////// Año XVº /// Editor Anónimo: Daniel Ares /// "Prefiero ser martillo que yunque", Julio Popper ///

sábado, 13 de noviembre de 2010

MURIÓ ELISA CARRIÓ

Constipada por sus propias denuncias irresueltas, habría implosionado por fin.


TODA BOMBA QUE CAMINA...


La historia sabrá recordarla... 



Distraídos en nuestra guerra con Clarín mientras publicamos chicas, chistes y versos, se nos pasó la noticia que nadie a su vez destacó, porque ya bastante muertita estaba esta mujer, hay que decirlo
Radical arrepentida, aliancista traidora, mediática por petardista -a la manera de Silvia Suller, aunque en otro género-, sus grandes logros en la política se reducen apenas a oportunos picos de rating con oportunistas denuncias que nunca llegaron a nada. (O sí, pero los acuerdos que hace no los cuenta).
Sobreviviente inexplicable del “que se vayan todos”, sin embargo fue ella una de las fundadoras fundamentalistas de aquella catastrófica Alianza, auténtica liga de los inútiles, que inmediatamente abandonó en cuanto se llenó de agua…
Vocero oficiosa de la Iglesia, católica mística con pretensión de zorzal de zurdo, le rezaba a la Virgen oraciones de Marx, y con su misma cara inalterable de “yo tengo dos bolas más grandes que las de Rambo”, tanto se colgaba de las víctimas de la AMIA pidiendo justicia, de Soledad Silveyra a por más rating, como de la Sociedad Rural en pos de una 4x4 nueva..
Invicta aunque diezmada, no aceptaba jamás un revés ni conoció nunca la derrota, pues en su fe sin fondo, sabía que hoy o mañana, en el presente, o en el más allá, la victoria al final era suya. Ella siempre tendrá razón. Acaso haya que esperar un par de siglos para comprobarlo, pero bueno… las profecías son así, llevan su tiempo.
Opositora perenne por ineptitud congénita para ninguna función -a no ser la digestiva-, fue tanto incapaz de una propuesta concreta, como de una crítica clara.
Nunca se le entendió muy bien lo que decía, lo que quería, qué pretendía, qué buscaba, a no ser cámara, micrófono, comida, y seguir así: viviendo sin trabajar a costa de los últimos desprevenidos que todavía la tomaban en serio.



Y pensar que hace tan poco, ilustraba nuestra galería de imágenes... (no somos nada).

Pero claro, como enseñaba Churchill: se puede engañar a todo el mundo un día o a una persona toda la vida, pero no a todo el mundo toda la vida. Así un día aquellos incautos, también comenzaron a mermar.
Sola de pronto contra todos, en picada su rating y sin partido propio, se abrazó a Clarín y siguió su lucha denunciándolo todo inflamada por la pasión.
Hasta que se inflamó demasiado.
Ya desde el último 27 de octubre venía tragándose una vez y otra vez aquellas palabras suyas: (“lo mejor que le puede pasar a Cristina es enviudar”), y claro: una vez y otra vez le calan cada vez peor, como si ya no pudiese digerirlas, y luego ya no pudiese tampoco evacuarlas…
Finalmente implosionó. Cada vez más llena de nada, se inflamaba y se inflamaba, hasta que claro… hay leyes físicas inexorables. Estalló.
De adentro para fuera.
Como si se hubiese comido cuatro kilos de helado de trotyl.
Pero hay que decirlo, murió en su ley, murió con las botas puestas: en su banca de diputada, y haciendo denuncias al pedo, carajo… (¡Viva Lilita, mierda!).
Como era de esperar, murió sin grandeza pero con grandiosidad, la implosión fue tan poderosa, que la onda expansiva alcanzó los lejanos días de don César Jarolavsky bañando en mierda así también a sus más ilustres correligionarios muertos. Un desastre.
Los primeros que salieron corriendo fueron los que más cerca estaban, lógico.
La Stolbitzer recordó la tendencia de la diputada a “hacer denuncias sin pruebas”; y Ricardito Alfonsín, que la conoce de chico, dijo textualmente: “le falta equilibrio emocional”.
Más y más gente iba a subirse a la estampida, sin ver que hablaban ya de una ausencia. Lilita ya no estaba.
Ya ni Majul podría salvarla. Lilita se ha ido.
Constipación verborrágica con inflamación implosiva y bla bla blá, qué importa ahora lo que digan los médicos, la política ha perdido una mujer que ojalá se gane el cine, o por qué no la culinaria, nosotros de nuestra parte, eso sí, le deseamos lo mejor.
Nada nos gusta menos que hablar mal de los muertos.


"Le falta equilibrio emocional", Ricardo Alfonsín, que la conoce de pibe...

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