una variante legítima del oficio -y que en tal caso consiste en proyectar el mañana a partir de la realidad presente y la experiencia del pasado-; sino en un género nuevo y acaso imposible: el periodismo de suposición.
A propósito de la lógica pretensión de tener voz y voto allá donde tenemos nuestro dinero, es decir, de la participación efectiva del Estado allí donde el Estado tiene acciones –Papel Prensa por ejemplo-, los principales diarios no ven allí sino el surgimiento de una nueva Unión Soviética al este de Chile… Y no precisan de la realidad, no les importa el presente, no esperan el futuro, tampoco lo argumentan, ni siquiera se puede decir que lo imaginan… simplemente lo suponen.
Así ayer Cantón en Clarín nos decía, por ejemplo: “Pero lo que les cabe dudas es si se trata de una decisión que sólo apunta a posicionar un discurso frente a las elecciones o es una tendencia que crecerá en el tiempo, sobre todo si Cristina Kirchner es reelecta presidenta”.¿Para qué esperar los hechos cuando es permitido suponerlos, no?... ¿Total a quién le importa mañana el diario de hoy, no?...
Tan luego hoy Claudio Pangi, empleado de La Nación , arranca su columna reconociendo la lógica del principio que dice “si participo, participo”, admitiendo incluso que habría que ser un “explotador despiadado” para oponerse. Cierra sin embargo ese primer párrrafo, y por lo tanto el razonamiento de los hechos actuales y pasados, con una sospecha futura por supuesto temible: “cabe temer que los intereses que se dicen resguardar sean los que correrán mayor peligro”... Y a partir de allí -confundiendo sin ninguna explicación al Estado con “los delegados de la Casa Rosada ”-, desparrama un rosario roto de preguntas sin respuestas: “¿pedirán (dichos "delegados") aumentos de tarifas para mejorar la ecuación de la empresa”, “¿qué rol jugará La Campora en todo esto?, y así... Enseguida, sin embargo, , Pagni nos recuerda su obediencia debida en una rápida línea (y acaso sin proponérselo): “ahí está Guillermo Moreno, con sus guantes de de box, enriqueciendo las deliberaciones de Papel Prensa”. (Desde luego Pagni olvida cuando dichas "deliberaciones" se "enriquecían" con los picanas y las armas del general Gallino y otros socios de sus patrones)…
Pero una vez más -bueno es remarcarlo-, ni La Nación ni Clarín inventan nada, qué va, ja...
Esto lo inventó hace rato George W. Bush con sus inútiles pero fatales bombardeos preventivos.
Clarín y La Nación no hacen más que copiarlo: en resguardo de sus intereses, te bombardean por las dudas, y después, entre los escombros, si encuentran algún inocente, le piden disculpas y chau. Qué hay.
Bush estaría orgulloso de sus muchachos, cómo no…
(¿No serán estos, despuès de todo, los famosos aunque aún anónimos periodistas cautivos de la embajada norteamericana que mencionaban aquellos cables de Wikileaks y que Clarín y La Nación tanto ocultaron hasta que Página 12 los publicó?)...
Por las dudas, nobleza obliga, El Martiyo pide por ellos:
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