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domingo, 22 de mayo de 2011

OBAMA DECRETÓ LA PAZ EN MEDIO ORIENTE: ¡POR FIN!



El jueves pasado en un brevísimo discurso (comparado en tal caso con los siglos que lleva el conflicto), el presidente norteamericano dispuso de una vez por todas la paz en Medio Oriente. Israel tan sólo debe devolver sus territorios a sus enemigos, y listo.


EL AMIGO AMERICANO


Benjamín Netanyanhú y Barack Obama.
Dos pájaros a los tiros.


Como quien decreta la prohibición del odio o el olvido obligatorio, así Barack Obama dispuso el jueves la paz en medio oriente, resolviendo en un rápido discurso dos mil años de complicaciones.
Con su extraordinario poder para adoptar la forma del recipiente que lo contiene, nuestro superhéroe El Hombre Líquido –ayer con los derechos civiles, hoy a favor de la ejecución sumaria-, sin advertir ningún obstáculo en el trámite, le devolvió Cisjordania a los jordanos, Gaza del todo a los palestinos, y las alturas de El Golán a Siria, y chau, che. Se acabó el conflicto.
No contento con ello, le ordenó además a las tropas israelíes -en apenas un párrafo- que abandonen la orilla occidental del Jordán –(sí, lector, así como lo lee: el presidente de un país dispone del ejército de otro país)-, y ya que está, y muy severo, le recomendó al gobierno de Israel –para su bien-, que reciba de vuelta a todos los refugiados palestinos que habían echado de sus casas.  O en su defecto, él se pondría muy nervioso. Ojo.
Lo advertíamos apenas el otro día en La suerte del villano: cebado por la rapidez con que resolvió la vida de Bin Laden, ahora ya nadie podrá detenerlo. 
Pero claro… como en esencia El Hombre Líquido es un personaje ficticio -a qué engañarnos- (empinado sobre la realidad por el delirium tremens de un pueblo moralmente derrotado); poco duraron sus fantasías.
Apenas al día siguiente, mucho más serio -y del todo real-, el primer minsitro israelí, Benjamín Netanyanhu, ya estaba allí, en Washington, frente a frente con él, en su Salón Oval, mirándolo fijo a los ojos, sin que le tiemble la voz, para recordarle en nombre de su pueblo que a nadie en el mundo le gustan los “listillos”.
“Israel no volverá a las fronteras anteriores a 1967 porque son indefendibles”. Dijo así de corto y claro, como un directo a la mandíbula.
Con igual síntesis, Netanyanhú aprovechó para informarle a este muchacho lleno de bellos sueños (y dudosas prácticas), que de ninguna manera sus tropas se irían de ninguna parte, y que mucho menos pensaban recibir de vuelta a palestino ninguno, sobre todo teniendo en cuenta el gran esfuerzo que les costó echarlos a todos.
Por supuesto El Hombre Líquido estuvo inmediatamente de acuerdo con el recipiente que ahora de pronto lo contenía. “La relación extraordinariamente cercana que hay entre Israel y Estados Unidos es sólida y continuará”. Afirmó al cabo del encuetro el hombre cuyos bombardeos asesinaron también a tres nietos de Kadaki, los tres menores de 12 años. “Obviamente hay algunas diferencias entre nosotros, pero eso es lo que pasa entre amigos”, comentó por fin el autor intelectual del asesinato también de los otros tres civiles que acompañában a Bin Laden en su casa la noche que lo asesinaron... (es nada más un recurso para no repetir todo el tiempo "Obama", aunque se nos escape todo el tiempo la palabra "asesino" y sus derivadas)…
En plena sangrienta primavera árabe, caído ya el amigo Mubarak en Egipto, agarrado de un moco el amigo El Asad en Siria, detonada Libia como una caja de Pandora, comprendemos la preocupación de Israel ante la extemporánea generosidad del  hombre que iba a cerrar Guantánano (y tomá de acá), quien de pronto y sin consultarlo con nadie -como cuando invadió Pakistán la semana pasada-, ahora recorta los territorios de su estado de ellos, y se los entrega a sus enemigos de siempre.
Comprendemos la preoupación de Israel, y no nos sorprendería –siendo ellos siempre tan propensos a bombardear a los vecinos- que ya hayan reforzado militarmente aún más cada centímetro mencionado por Obama en su rapidísimo discurso.
Y tampoco ha de sorprendernos, en los próximos días, ver alguna demostración de fuerza de esas que dejan así nomás decenas de muertos, cuando no cientos, los cuales en el fondo serían, también, responsabilidad del irresponsable Obama.
Una vez más nos gustaría equivocarnos.
Pero una vez más no podemos dejar de pensar que el equivocado es Obama.
Y por lo visto no somos los únicos que lo pensamos.

El delirio americano.

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