Debimos avisarlo antes, pero lo avisamos ahora. Hace rato lo vimos, pero no lo creímos importante. Sin embargo la tendencia se afirma y todo indica que gracias a las elecciones del próximo octubre, este año 2011 promete dejar en la historia argentina auténticos hitos de la comicidad.
Los chistes de Macri (su apuntador en vivo, Miguel del Sel gobernador, Rodríquez Smithers Berreta, la Metropolitana ); ¡los chistes de Cobos!, que se retiró sin haber llegado, y cuyo epitafio está a la altura del mejor Woody Allen: “y no renuncio a mi cargo de vicepresidente, para demostrar que un radical también puede terminar su mandato”, ¡buenísimo!, ¡y Elisa Carrió, como “la mujer bomba”!, o los diálogos de verdad graciosos del dúo Solanas-Grondona, en fin… el vacío que nos dejó Alberto Olmedo en el grotesco nacional, ya no es tal…
Pero por encima de todos, ya entre el sainete, el circo y la kermés de pueblo, destaca la interna del PJ Federal y su espectáculo para toda la familia “Venga, vote y diviértase”, con los trucos de Mario das Neves y sus mágicas urnas, Felipe Solá y su grupo “Los si me pagan voy”; y encabezando compañía, claro, esos dos capos cómicos que son Eduardo Duhalde y Alberto Rodríguez Sáa llevándose todas las palmas con su hilarante sketch de los dos cieguitos que se arrebatan sin parar una linterna. De verdad hilarante.
Uno tras el otro, de gira por todo el país -federales al fin-, se persiguen y se pelean, se acusan y se abrazan y se vuelven a pelear sin motivo ni sentido ninguno, a no ser tan luego hacer las delicias de grandes y chicos…
Pocos grandes, y aún menos chicos, hay que decirlo (y cada vez menos, es cierto) … pero eso no es culpa de ellos, los tiempos han cambiado, lo venimos señalando, acabaron los días del viejo varieté…
Triste payaso de chistes vencidos, este fin de semana, Eduardo, deprimido, se borró. Para sorpresa de sus compañeros de elenco, dijo que el espectáculo era “un papelón”, y se bajó de la gira por Catamarca, Santiago del Estero y Tucumán. Una pena.
Alberto, fiel a su público, arlequín de raza, siguió sin él improvisando una variante del mismo sketch titulado ahora: El ciego contra el espejo. Y no le fue mal.
En una carrera sin adversarios, se presentó a elecciones en las tres provincias ¡y ganó en las tres!. Un éxito, cómo no. En uno de los momentos más cómicos del sketch, sus voceros anunciaban con cierta frecuencia que los comicios se desarrollaban con toda normalidad, como desmintiendo un posible enfrentamiento final de Alberto contra Alberto. Genial.
Sin embargo, insistimos, nos parece una pena que Eduardo ya no esté, con su cara de Barracas con La Boca al lado, y sus recitados escolares “Argentina te quiero/ con trabajo y hambre cero”, y… volvé, Eduardo, Alberto sin vos es Hardy sin Laurel, Abott sin Costelo, Antonito sin Shakira…
¿Qué importa que cada lunes se vuelvan a casa con la torta en la cara de otra derrota más gane quien gane?...
¡Pero si justamente ahí está la gracia… Eduardo, Alberto!
¡Ese el chiste!... ¿No lo ven?...
Gane quien gane, ¡siempre pierden los dos!...
¡Es buenísimo!...
¡Es buenísimo!...
¿No lo entienden?...
¿No les parece gracioso?...
¿No les parece gracioso?...
Qué raro, a nosotros sin embargo nos da una risa bárbara...
* * *
Es mucho para Cobos asignarle una similitud a un chiste de Woody Allen. No da mas que para las peores reflexiones de Manuel Mandeb incluidas en el genial "Elogio de la renuncia" de Alejandro Dolina en sus "Crónicas del Angel Gris".
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